21 de septiembre
SAN MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA
Comentario al Evangelio de la
Catena aurea de santo Tomás de Aquino
MATEO
9, 09-13
Jesús vio al partir de este lugar a un hombre llamado
Mateo, que estaba sentado al banco, y le dijo: "sígueme": y
levantándose le siguió. Y acaeció que estando sentado Jesús a la mesa en la
casa de este hombre, vinieron a ella muchos publicanos y gentes de mal vivir, y
se sentaron a comer con El y con sus discípulos: y viendo esto los fariseos
decían a sus discípulos: "¿Cómo es que vuestro Maestro come con los
publicanos y pecadores?" Jesús al oír esto, les dice: "no necesitan
de médico, los que están sanos, sino los que padecen alguna enfermedad: id, pues,
y aprended lo que significan aquellas palabras; amo más la misericordia, que el
sacrificio; pues, no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores". (vv. 9-13)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,1
Cristo,
después de haber hecho el milagro, partió de aquel lugar a fin de no encender
más la envidia de los Judíos. Esta es la conducta que nosotros debemos
observar. Jamás debemos tener empeño en continuar al lado de aquellos que nos
tienden lazos y ponen trampas. Por eso se dice: "Y saliendo Jesús de aquel
lugar (es decir, de donde había hecho el milagro), vio a un hombre llamado
Mateo, que estaba sentado en la recaudación de alcabalas".
San Jerónimo
Los otros
evangelistas ( Mc 2 y Lc 5) no quisieron llamarle por respeto y por honor del
mismo Mateo con el nombre con que vulgarmente era conocido, sino que le
llamaron Leví, de suerte que tuvo dos nombres. Pero el mismo Mateo, atendiendo
a aquello de Salomón: "el justo es acusador de sí mismo" ( Prov
18,17), se llama a sí mismo Mateo y publicano. Todos los que lean este
proceder, deben deducir, que nadie debe desesperar de su salvación si ha dejado
su mala vida, puesto que él fue mudado de repente de publicano en Apóstol.
Glosa
Dicen las
palabras que estaba sentado en un banco, manifestándonos que estaba en una de
esas casas donde se recaudan los impuestos, pues la palabra griega telos
significa impuesto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,1
Brilla aquí
el poder del que llama porque no lo hace cuando el llamado trata de abandonar
un oficio peligroso, sino que lo arrancó de esos mismos medios malos, como a
Pablo de en medio de su locura. Por eso continúa: "y le dijo:
sígueme". Así como admiráis la virtud del que llama, admirad también la
obediencia del que es llamado. El no opone resistencia, no suplica volver a su
casa ni manifestar su resolución a su familia.
Remigio
Tuvo en poco
los peligros humanos que le podrían sobrevenir de parte de sus principales, a
quienes había abandonado sin darles cuentas exactas de su destino. Por eso se
dice: "y levantándose le siguió". Y puesto que renuncia a los bienes
del mundo, con justicia Dios lo hizo el dispensador de sus talentos.
San Jerónimo
San Agustín
responde en este lugar a la acusación de Porfirio y Juliano. Estos sostenían
que el evangelista se había equivocado al referir este hecho y que es una
necedad de los discípulos de Cristo el haberle seguido tan precipitadamente sin
tomarse tiempo alguno para reflexionar, como si pudieran, sin razón alguna,
haber seguido a cualquier hombre. Mas no es así, porque está fuera de duda que
los apóstoles antes de creer vieron una multitud de prodigios y de virtudes.
Además, el brillo mismo y la majestad de la divinidad oculta, que tanto
resplandecía en su aspecto humano, podían muy bien atraer al momento a todos
cuantos le contemplaban. Si la piedra imán tiene fuerza para atraer al hierro,
cuánto más el Señor de todas las criaturas podía atraer a sí a los que El
quería.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,1
Pero, ¿por
qué no llamó a Mateo al mismo tiempo que a Pedro y a Juan? Porque aún no estaba
bien dispuesto y Aquel que conoce el fondo de los corazones, sólo llama a quien
comprende que por sus milagros y la fama de su nombre está en aptitud de
obedecer.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,26
Parece lo
más probable que San Mateo habla aquí de su vocación recordando lo que antes
había omitido, porque es probable que su llamamiento se verificó antes del
sermón de la montaña, puesto que San Lucas coloca sobre la cima de la montaña a
aquellos doce elegidos, a quienes llamó apóstoles ( Lc 6).
Glosa
Mateo cuenta
entre los milagros su vocación y en efecto lo fue, porque de publicano fue
hecho Apóstol.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,1
¿Por qué no
se nos dice el modo y el tiempo en que fueron llamados los otros Apóstoles y sí
solamente de Pedro, Andrés, Santiago, Juan y Mateo? Precisamente porque todos
éstos procedían de oficios bajos y de condiciones humildes. Nada hay, en
efecto, más bajo que el oficio de recaudador, ni más humilde que la condición
de pescador.
Glosa
Mateo, con
el objeto de mostrar dignamente su agradecimiento por el bien divino que había
recibido, preparó en su casa un gran agasajo a Cristo y ofreció de este modo
sus bienes temporales a Aquél de quien esperaba los de la eternidad. Esto es lo
que significa: "Y sucedió, sentándose El en la casa".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,27
San Mateo no
explica aquí nada sobre la casa en la que estaba Jesús, de donde podría
suponerse que el evangelista no siguió en esta narración el orden sucesivo de
los acontecimientos, sino que intercaló, según se iba acordando, hechos que se
verificaron en otro momento. San Marcos y San Lucas, que refieren este mismo
acontecimiento, han manifestado ( Mc 2; Lc 5) que Jesús estuvo sentado en la
casa de Leví (esto es, de Mateo).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,2
Mateo, al
verse tan honrado con la venida de Jesús a su casa, convida a todos los
publicanos de su misma profesión. Y esto es lo que quieren decir las palabras:
"He aquí que muchos publicanos", etc.
Glosa
Se llaman
publicanos todos aquellos hombres que se ocupan de aquellos negocios públicos,
que apenas pueden desempeñarse sin cometer algún pecado. Fue un magnífico
adelanto, porque Aquel que había de ser el Apóstol y el Doctor de las naciones,
debía mostrársenos en su primera conversión seguido de multitud de pecadores, a
quienes El llevaba por el camino de la salvación y conducía a la perfección
primero por medio de su ejemplo y después por su palabra.
San Jerónimo
Tertuliano,
apoyado en las palabras de la Escritura: "No habrá impuesto en
Israel" (como si Mateo no hubiera sido judío), dice que los publicanos
eran los gentiles. No es admisible esta opinión, puesto que Jesús no come con
los gentiles, con el objeto de que no se interprete que ignora el consejo que
dio a sus discípulos: "No vayáis por el camino de los gentiles" ( Mt
10,5). Habían visto los publicanos que Mateo, siendo publicano, se convirtió de
pecador en perfecto, tuvo medios de arrepentirse y ellos, consiguientemente, no
podían desconfiar de su salvación.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,2
Los
publicanos se aproximaron a nuestro Redentor, no sólo para hablarle, sino para
comer con El. Porque no solamente corregía muchas veces Jesús a los que estaban
mal dispuestos, con sus argumentos, con sus obras o con sus reprensiones a sus
enemigos, sino también asistiendo a las comidas; enseñándonos con este proceder
que en cualquier tiempo y de cualquier obra podemos sacar utilidad. Los
fariseos al ver esto se indignaron y por eso se dice de ellos: "Y viéndolo
los fariseos decían a los discípulos de Jesús: ¿Por qué con los
publicanos?" etc. Debe notarse aquí que los fariseos, cuando se figuraban
haber sorprendido a los discípulos de Cristo en algún pecado, se dirigían a
Cristo, como se ve por aquellas palabras: "He aquí que tus discípulos
ejecutan obras prohibidas en el día del sábado" ( Mt 12,2). De esta manera
trataban de deshonrar a Cristo delante de sus discípulos. Todo esto lo hacían
con malicia y con el deseo de separar del Maestro los corazones de sus
discípulos.
Rábano
Los fariseos
cometían dos errores: llenos de orgullo se juzgaban justos a sí mismos, estando
muy lejos de la justicia y tenían por malos a todos aquellos que, arrepentidos
de sus pecados, se aproximaban a la virtud.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,27
San Lucas
refiere, al parecer en términos algo diferentes, este mismo acontecimiento;
según él, los fariseos echan en cara a los discípulos: "¿por qué coméis y
bebéis con los publicanos y con los pecadores?" ( Lc 5,30) Dando a
entender de este modo, que la falta era igualmente extensiva al Maestro y a los
discípulos: porque lo que se decía de los discípulos, con mayor razón se debe
echar en cara al Maestro, puesto que aquellos no hacían más que imitarle
copiando su conducta. El pensamiento, por consiguiente, es el mismo y tanto más
cierto, cuanto que, sin alterar la verdad, está expresado en términos
diferentes.
San Jerónimo
No vienen a
Jesús los que continúan en sus vicios antiguos, como opinan los fariseos y los
escribas, sino los que hacen penitencia de ellos, esto es, lo que significan
aquellas palabras de Cristo: "Pero oyéndolos Jesús, dice: no es
necesario", etc., etc.
Rábano
Se llama a
sí mismo Médico, Aquel que valiéndose de un arte maravilloso para curar fue
herido a causa de nuestras maldades para que nosotros quedásemos sanos de la
herida de nuestros pecados. Con razón llama sanos a aquellos que queriendo
establecer una justicia propia, no se sujetan a la verdadera justicia de Dios (
Rom 10) y enfermos a aquellos que, vencidos por el dolor de sus faltas y no
creyendo en la purificación de la Ley, se someten por el arrepentimiento a la
gracia de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,2
Después de haberles hablado en el lenguaje sencillo del sentido común, les cita aquel pasaje de la Escritura: "Id y aprended lo que significa: Quiero la misericordia y no el sacrificio".
San Jerónimo
Valiéndose
del testimonio de los Profetas, afrenta a los escribas y fariseos, que
considerándose como justos, trataban de evitar todo contacto con los pecadores
y publicanos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,3
Es como si
dijera: "¿Por qué me acusáis de que llamo a los pecadores a la penitencia?
Por la misma razón debéis acusar a Dios Padre, porque El desea, como yo, la
enmienda de los pecadores" y de esta manera les demostraba que, no sólo no
era prohibido lo que ellos reprendían, sino que, según la Ley, era una cosa
superior al sacrificio; porque no dice la Ley: "Quiero la misericordia y
el sacrificio, sino que mando aquella y excluyo éste".
Glosa
Dios, sin
embargo, no desprecia el sacrificio separado de la misericordia y los fariseos
hacían muchas veces sacrificios en el templo, con el objeto de aparecer justos
al pueblo, pero no se ejercitaban en las obras de misericordia, que son la
prueba de la verdadera justicia.
Rábano
Y así
advierte a los fariseos que merezcan la recompensa divina mediante las obras de
su propia misericordia y que no confíen en que será agradable a Dios el
ofrecimiento de los sacrificios cuando no se hace caso de las necesidades de
los pobres. Y añade: "Id", es decir, dejad la ligereza de las necias
críticas y consideren atentamente las Sagradas Escrituras que mucho recomiendan
la misericordia. Y por aquellas palabras: "No he venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores", nos da con su ejemplo una lección de misericordia.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 27
Añade San
Lucas la penitencia ( Lc 5,32), lo que significa, desarrollando su pensamiento,
que nadie debe juzgar que Cristo ama a los pecadores por el sólo hecho de ser
pecadores, además de que la comparación con los enfermos nos da una
inteligencia clara de lo que Dios quiere llamando a los pecadores como el
médico a los enfermos, esto es, librarlos del pecado como de una enfermedad, lo
que se consigue por la penitencia.
San Hilario, in Matthaeum, 9
Mas Cristo
vino por todos los hombres: ¿cómo es que dice que El no vino por los justos?
¿Es que había algunos que no tenían necesidad de su venida? Pero la Ley a nadie
justifica y El nos enseña la necia presunción de esta pretensión con respecto a
la justicia, porque los sacrificios fueron establecidos para la salud los
enfermos. La Ley, al establecerlos, no prescindió de la necesidad que todos
tenían de la misericordia.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 30,3
Parece que
Jesús habla aquí a los fariseos con la misma ironía que cuando se dice: He aquí
que el hombre ha sido hecho como uno de nosotros ( Gén 3,22), porque en la
tierra no había justo alguno, que es lo que da a entender San Pablo en las
palabras: "Todos pecaron y necesitan de la gloria de Dios" ( Rom
3,23), palabras que moderaron la pretensión de aquellos que habían sido
llamados; porque ellas vienen a decir: "Estoy tan lejos de aborrecer a los
pecadores, que sólo por ellos he venido".
Glosa
O también
porque los justos que había, como Natanael y Juan Bautista, no habían de ser
llamados a hacer penitencia. O también: "No he venido a llamar a aquellos
justos falsos, como los fariseos, que hacen alarde de su justicia, sino a
aquellos que se reconocen como pecadores".
Rábano
La vocación de Mateo y de los publicanos significa la fe de aquellas gentes, que ambicionaban los intereses mundanos y ahora reparan espiritualmente su alma con la compañía del Señor. La soberbia de los fariseos revela la envidia de los judíos con ocasión de la salvación de los gentiles. O también: Mateo representa al hombre que se desvive por ganar bienes terrenales y a quien ve Jesús cuando le mira con los ojos de su misericordia. Porque el nombre de Mateo significa dado y el de Leví tomado. Quien hace penitencia es tomado de entre aquellos que se pierden y dado por la gracia de Dios a la Iglesia. Y le dice Jesús: "Sígueme" y se lo dice, o por la predicación, o por la voz de la Escritura, o por una inspiración interior.