SEGUNDO
COLOQUIO
OBLIGACIONES
QUE TENEMOS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS EN NUESTRA CREACIÓN Y
CONSERVACIÓN
MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD
Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS
San Juan Eudes
Para
comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios,
digamos la siguiente oración:
Profesión de Humildad
Señor Jesucristo,
nada somos,
nada podemos ni
valemos,
nada tenemos a no
ser nuestros pecados.
Somos siervos
inútiles, nacidos en la enemistad,
últimos de los
hombres,
primeros de los
pecadores.
Sea para nosotros
la vergüenza y la confusión,
y para ti, la
gloria y el honor por siempre jamás.
Señor Jesucristo,
compadécete de nosotros. Amén.
SEGUNDO
COLOQUIO
OBLIGACIONES
QUE TENEMOS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS EN NUESTRA CREACIÓN Y
CONSERVACIÓN
1
Consideraré que
quien me ha creado, dándome el ser y La vida, no ha sido el mundo, ni el
espíritu del mal, ni yo mismo, sino Dios con su infinito poder, sabiduría y
bondad. Él nos hizo y suyos somos. Salmo 99, 3. Su poder infinito me sacó de la
nada. Su sabiduría inmensa se manifiesta en la admirable disposición de todas
las partes de mi cuerpo y de mi alma. Su bondad inefable se revela en que no me
dio un ser y una vida mineral, vegetal o animal sino que me formó a su imagen y
semejanza. Me hizo nacer con ventajosas circunstancias de tiempo y de lugar y
de origen familiar, con atributos del cuerpo y del espíritu y demás condiciones
que han acompañado mi nacimiento y que debo ponderar cuidadosamente.
¿Cómo pagaré al
Señor todo el bien que me ha hecho? Salmo 116, 12. Le daré gracias, lo
bendeciré y amaré con todo mi corazón.
Porque si Dios ha
sido el autor y el eterno principio de mi ser y de mi vida y no el mundo, ni
Satán ni yo mismo, debo emplearlos enteramente para Dios y para cumplir sus
santas disposiciones.
Pero Dios no es
sólo el principio de donde salí, sino el prototipo cuya imagen viviente soy.
Debo, pues, imitarlo en su santidad, caridad, paciencia, mansedumbre,
vigilancia, justicia y misericordia. Examinaré si he empleado mi vida pasada al
servicio de quien me la ha dado, o de otros. Me preguntaré si me he esforzado
por imitarlo y por expresar en mí su imagen o la imagen de su enemigo.
Si me encuentro
culpable, pediré perdón de mis infidelidades, resuelto a vivir únicamente para
el autor y fuente de mi vida. Contemplaré atentamente la vida, costumbres y
perfecciones de mi divino modelo para imitarlas y poder ser su imagen viviente,
con la ayuda de su gracia.
2
¿Para qué me ha
hecho Dios? Para él, para que piense en él, lo ame, hable de él, obre por él y me
sacrifique por su gloria. Porque no es sólo mi principio y prototipo sino
también mi fin.
Y si Dios me ha
hecho sólo para él, debo grabar profundamente en mi espíritu esta verdad: que
la única razón de mi presencia en el mundo es para que lo sirva y lo honre. Es
eso lo único necesario, mi única preocupación y anhelo. A ello debo orientar
mis pensamientos, palabras y acciones, mi tiempo, todo cuanto tengo, lo que sé
y lo que puedo. Ese es mi fin supremo y por consiguiente sólo en ello
encontraré mi soberano bien, mi centro y mi elemento, mi tesoro, mi gloria, el
descanso pleno de mi espíritu y de mi corazón y mi verdadero paraíso. Fuera de
ello sólo encontraré turbación, amargura, angustia, maldición e infierno.
Me examinaré sobre
el cuidado que he tenido hasta ahora de este negocio tan importante. Si no
habré sido del número de aquéllos a quienes increpa san Bernardo cuando los
llama evaluadores idiotas que muestran enorme interés por asuntos baladíes y
casi ninguno por lo realmente importante.
De ser así pediré
perdón a Dios y me entregaré a él de todo corazón para aplicarme por entero en
adelante a este negocio en el que está de por medio nada menos que una
eternidad de felicidad o de desdicha.
3
Dios me ha creado
no solamente una vez sino tantas veces como momentos he vivido en el mundo.
Porque desde el instante de mi creación siempre me ha llevado en sus brazos,
incluso en su regazo y en su corazón, con mayor amor y solicitud que el de una
madre por su hijo. En ningún momento ha dejado de pensar en mí, de amarme y de
conservarme. Y lo más admirable es que me ha conservado en el mismo momento en
que lo estaba ofendiendo, cuando merecía que me aplastara y me lanzara al
infierno.
La conservación es
una creación continua: pues si Dios retirara su mano omnipotente, al punto yo
volvería a la nada de donde me sacó. De ahí que en cada momento me da el mismo
ser que me dio en el primer instante de mi vida, con el mismo poder y el mismo
amor,
Por eso le
pertenezco por tantos títulos como momentos he vivido en el mundo y debo
agradecerle cada instante de mi vida como si se tratara del primero.
¡Oh Dios mío! Si
te pertenezco por tantos títulos y tengo tanta obligación de servirte, no
permitas que el pecado, el diablo o el mundo tengan parte alguna en lo que es
tuyo. Toma, te lo ruego, posesión plena de mi ser y de mi vida. Renuncio para
siempre al mundo, al príncipe de este mundo, al pecado abominable. Me entrego
enteramente a ti, Dios mío, y declaro que no quiero existir, ni vivir, ni
actuar, ni hablar, ni pensar, ni sufrir nada sino por amor a ti.
Jaculatoria: Me
has creado para ti, Señor, e inquieto andará mi corazón mientras no descanse en
ti.
Para
finalizar cada día:
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros,
líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame
Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo,
líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia,
líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús
dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo
y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga
caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí
se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo.
Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con
tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste
hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda
nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu
ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la
tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
***
Sagrado Corazón de
Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón
de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca
san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles
Custodios, rogad por nosotros.
San Juan Eudes,
ruega por nosotros.
Todos los santos y
santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano,
si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
***
Ave María
Purísima, sin pecado concebida.