ORACIÓN
DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
EN
LA CUEVA DE COVADONGA
Lunes
21 de agosto de 1989
1.
¡Dios te salve, Reina y Madre de misericordia!
He
subido a la montaña, he venido hasta tu Cueva,
Virgen
María, para venerar tu imagen,
“Santina
de Covadonga”.
Con
tus hijos de Asturias y de España entera
quiero
hoy proclamar tus glorias y unirme a tu canto:
¡Tú
eres la Sierva del Señor, nuestra Madre y Reina!
Como
peregrino que ansía afianzar su esperanza, vengo a este
santuario,
testigo de tanta fe y amor en la historia,
hogar
seguro, bajo tu cobijo, entre los montes,
donde
pusiste tu Casa y sin cesar dispensas los dones de tu Hijo.
2.
Junto con los Pastores y fieles de esta Iglesia de Asturias,
a
Ti, que eres dulzura y esperanza de cuantos te imploran,
te
pido el don de la esperanza que ilumina el futuro,
el
gozo perenne de la fe, el ardor radiante de la caridad.
Ayúdanos
a vivir en comunión sincera,
sabiéndonos
Iglesia de Dios, hermanos de Cristo e hijos tuyos,
para
dar testimonio de unidad y reavivar en nuestro pueblo la fe.
Te
pido, Señora, desde este corazón de Asturias que es tu Cueva,
por
todos los que invocan tu nombre en tantos otros templos,
que
esparcidos en la geografía del Principado,
son
faros de fe, santuarios donde brota el fervor de la esperanza,
morada
tuya donde tus hijos se reúnen en torno al altar.
3.
Quiero presentarte y poner ante tu pies, Virgen de Covadonga,
a
todos tus hijos de Asturias, las gentes del campo
y
los hombres del mar,
los
mineros con su duro e inclemente trabajo,
los
niños y los ancianos,
los
enfermos y todos los que sufren en el cuerpo y en el alma,
las
familias, y sobre todo, los jóvenes, promesa del futuro,
que
buscan la razón y el sentido de su vivir.
Alcanza
para todos de Dios, “rico en misericordia”,
con
tu poderosa mediación maternal,
la
gracia del perdón y de la reconciliación
que
Cristo tu Hijo nos ha merecido
para
vivir en paz con Dios y con los hermanos.
4.
Protege, Virgen Santa de Covadonga,
a
cuantos vienen hasta tu templo santo
para
unirse en matrimonio bajo tu mirada maternal.
Haz
que experimenten como los esposos de Caná,
la
gracia de tu intercesión y la presencia salvadora de tu Hijo,
para
que la fe cristiana sea fundamento inquebrantable de su hogar
y
el amor verdadero fortalezca su unión y se abra fecundo a la vida. Mira, Madre
de Asturias, a todos los emigrantes de esta tierra
que
desde lejos vuelven sus ojos hasta este santuario,
en
espera de poder regresar a su patria y contemplar tu rostro
que
atrae los corazones e irradia luz y paz.
5.
“Santina de Covadonga”, “causa de nuestra alegría”,
ilumina
a cuantos llegan a estas montañas
para
que reconozcan, en medio de tanta belleza,
a
Quien “yéndolas mirando, con sola su figura,
vestidas
las dejó de su hermosura”,
y
así se dejen atraer por la bondad y belleza del Creador
que
hizo de Ti el vértice de la hermosura humana y divina.
Suscita,
Madre de Asturias,
entre
los hijos e hijas de las familias cristianas
vocaciones
de apóstoles y misioneros:
nuevos
sacerdotes, religiosos y religiosas,
personas
consagradas y seglares comprometidos,
al
servicio del Reino y de la civilización del amor.
Haz
que, hoy como ayer, los hijos de Asturias
sigan
a tu Hijo por el camino de la santidad
y
siembren la semilla del Evangelio
desde
aquí hasta los confines de la tierra.
6.
Madre y Maestra de la fe católica,
haz
que Covadonga siga siendo, como antaño lo fue,
altar
mayor y latido del corazón de España.
Y
a quienes te cantamos como “la Reina de nuestra montaña”
y
a todos los hermanos que peregrinan por los senderos de la fe,
muéstranos
a Jesús, fruto bendito de tu vientre,
que
nos ofreces siempre como Salvador y Hermano nuestro.
¡Oh
clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Amén.