sábado, 27 de julio de 2024

28 de julio. SAN INOCENCIO Y MEDITACIÓN SOBRE LA INOCENCIA

28 de julio
 SAN INOCENCIO, Papa y Confesor

San Inocencio estaba en Ravena cuando Alarico, rey de los godos, saqueó la ciudad de Roma. Después de la partida de los bárbaros, volvió a Roma a consolar a su afligido pueblo. La paciencia que inspiró a los cristianos en esas tristes circunstancias impresionó vivamente a los paganos y convirtió a gran número de ellos. Condenó los errores de los pelagianos y excomulgó al emperador Arcadio y a la emperatriz Eudocia, por haber desterrado a San Juan Crisóstomo. Murió en el año 417, después de 15 años de pontificado.

MEDITACIÓN SOBRE LA INOCENCIA

I. Hay que ser inocente para entrar en el cielo; nada sucio penetra en él. Si perdiste la inocencia bautismal, será menester no sólo recurrir al sacramento " de la penitencia, sino también expiar con lágrimas, oraciones y buenas obras, la pena debida por tus pe- cados mortales, aunque estén perdonados; si aquí abajo no pagas esa deuda, forzoso será que la pagues en las llamas del Purgatorio. Elige. Solamente hay dos caminos para llegar al cielo: la inocencia y la penitencia. El primer grado de la felicidad es no pecar; el segundo, reconocer las faltas. (San Cipriano).

II. Vela por la pureza de tus manos, de tu corazón, de tu lengua, es decir, de tus acciones, de tus pensamientos y de tus palabras. Tus palabras son el intérprete de tus pensamientos; serán puras si tus pensamientos son puros, porque de la abundancia del corazón habla la boca. La bondad como la malicia de nuestras acciones viene de nuestra voluntad: de ella proceden la vida y la muerte. Cuida, pues, con todo esmero, la pureza de tu corazón.

III. Si injustamente se te acusa de alguna maldad, regocíjate al verte tratado como lo fue Jesucristo. Consuélate con el testimonio de tu conciencia y con el pensamiento de que Dios conoce tu inocencia. Quéjate a Jesús crucificado, como un amigo a su amigo, de la injuria que se te hace. Dile: Señor, soy inocente de la maldad que se me imputa, pero he cometido muchas otras que merecen mayor castigo. Menos sufrimos de la que en realidad merecemos. (Salviano).

La santidad
Orad por la Jerarquía

ORACIÓN

Señor, que la generosa confesión de vuestros santos Nazario, Celso, Víctor e Inocencio reanime nuestro valor y nos obtenga el socorro que reclama nuestra flaqueza. Por J. C. N. S. Amén. 

viernes, 26 de julio de 2024

27 de julio. PRODIGIO CON EL NAVÍO "SOBERANO". MES DE JULIO EN HONOR A LA VIRGEN DEL CARMEN

 


27 de julio

PRODIGIO CON EL NAVÍO "SOBERANO"

“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.

 

MES DE JULIO EN HONOR

A LA VIRGEN DEL CARMEN

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en este ejercicio consagrado a vuestra devoción, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo:

3 Avemarías

A continuación se lee el relato tomado de la obra “Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.

 

27 de julio

PRODIGIO CON EL NAVÍO "SOBERANO"

“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.

 

El experto y bravo capitán, Don Juan de Lazaga, se sentía gozoso después de seis días de deshecha borrasca, viendo desaparecer en derredor suyo buques menos afortunados, mientras él capeaba los vientos y se defendía como se defienden los héroes de los mares aguantándose hasta perder la vida asidos a la última astilla de la nave. Pero aún le quedaba un recurso, aún tenía alientos para respirar, para exhalar un tierno y profundo suspiro y articular con él el dulcísimo nombre de María:

-"¡Madre mía del Carmen, valednos!"

Con ese suspiro y ese nombre fue envuelto un voto que llegó hasta el cielo. Lo acogió María e inflamó en un instante los corazones de todos sus compañeros, de aquellos hombres curtidos por las brisas de todos los mares que, adivinando el pensamiento, gritaron todos a una:

-"¡Virgen bendita del Carmen, salvadnos que perecemos!"

Esto sucedía durante los días del 6 al 12 de septiembre de 1854. Más de quinientas personas sufrieron el horroroso temporal y huracán de seis días a bordo de un navío que contaba los cien años de surcar los mares.

Treinta y un días más tardaron en arribar o tomar puerto, casi anegados y en riesgo inminente de ser absorbidos a cada instante por las olas.

Se salvó el buque y se salvaron todos los hombres, sin que faltara uno solo.

-"Fue la Virgen bendita del Carmen, nuestra Reina Marinera, quien nos salvó en aquel inminente peligro en que estuvimos a punto de perecer".

Así proclamaba, llorando como un niño, el capitán y todos sus marineros, cuando ante el santo Obispo Antonio María Claret, fueron a rendir fervientes acciones de gracias a su Madre bendita del Carmen, en la iglesia Metropolitana de Santiago de Cuba, el día 26 de octubre de 1854, ante un público enardecido por la emoción, que no cesaba de aclamar y bendecir a la Virgen del Carmen.

 

Oración final para todos los días

Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve:

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

***

Querido hermano comparte esta devoción con tus familiares y amigos para que muchos conozcan y amen a la Virgen.

***

Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

OCTAVA BIENAVENTURANZA. SÁBADO DE LA NOVENA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


OCTAVA BIENAVENTURANZA.

SÁBADO DE LA NOVENA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

SÁBADO DE LA NOVENA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

OCTAVA BIENAVENTURANZA.

 

1.- Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia (1); pero no por sus delitos. Es cierto que todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, padecerán persecución (2). Luego si no quieres apartarte de la justicia o de la virtud, debes estar aparejado a morir antes que traspasar las leyes de Dios, que estableció en su pueblo (3). Mas ¿qué resolución es la tuya cuando suceda, o que has de padecer algo, o que has de faltar a una virtud, a una regla, a un precepto? Aseguras que sigues a Jesús, y crucificado; mas no quieres tolerar los clavos. A trueque de no padecer traspasas las reglas, los preceptos, desamparas la virtud. Una de dos: o confiesa que no sigues a Jesús, o padece.

2.- Porque de ellos es el reino de los cielos (4), así el consumado en la patria, como el principiado en la vida. El cual es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (5). Porque no puede perder la justicia o la santidad, el que quiere antes sufrir cualesquiera males, que violar una regla, un precepto sólo. Mira que te adquieras este reino, en el cual está la seguridad del futuro. No temas cosa alguna de las que has de padecer (6), del mundo que te contradice, del demonio que te aflige, de la carne que codicia contra el espíritu.

3.- Bienaventurados sois cuando os maldijeren los hombres, y profieren contra vosotros todo mal, mintiendo por mi causa (7). ¿Quién negará que es bienaventurado aquel a quien Dios bendice? Porque: La bendición del Señor hace ricos y no les acompañará la aflicción (8). Dios a la verdad, bendice a aquellos a quienes maldice el mundo por causa de la virtud. La bendición del Señor sobre la cabeza del justo (9). Ellos maldecirán y tu bendecirás (10). Y sabiendo esto, ¿no gustas aun de las alabanzas y bendiciones de los hombres? ¿Y con todo eso dirás que eliges ser vituperado con Cristo? Acaso ignoras aquello: ¡Ay cuando os bendijeren los hombres (11)!

 

(1) Matth., 5. (2) II Timot., 3. (3) II Machab., 7.

(4) Matth., 5. (5) Rom., 14. (6) Apoc., 2.

(7)Matth., 5. (8) Prov., 10. (9) Ibid. (10) Ps. 108.

(11) Luc., 5.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros. 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

27 de julio. SAN PANTALEÓN Y MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES DE NUESTRA ALMA

27 de julio
 SAN PANTALEÓN, Mártir

Yo conozco tus obras, tienes
nombre de vivo, pero estás muerto. 
(Apocalipsis, 3, I).

Hecho cristiano, San Pantaleón, médico rico de Nicomedia, no abandonó su profesión; no hizo sino ejercerla con más éxito: sanaba a los enfermos invocando el nombre de Jesús. Los médicos paganos, envidiosos de sus curaciones maravillosas que de este mod9 efectuaba, lo denunciaron al emperador l\.1aximiano. Éste le hizo sufrir los más crueles tormentos; pero el santo, alentado por la aparición del Salvador mismo, los soportó con invencible valor. Fue por fin decapitado, hacia el año 305.

MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES DE NUESTRA ALMA

I. El pecador está ciego: no ve ni las recompensas del paraíso ni las penas del infierno, ni la belleza de la virtud ni la fealdad del vicio; no considera sino el falso brillo de las riquezas, los encantos fa- laces de los placeres, y el vano aparato de la gloria mundana. Pecador, abre por fin tus ojos; considera que esos tesoros te abandonarán a tu muerte, que esos placeres yesos honores se desvanecerán como un sueño. Di a la vanagloria: adiós, eres sólo falsía, y, en partiendo, eres nada. (San Clemente de Alejandría).

II. El pecador está enfermo. El desorden de los humores es la causa de las enfermedades del cuerpo; el desorden de las pasiones es la fuente de las enfermedades del alma; ellas turban nuestra razón y le impiden dirigirse a Dios. ¿De dónde provienen tus pecados? Del desorden de tus pasiones: amas lo que deberías odiar, te horroriza lo que deberías amar. Pasa revista a tus pasiones, examina tus deseos, tus inclinaciones y tus aversiones; y, después que hayas conocido su desorden, di a Dios: Señor, el que no os ama está enfermo.

III. El pecador no sólo está enfermo, sino que está muerto, puesto que ha perdido la gracia; es más difícil convertir a un pecador que resucitar aun muerto. ¡Oh supremo Médico de nuestras almas, Vos que habéis dado vuestra vida para librarnos de la muerte del pecado, resucitadnos! Hagamos todo lo que podamos para salir del pecado, y pidamos a Dios que tenga piedad de nosotros. Estoy enfermo, llamo al médico; estoy ciego, corro a la luz; estoy muerto, suspiro por la vida. Vos sois el Médico, la Luz y la Vida, ¡oh Dios de Nazaret! (San Agustín).

El conocimiento de sí mismo
Orad por los enfermos.

ORACIÓN

Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la intercesión de San Pantaleón, vuestro mártir, libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.