domingo, 31 de enero de 2016

EL ROSARIO DE HOY CON SAN JUAN BOSCO


Monición inicial: Celebra hoy la Iglesia la fiesta de san Juan Bosco. Ordenado sacerdote en Turín (Italia) se dedicó con todas sus fuerzas a la formación de  jóvenes y adolescentes. Fundó dos congregaciones religiosas  para el aprendizaje de oficios e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo en el año 1888.
San Juan Bosco decía: “Sobre la devoción de la Virgen y el rezo del Rosario se basa toda mi obra educativa. Preferiría renunciar a cualquier otra cosa, antes que al Rosario”. Y también: “Tan necesario como es el pan para el cuerpo, así lo es el Santo Rosario para la salud del alma”. Acogiendo su enseñanza, nos ponemos en manos de María Auxiliadora para que nos conceda las gracias necesarias para nuestra salvación; y ofrecemos este rosario por los adolescentes y jóvenes para que no dejen atrapar por las garras del mundo; y también por aquellos que se dedican a la educación y promoción de la juventud. 
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.
Al Señor le agrada que le sirvan con gusto, porque haciéndolo con alegría y de corazón, se ama más a Dios
2.- LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
El afecto hacia las cosas de la tierra, disminuye y ahoga el deseo por las cosas del cielo.
3.- LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LOS APÓSTOLES REUNIDOS EN TORNO A LA VIRGEN MARÍA
Si queréis, amados jovencitos, ser los verdaderos amigos de Jesús y María,  debéis no tan sólo huir de los escandalosos, sino esforzaros con el buen  ejemplo a reparar el gran mal que éstos hacen a las almas.
4.- LA ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA A LOS CIELOS
Desgraciadamente peregrinamos aún por este valle de lágrimas y estamos lejos de la patria celeste y de nuestra  querida Madre; sin embargo confiemos en Ella, invoquemos a María, con toda piedad, que es toda bondad para con  nosotros.
5.- LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN COMO REINA Y SEÑORA DE TODO LO CREADO.

¿Queréis ofrecer la mejor florecilla a la Santísima Virgen? Sé exacto en el cumplimiento de tus deberes. 

EL ALIMENTO DEL ALMA ES LA PALABRA DE DIOS. San Gregorio Magno


Homilía de maitines

 

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

Forma Extraordinaria del Rito Romano


Homilía de San Gregorio, Papa.
La lección del Santo Evangelio que habéis oído, no necesita de exposición alguna, sino más bien de admonición. Pues la humana flaqueza no debe presumir, explicar lo que Verdad por si misma expuso. Pero en esta misma exposición hecha por el Señor encontramos algunas cosas que las debemos considerar atentamente. A la verdad que si nosotros os dijésemos que la semilla significa la palabra, el campo el mundo, las aves los demonios, y las espinas las riquezas quizá vuestra mente vacilaría en darnos crédito. Por eso el mismo Señor se dignó por sí mismo exponer lo que decía, para que supierais inquirir el significado de las cosas, en aquellas que por si mismo no quiso explicar.
Exponiendo, pues, lo que había dicho, manifestó que hablaba figuradamente, y con ello también quiso moveros a darnos crédito cuando nosotros os descubrimos el sentido figurado de sus palabras. Pues a la verdad, ¿Quién a mi jamás me creería, si quisiera interpretar por espinas a las riquezas, y tanto más cuanto aquellas punzan y estas deleitan?
Y con todo son espinas, porque con la punzadas de sus cuidados destrozan el alma, y al inducir al pecado, como hiriendo ensangrientan. Por lo cual, en este mismo lugar, según el testimonio de otro evangelista, el Señor no las llamo tan sólo riquezas, sino falsas riquezas.

Son mentirosas, porque no pueden permanecer por mucho tiempo con nosotros, son mentirosas, porque no satisfacen la indigencia de nuestra alma. Solamente son verdaderas riquezas las que nos enriquecen con las virtudes. De consiguiente, hermanos carísimos si deseáis ser ricos, amad las verdaderas riquezas. Si deseáis los más elevados honores, procurad el reino celeste. Si amáis las glorias de las dignidades, apresuraos para ser inscritos en la suprema asamblea de los Ángeles. Las palabras del Señor, que percibís con los oídos, retenedlas en la mente. Pues el alimento del alma es la palabra de Dios. Si no permanece en nuestra memoria, cuando la hemos escuchado es como el alimento que el estómago enfermo rechaza. Y vosotros sabéis muy bien que se desconfía de la vida de cuantos no retienen el alimento.

EVANGELIO DEL DOMINGO: PARÁBOLA DE LA SEMILLA


DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

Forma Extraordinaria del Rito Romano

Habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo en parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena, y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».

 Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola. Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

El sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.

 Lc 8, 4-15

sábado, 30 de enero de 2016

LO QUE LA VIRGEN MARÍA HA DADO A JESÚS. Beato Dom Columba Marmion


Lo que María ha dado a Jesús
Por Dom Columba Marmion
Lo que María ha dado a Jesús. Por su «fiat», la Virgen aceptó dar al Verbo una naturaleza humana; es la Madre de Cristo; en virtud de esto, entra esencialmente en el misterio vital del Cristianismo.
¿Qué ha dado María a Jesús?
Le ha dado, permaneciendo ella Virgen, una naturaleza humana.
- Es éste un privilegio único que María no comparte con nadie
[Nec primam similem visa est, nec habere sequentem. Antíf. de Laudes de Navidad].
El Verbo podría haber venido al mundo tomando una naturaleza humana creada ex nihilo, sacada de la nada, y ya perfecta en su organismo, como fue formado Adán en el Paraíso terrenal. Por motivos que sólo conoce su sabiduría infinita, no lo hizo.
Así, al unirse al género humano, quiso el Verbo recorrer, para santificarlas, todas las etapas del
desarrollo humano; quiso nacer de una mujer.
Pero lo que admira en este nacimiento es que el Verbo lo subordinó, por decirlo así, al consentimiento de esa mujer.
Vayamos en espíritu a Nazaret, para contemplar ese espectáculo inefable. El ángel se aparece a la doncella virgen; después de saludarla, le comunica su embajada: «He aquí que concebirás en tu seno y parirás un hijo, y le darás por nombre Jesús; sera grande y será llamado Hijo del Altísimo y su reino no tendrá fin». María pregunta al ángel cómo ha de obrarse esto, siendo ella virgen (Lc 1,34).
Gabriel le responde: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios». Luego, evocando como ejemplo a Isabel, que había concebido a pesar de su esterilidad pasada, porque así le plugo al Señor, el Angel añade: «Para Dios nada es imposible»; puede, cuando lo quiere, suspender las leyes de la naturaleza.
Dios propone el misterio de la Encarnación, que no se realizará en la Virgen más que cuando ella haya dado su consentimiento. La realización del misterio queda en suspenso hasta la libre conformidad de María. En ese instante, según enseña Santo Tomás, María nos representa a todos en su persona; es como si Dios aguardase la respuesta del género humano, al cual quiere unirse
[Per annuntiationem exspectabatur consensus virginis loco totius humanæ naturæ. III, q.30, a.1].
¡Qué instante aquel tan solemne, ya que en aquel momento va a decidirse el misterio vital del Cristianismo! San Bernardo, en una de sus más hermosas homilías sobre la Anunciación (Hom. IV, super Missus est, c.8), nos presenta todo el género humano, que ha millares de años espera la salvación, a los coros angélicos y a Dios mismo, como en suspenso aguardando la aceptación de la joven Virgen.
Y he aquí que María da su respuesta: llena de fe en la palabra del cielo, entregada enteramente a la voluntad divina que acaba de manifestársele, la Virgen responde con sumisión entera y absoluta: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra»
(Lc 1,38).
Este Fiat es el consentimiento dado por María al plan divino de la Redención, cuya exposición acaba de oír; este Fiat es como el eco del Fiat de la creación; pero de él va a sacar Dios un mundo nuevo, un mundo infinitamente superior, un mundo de gracia, como respuesta a esa conformidad; pues en ese instante el Verbo divino, segunda persona de la Santisima Trinidad, se encarna en María: «Y el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14).
Verdad es, como acabamos de oírlo de la boca misma del ángel, que ningún concurso humano intervendrá, pues todo ha de ser santo en la concepción y el nacimiento de Cristo; pero cierto es también que de su sangre purísima concebirá María por obra del Espíritu Santo, y que el Dios-Hombre saldrá de sus purisimas entrañas. Cuando Jesús nace en Belén, ¿quién está allí reclinado en un pesebre?
Es el Hijo de Dios, es el Verbo que, «permaneciendo Dios» [Quod erat permansit. Antífona del Oficio del 1º de enero], tomó en el seno de la Virgen una naturaleza humana. En ese niño hay dos naturalezas bien distintas, pero una sola persona, la persona divina; el término de ese nacimiento virginal es el Hombre-Dios; «El ser santo que nacera de ti será llamado Hijo de Dios»
(Lc 1,35); ese Hombre Dios, ese Dios hecho hombre, es el hijo de María. Es lo que confesaba Isabel, llena del Espíritu Santo: «¿De dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?» (ib. 43). María es la Madre de Cristo, pues al igual que las demás madres hacen con sus hijos, formó y nutrió de su sustancia purísima el cuerpo de Jesús. Cristo, dice San Pablo, fue «formado de la mujer». Es dogma de fe. Si por su nacimiento eterno «en el esplendor de la santidad» (Sal 109,3), Cristo es verdaderamente Hijo de Dios, por su nacimiento temporal es verdaderamente Hijo de María. El Hijo único de Dios es también Hijo único de la Virgen. Tal es la unión inefable que existe entre Jesús y María; ella es su Madre, El es su hijo. Esa unión es indisoluble; y como Jesús es al mismo tiempo el Hijo de Dios que vino a salvar al mundo, María, de hecho, está asociada íntimamente al misterio vital de todo el Cristianismo. Lo que constituye el fundamento de todas sus grandezas es el privilegio especial de su maternidad divina.

OFRENDA TOTAL. Oración del Beato Columba Marmión



¡Oh Señor Jesús! 
Tienes poder para atraerme enteramente a Ti, 
para transformarme en Ti. 
Me entrego por completo a Ti 
para que te hagas dueño de todo mi ser, 
de toda mi actividad, 
para que yo no viva sino de Ti, por Ti y para Ti.

EL ROSARIO DE HOY CON EL BEATO MANUEL DOMINGO Y SOL


Monición inicial: Celebra hoy la Iglesia entre algunos santos y beatos, al Beato Manuel Domingo y Sol, sacerdote español nacido en Tortosa (Tarragona) en el año 1836. Su vida entera fue una pasión ardiente por el sacerdocio, y lo vivió con toda intensidad. Fundador la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos para la formación del clero y el Pontificio Colegio Español de Roma.
El mismo decía sobre el Rosario: “Esta devoción fue inspirada por la misma Madre de Dios, ¿qué efectos y qué gracias no nos alcanzará del Señor?” Con esta misma confianza que él nos muestra, acudamos a María por nuestras necesidades y las del mundo entero.
MISTERIOS GOZOSOS
1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María.
“Hermanos míos, no sólo en un punto del globo, no sólo una vez al año, no a ciertas almas, sino que ha querido fijar su tabernáculo en medio de todos nosotros, y en todas las partes de la tierra, y quiere venir a nuestros corazones..., y esto hasta la consumación de los siglos, real, vivo verdadero.”
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
“No sólo el nombre de Madre es el que tiene María, sino el poder, la protección, el cariño, la solicitud de Madre, solicitud y cariño que no ha podido ni podrá tener ninguna madre natural respecto de sus hijos.”
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Acerquémonos a su cuna, meditemos a fondo las lecciones que nos da y los motivos de consuelo que nos ofrece su humilde nacimiento, para que la alegría que nos resulte no sea una alegría vana, sino una alegría espiritual, sólida y  verdadera...”
4.-La purificación de Nuestra Señora y presentación del Niño Jesús en el templo
"Nace pobre, nace pequeño, nace en un lugar público, para que únicamente la confianza, el cariño, el amor, sea el único móvil con que sabios e ignorantes, ricos y pobrecitos se acerquen a lavarse en esta fuente de bondad y misericordia"
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo

“Dios oculto y misterioso, verdaderamente sois el salvador de nuestras almas. Deus absconditus, Deus salvator. El ha querido ocultarse para revelarse en nosotros y multiplicarse por medio de nosotros.”

viernes, 29 de enero de 2016

COMO SE HA DE COMULGAR. San Francisco de Sales




COMO SE HA DE COMULGAR
San Francisco de Sales
La noche anterior, comienza a prepararte para la Sagrada Comunión, con muchas aspiraciones y deseos amorosos, y acuéstate a la hora conveniente, para que puedas levantarte temprano. Y, si, durante la noche te despiertas, llena enseguida tu corazón o tu boca de palabras olorosas, con las cuales sea tu alma perfumada para recibir al Esposo, el cual, en vela, mientras tú duermes, se prepara para traerte mil gracias y favores, si tú, por tu parte, estás en disposición de recibirlos. Por la mañana, levántate con gran alegría, por la bienaventuranza que esperas, y una vez confesada, ve con gran confianza, mas también con gran humildad, a recibir este pan celestial, que te alimenta para la inmortalidad. Y, después que hubieres dicho estas palabras: «Señor, yo no soy digna», no muevas más la cabeza ni los labios, ni para rezar ni para suspirar, sino que, abriendo con suavidad la boca y levantando lo necesario la cabeza, para que el sacerdote pueda ver lo que hace, recibe, llena de fe, de esperanza y de caridad, a Aquel, en el cual, por el cual y para el cual, crees, esperas y amas. ¡Oh Filotea! imagínate que, así como la abeja, después de haber chupado de las flores el rocío del cielo y el néctar más exquisito de la tierra, y, después de haberlo convertido en miel, lo lleva a su panal, de la misma manera, el sacerdote, después de haber tomado del altar el Salvador del mundo, verdadero Hijo de Dios, que, como rocío, desciende del cielo, y verdadero Hijo de la Virgen, que, corno una flor, ha brotado de la tierra de nuestra humanidad, lo pone, como manjar de suavidad, en tu boca y en tu corazón. Una vez lo hayas recibido, mueve tu corazón a rendir homenaje a este Rey Salvador; habla con Él de tus interioridades, contémplalo dentro de ti, donde ha entrado para tu felicidad; finalmente, hazle tan buena acogida como puedas y pórtate de manera que, en todos los actos, se conozca que Dios está en ti.
Pero, cuando no puedas tener el gozo de comulgar realmente en la santa Misa, comulga, a lo menos, de corazón y en espíritu, uniéndote, con fervoroso deseo, a esta carne vivificadora del Salvador.
Tu gran anhelo, en la comunión, ha de ser avanzar, robustecerte y consolarte en el amor de Dios, ya que por amor, debes recibir al que, sólo por amor, se da a ti. No, el Salvador no puede ser considerado en una acción ni más amorosa ni más tierna que ésta, en la cual podemos afirmar que se anonada y convierte en manjar, para penetrar en nuestras almas y unirse íntimamente al corazón y al cuerpo de sus fieles.
Si los mundanos te preguntan por qué comulgas con tanta frecuencia, diles que lo haces para aprender a amar a Dios, para purificarte de tus imperfecciones, para consolarte en sus aflicciones, para apoyarte en tus debilidades. Diles que son dos las clases de personas que han de comulgar con frecuencia: las perfectas, porque, estando bien dispuestas, faltarían, si no se acercasen al manantial y a la fuente de perfección, y las imperfectas, precisamente para que puedan aspirar a ella; las fuertes, para no enflaquecer, y las débiles, para robustecerse; las enfermas, para sanar, y las que gozan de salud, para no caer enfermas; y tú, como imperfecta, débil y enferma, tienes necesidad de unirte, con frecuencia, con tu perfección, con tu fuerza y con tu médico. Diles que los que no están muy atareados han de comulgar con frecuencia, porque tienen tiempo para ello, y que los que tienen mucho trabajo también, porque lo necesitan, pues los que trabajan mucho y andan cargados de penas, han de tomar manjares sólidos y frecuentes. Diles que recibes el Santísimo Sacramento para aprender a recibirlo bien, porque no se hace bien lo que no se hace con frecuencia.
Filotea, comulga mucho, tanto cuanto puedas, con el parecer de tu padre espiritual; y, créeme, las liebres de nuestras montañas, en invierno, se vuelven blancas porque no ven ni comen más que nieve; y tú, a fuerza de adorar y comer la belleza, la bondad y la pureza misma, en este divino Sacramento, llegarás a ser toda hermosa, toda buena y toda pura.

EL ROSARIO DE HOY CON SAN FRANCISCO DE SALES


Monición inicial: Celebramos en la Forma Extraordinaria la memoria de san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia. Con su incansable ardor pastoral y su predicación hizo volver a la comunión católica a muchos hermanos que se habían separado y con sus escritos enseñó a los cristianos la devoción y el amor a Dios. Fundó, junto con santa Juana de Chantal, la Orden de la Visitación. Murió el 28 de diciembre de 1621.
“Debéis mirar sencillamente a Nuestro Señor crucificado y decirle vuestro amor” decía san Francisco de Sales. Pidiendo a la Virgen María que nos enseñe a amar a Jesús, meditamos los misterios dolorosos.  

MISTERIOS DOLOROSOS
1.-La oración de Jesús en el Huerto
“Querríamos orar en agua de rosas y ser virtuosos comiendo azúcar y no miramos a Jesús, postrado en tierra, sudando sangre y agua de dolor por la intensa lucha que siente en su interior.”
2.-La flagelación del Señor atado a la columna
Toda la vida del hombre está sujeta a sus pasiones, cambios y vicisitudes. Hay que velar continuamente sobre el propio espíritu para tener las pasiones en regla bajo el imperio de la razón.
3.-La coronación de espinas
Quejaos lo menos que podáis de las cosas malas que os hagan porque es seguro que, por lo común, el que se queja peca, ya que el amor propio os hace ver las injurias más grandes de lo que son.
4.- Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del calvario.
“Todos debemos cargar nuestra cruz con Jesús, y esa cruz son los sufrimientos que encontramos en el camino de  nuestra vida.” “El camino de la cruz es el que nos conduce a Dios. “
5.- La crucifixión y muerte del Señor
“La duración de la cruz le da su precio, porque no hay sufrimiento mayor que el que

permanece.”

jueves, 28 de enero de 2016

ORACIÓN AL PADRE PARA AMAR A LA IGLESIA. Beato Jorge Matulaitis-Matulewicz





ORACIÓN AL PADRE PARA AMAR A LA IGLESIA. 
Beato Jorge Matulaitis-Matulewicz
Beso la mano de Tu providencia, me entrego enteramente a tus planes. Oh Padre Celestial, haz de mí lo que quieras. Te agrada conducirme por maravillosos caminos, Señor. ¡He aquí tu siervo! ¡Envíame donde quieras! Me lanzo como un niño en tus brazos, llévame. Si quieres guiarme por los caminos de las fatigas, sufrimientos y opresiones, yo te lo agradezco mucho. Creo que andando por este camino no me perderé fácilmente, porque éste es el camino por el cual anduvo mi Redentor Jesucristo. Concédeme, oh Señor, que renunciando más y más a mí mismo, pueda amarte a Ti más y más. Dame fuerza y coraje a fin de que por la exaltación de tu nombre y por la expansión de tu Iglesia, yo no me deje doblar por ningún impedimento y no me deje abatir nunca por las dificultades que puedan surgir; sino que esté lleno de tu Espíritu y pueda llevarlo a todas partes.
Es nuestro deber ir donde podamos ganar más para Dios, donde podamos salvar más almas, es decir, a aquellos lugares donde abunden el ateísmo, la tibieza, la inmoralidad y la apostasía. Necesitamos penetrar dondequiera que algo pueda ser ganado para Cristo y la Iglesia. Si una puerta se cierra, abramos otra, de manera que pueda entrar la luz.
¡Oh, amadísima Iglesia Santa de Dios, verdadero Reino de Cristo en la tierra! ¡Si me olvido de ti que se me paralice la mano derecha, que se me pegue la lengua al paladar si no te recuerdo, si no te estimo, mi amadísima Madre, más que a todas mis alegrías! ¡Que esta exclamación sea el grito incesante de mi corazón! Si puedo pedírtelo, concédeme Señor que en Tu Iglesia yo sea como un simple trapo que, cuando se gasta, es lanzado a algún lugar en un rincón oscuro. Que yo sea usado y gastado de la misma forma, con tal que un pequeño rincón de Tu Iglesia quede limpio, con tal de que Tu Casa esté un poco más ordenada e iluminada. Concédeme que yo sea despreciado, usado y gastado si así Tu Gloria crece y se propaga, si así yo puedo colaborar al crecimiento de Tu Iglesia. Concédeme que yo sea capaz de trabajar y sufrir por Ti, Tu Santa Iglesia y su Cabeza visible, el Santo Padre.
Concédenos, oh Señor, la gracia de vernos dominados por este pensamiento: soportar las cargas, pruebas y tribulaciones de la Iglesia; no esperar nada de este mundo; no buscar ni esperar ninguna ganancia personal; sino que nuestra vida se consagre a Dios y a la Iglesia y se consuma en las cargas y tribulaciones de la misma, sin temer a los obstáculos creados por el mundo y sus poderes, y no se transforme en una vida necia sino en una vida que nos lleve valientemente a la acción y a la pelea por la Iglesia dondequiera que urja la mayor necesidad, o sea, donde la autoridad civil persiga a la Iglesia, donde la vida religiosa, las sociedades y las instituciones eclesiales se vean obstaculizadas.
Que temamos sólo una cosa: morir sin haber sufrido o trabajado duramente o ganado algo para la Iglesia, la salvación de las almas y la mayor Gloria de Dios. Que nuestros pensamientos y deseos tengan siempre esta meta: ¡Llevar a Cristo y a Su Espíritu a todas partes y en todas las cosas, y glorificar por doquier el nombre de la Iglesia!
Te agradezco, oh Señor, por haberme concedido estos extraordinarios sentimientos hacia la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. ¡Cuán dulce es caer a sus pies y sumergirme en la oración! Impregnada por los más dulces sentimientos, mi alma desvanece, y mi cuerpo es inundado por un temblor maravilloso, incomprensible, inexpresable. Es como el sentimiento que tengo cuando aprieto Tu Santa Cruz contra mi corazón.

EL ROSARIO DE HOY CON SAN JOSE FREINADEMETZ


MONICIÓN INICIAL: Se hace hoy memoria del sacerdote San José Freinademetz, religioso de la Sociedad del Verbo Divino, que trabajó incansablemente en la evangelización del sur de China. Con algunos de sus pensamientos meditamos el rosario de hoy.
Señor mío Jesucristo…
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“Si fuera joven de nuevo, y si debiera elegir mi vocación nuevamente, sin vacilar tomaría la misma decisión: misionero.”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“La desesperación es una grave enfermedad que implica falta de fe.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
“Al inicio de su obra redentora, Jesús envió a Pedro y a los demás apóstoles a proclamar el Evangelio. Vosotros, que hoy continuáis predicando el Evangelio, sois igualmente apóstoles. Las gentes, oprimidas por el error, son como ovejas sin pastor. Es vuestra tarea ayudarlas y guiarlas a verdes pasturas, porque las ovejas se pierden por falta de un pastor.”
4.-La Transfiguración del Señor
“Recordemos que la perfección no existe en este mundo, por lo que no podemos pretender ni esperar de nadie algo perfecto. Debemos trabajar y fatigarnos y estar conformes con la cosecha, salga como salga, según la voluntad de Dios.”
5.- La institución de la Eucaristía

“La cruz es el pan cotidiano del misionero: pero tampoco faltan motivos de gozo.”

LA CARIDAD DE MARÍA. San Amadeo de Lausana


La caridad de María. 
San Amadeo de Lausana
Hay que hacer notar y reflexionar sobre el amoroso cuidado y la bondad con que María rodea y ama a los que están unidos por la pureza de alma a ella, cuya intervención libra sin cesar - como ya lo hemos dicho- a los hombres malvados e impíos de la muerte del pecado y de los castigos eternos. Ella resplandece y se distingue por su doble caridad: por una parte, está firmemente unidad a Dios, a quien ella adhiere, formando un sólo espíritu con él. Por otra parte, atrae y consuela dulcemente los corazones de los elegidos y les participa los dones excelentes que provienen de la liberalidad de su Hijo. Excediendo en rapidez las seis alas del serafín, ya sea en la fuente de la vida, en que goza del amor de la divinidad, ya sea iluminando la tierra con signos y milagros, ella acude en todas partes junto a los suyos, como una madre, llena de gozo y generosidad.
A unos su presencia los convierte en vencedores, triunfando sobre los vicios; a otros su intercesión maternal les asegura la posesión de las más altas virtudes; a algunos les abre el secreto de la contemplación interior; a los demás les concede- al término de su vida- un camino seguro, a tal punto que ninguna fuerza del enemigo podrá atemorizar a los que conduce hacia Cristo la Madre del Hijo único de Dios.

miércoles, 27 de enero de 2016

EL CUARTO DE HORA. Oración para comenzar y terminar. San Enrique de Osso




EL CUARTO DE HORA. 
Oración para comenzar y terminar. 
San Enrique de Osso
San Enrique de Ossó, gran conocedor de la espiritualidad teresiana, sintió la necesidad de extender el carisma de Teresa de Jesús, que no es otro que el de la oración. Y enseñó a orar a la gente sencilla, a los niños, a los jóvenes, al pueblo de Dios, mediante una fórmula que hizo época: “Dadme un cuarto de hora de oración diaria y os prometo el cielo”. Para el comienzo del cuarto de hora de oración, san Enrique de Ossó escribió la siguiente oración preparatoria:
    “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho este “cuarto de hora de oración” que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Para después de la meditación podrás decir con toda pausa y fervor la siguiente:
    Oración. Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración… Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra... ¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, Por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amén.”