EL CUARTO DE HORA.
Oración para
comenzar y terminar.
San Enrique de Osso
San Enrique de Ossó, gran conocedor de la espiritualidad
teresiana, sintió la necesidad de extender el carisma de Teresa de Jesús, que
no es otro que el de la oración. Y enseñó a orar a la gente sencilla, a los
niños, a los jóvenes, al pueblo de Dios, mediante una fórmula que hizo época:
“Dadme un cuarto de hora de oración diaria y os prometo el cielo”. Para el
comienzo del cuarto de hora de oración, san Enrique de Ossó escribió la
siguiente oración preparatoria:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío
amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo
lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más
ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos
ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y
reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de
todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer
con provecho este “cuarto de hora de oración” que ofrezco a vuestra mayor
gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús
enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros
siempre amar. Amén.”
Para después de la meditación podrás decir con toda pausa y
fervor la siguiente:
Oración. Os doy gracias, Dios mío, por los
buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato
de oración… Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia
eficaz para ponerlos por obra... ¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, Por María, por
José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las
cosas vuestra santísima voluntad. Amén.”