LA DULZURA DE LA VIRGEN MARÍA.
VIRTUDES DE NUESTRA MADRE
La
dulzura tiene su origen en la bondad del corazón que derrama sobre nosotros y
nuestras acciones un encanto inefable, al paso que la brutalidad y aspereza nos
alejan de nuestros semejantes. La virtud de la dulzura nos ayuda a que nuestros
actos, gestos, palabras, formas sean suaves y amables.
Hay
dulzuras falsas: la hipócrita y mundana que finge, la interesada que busca ser
correspondida, la afectada e indiscreta, la blanda y débil, la ocasional o
particular que solo vivimos por momentos o con ciertas personas...
La
Virgen María es la Virgen siempre dulce. Imaginemos su rostro, sus miradas, sus
gestos y su porte… Vayamos repasando las escenas de su vida: la anunciación, la
visitación a su prima, el viaje a Belén y el nacimiento del niño Jesús… todo,
su vida diaria, hasta el mismo momento del Calvario y la sepultura de su Hijo….
Dulce en su porte, dulce en su mirada,
dulce en su rostro, dulce en su sonrisa, dulce en sus miradas, dulce toda ella…
y, sin ficción, sin hipocresía, sin interés, sin pusilanimidad ni blandura…
Pensemos
cada vez que contemplamos una de sus imágenes, pensemos cada vez que invocamos
su nombre, pensemos cada vez que acudimos a ella… que sosiego y paz nos
transmiten; y todo ello es por su dulzura.
La
dulzura de la Virgen está unida a su Maternidad: quizás considerando la dulzura
nuestra propia madre podremos atisbar un poco la Dulzura de nuestra Señora.
Hemos
de esforzarnos por vivir la virtud de la dulzura en nuestras formas, en
nuestros gestos, en nuestro porte, en nuestras palabras. Hemos de esforzarnos
por vivir esta virtud unida al amor al prójimo por amor de Dios. Hemos de vivir
la virtud de la dulzura con todos y siempre. Hemos de vivir la virtud de la
dulzura juntamente con la firmeza, sin ceder por comodidad o cobardía.
Si
nuestro carácter es agrio e iracundo, brusco y desagradable, hemos de trabajar
para conseguir esta virtud: pues si en ella no avanzaremos en la santidad. Si las
malas experiencias de la vida han podido también agriarnos o han levantado una
muralla de dureza e insensibilidad para “proteger-aislar” nuestro corazón por medio
a sufrir, hemos de volver a abrirnos a esta virtud sin la cual no hay verdadera
caridad.
Utilicemos
también esta virtud para ganar almas para Cristo: “Se cogen más moscas con una
cucharada de miel que con un tonel de vinagre”.
ORACION PARA PEDIR LA DULZURA
¡Oh
clementísima Reina y Auxiliadora de los cristianos! Con las más ardientes
súplicas vengo a pedirte la gracia que necesito… y me concedas además la santa
dulzura, que es el ropaje de la humildad y la virtud predilecta del Sacratísimo
Corazón de Jesús. Débil y orgulloso como soy, jamás llegaría a revestir mi alma
de este encantador ropaje sin tu misericordia. Ayúdame a ser cortés en el
trato, dulce en el sentir y en el hablar, bueno con todos y especialmente con quien
se me manifieste frío y maligno, a fin de procurarte una complacencia a Ti y a
tu dulcísimo Jesús. Amén.