REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
(n. 28)
28 La
benevolencia y la misericordia, que inspiran el actuar de Dios y ofrecen su
clave de interpretación, se vuelven tan cercanas al hombre que asumen los
rasgos del hombre Jesús, el Verbo hecho carne.
Nuestro Señor Jesucristo hace presente de
forma única y definitiva la bondad y la misericordia del Padre que ha
caracterizado su obrar con el hombre a lo largo de la historia de la salvación…
Pero no solamente como un enviado para cumplir el mandato del Padre con unas
obras concretas, sino que el mismo es la misma Misericordia y Bondad. Descubrir
a Jesús Misericordia y Bondad es la intención a la que el Papa Francisco nos
invita en este año jubilar de la Misericordia.
En Cristo, nacido de la Virgen María,
tenemos el rostro de Dios y en él tenemos la respuesta a la búsqueda interior
del hombre de ver a Dios: “Jesús no nos dice algo sobre Dios, no habla
simplemente del Padre, sino que es revelación de Dios, porque es Dios, y nos
revela de este modo el rostro de Dios” –enseñaba el Papa Benedicto XVI.
Por ello, la Iglesia y nosotros cristianos
no podemos presentar otro rostro, otra imagen de Dios, que no sea la de
Jesucristo, el Jesucristo histórico que nos muestran los Evangelios, con los
misterios de su vida, con sus acciones, con sus palabras. Solamente él es la
salvación del mundo. Jesús nos un salvador entre otros posibles, nos es un
profeta entre otros posibles, nos una experiencia de los divino entre otras… Él
es la plenitud y la revelación definitiva del Padre. “En ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el
cual podamos ser salvos.” Hch 4, 12
La Iglesia y cada uno de nosotros hemos de
saber presentar, proponer, ofrecer y sobre todo testimoniar con nuestra vida a
Jesús, único Salvador de los hombres, ante aquellos que no creen, que viven
alejados o que practican otras religiones.
Si realmente estamos convencidos que sólo Jesucristo es el Salvador –si lo
creemos de verdad porque lo hemos experimentado-, necesariamente tenemos que
ser misioneros. El mismo amor a Dios y a nuestros hermanos los hombres ha de
impulsarnos a que conozcan y se dejen salvar por Jesucristo.