VE A NAZARET Y ESCUCHA CON
DOCILIDAD LAS PALABRAS DE PAZ Y DE VIDA ETERNA QUE SALEN DE LOS LABIOS DE
JESÚS, MARÍA Y JOSÉ. ( E.N. I, 1)
Ve. Sal de donde
estés, deja tus circunstancias, tus aparentes riquezas, tus ataduras, tus
límites y…ve. Ponte en camino y para ello deja. Camina y cuenta con el
cansancio, con el desasosiego, con la impaciencia. La meta a la que se te envía
– Nazaret- no se alcanza nunca. A Nazaret se va, no se llega. Ir a Nazaret es
buscar a Dios: sobrepasa los límites humanos. ¿Cómo puedo alcanzar el Misterio?
¿Puedo acaso hacerlo mío?
Ve a Nazaret. No a Jerusalén,
no al centro, no al renombre ni al éxito. Ve a lo oculto, a lo irrelevante. Ve
a lo escondido que, el nuestro, es un Dios escondido.
Ve a Nazaret que ni siquiera tiene
murallas. Porque Nazaret es para todos, es la no-defensa, la no-protección.
Ve a Nazaret donde la vida se teje sin
aspavientos, en lo cotidiano, en la rutina habitada por una Presencia. Ve a
Nazaret donde hay un Dios “diferente” al que imaginas y piensas.
Ve a Nazaret donde Jesús crece. Ve a tu
propio corazón y haz crecer a Dios en él.
Nazaret no se ve de lejos. No hay
murallas que anuncien su presencia. Cuatro casas desperdigadas y marginales,
cuatro casas que cargan con mala fama: ¿de Nazaret puede salir algo bueno? No
se ve de lejos así que vigila, estate atento, no vaya a ser que pases de largo…
Nazaret es tu patria portátil. Es hogar,
escuela, taller y templo. Es familia. ¿Qué más precisas?
Y escucha. Haz silencio, da
primacía a la Palabra. No seas ruidoso. Mira el rostro de quien te habla.
Déjate mirar. Con eso llegara la paz y tu corazón agitado, presto al juicio y
la condna, será dócil, pacífico, humilde. Ellos te transforman.
Escucha con docilidad. Siéntate a los
pies de Jesús, María y José, Trinidad Maestra que te habla en el silencio y te
vivifica. Ellos alimentan tu hambre, sacian tu sed. Ellos te enseñan palabras
de vida eterna.
Ve, camina. Nazaret te espera.