LA
CRIATURA SIN EL CREADOR DESAPARECE
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
(n. 41-44)
La tentación constante del hombre desde el paraíso
hasta nuestros días es la de hacer la vida al margen de Dios en búsqueda de una
independencia o emancipación. La tentación consiste en ver en Dios a un tirano,
opresor o como alguien que impide nuestra
libertad y nuestra felicidad.
Pero todo lo
contrario, “cuanto más el hombre se contempla a la luz
del designio de Dios y se vive en comunión con Él, tanto más se potencia y
libera en su identidad y en la misma libertad que le es propia.”
Jesucristo nos muestra con su propia vida
que es en la relación filial con el Padre donde el hombre descubre el verdadero
rostro de Dios: rostro misericordioso. Es así, reconociendo a Dios como Padre
nuestro como llegamos a la verdadera libertad y, por tanto, a la felicidad…
Recordemos que bellamente expresa esto la parábola del hijo pródigo: alejándose
de su padre perdió hasta su propia dignidad personal y es volviendo a él donde
encuentra su lugar y su condición de hijo.
Podrían acusarnos de “infantilismo” o de un “proteccionismo”
en la visión de la relación de Dios con el hombre, pero todo lo contrario: Dios
hace libre al hombre para que como “adulto” responda a su amor y le concede responsabilidad
en su creación descubriendo sus leyes, empleando y ordenando poco a poco las realidades
temporales.
“LA CRIATURA SIN EL CREADOR DESAPARECE”: esta expresión del Concilio Vaticano II
encierra una profunda verdad; pues Dios es el garante de los derechos de los
hombres, es la fuente de su dignidad como personas; y eliminado Dios el hombre
se convierte en un objeto de mercado e intereses. Es más, Dios es el defensor
de los pobres, de los marginados, de los que no cuentan… Los que
quieren hacer callar a la Iglesia pretenden silenciar la voz de Dios para poder
así seguir manipulando al hombre a su antojo.