Homilía de maitines
DOMINGO DE SEXAGÉSIMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Gregorio, Papa.
La lección del Santo
Evangelio que habéis oído, no necesita de exposición alguna, sino más bien de
admonición. Pues la humana flaqueza no debe presumir, explicar lo que Verdad
por si misma expuso. Pero en esta misma exposición hecha por el Señor
encontramos algunas cosas que las debemos considerar atentamente. A la verdad
que si nosotros os dijésemos que la semilla significa la palabra, el campo el
mundo, las aves los demonios, y las espinas las riquezas quizá vuestra mente
vacilaría en darnos crédito. Por eso el mismo Señor se dignó por sí mismo exponer lo que
decía, para que supierais inquirir el significado de las cosas, en aquellas que
por si mismo no quiso explicar.
Exponiendo, pues, lo que
había dicho, manifestó que hablaba figuradamente, y con ello también quiso
moveros a darnos crédito cuando nosotros os descubrimos el sentido figurado de
sus palabras. Pues a la verdad, ¿Quién a mi jamás me creería, si quisiera
interpretar por espinas a las riquezas, y tanto más cuanto aquellas punzan y
estas deleitan?
Y con todo son espinas, porque
con la punzadas de sus cuidados destrozan el alma, y al inducir al pecado, como
hiriendo ensangrientan. Por lo cual, en este mismo lugar, según el testimonio
de otro evangelista, el Señor no las llamo tan sólo riquezas, sino falsas
riquezas.
Son mentirosas, porque no
pueden permanecer por mucho tiempo con nosotros, son mentirosas, porque no
satisfacen la indigencia de nuestra alma. Solamente son verdaderas riquezas las
que nos enriquecen con las virtudes. De consiguiente, hermanos carísimos si
deseáis ser ricos, amad las verdaderas riquezas. Si deseáis los más elevados
honores, procurad el reino celeste. Si amáis las glorias de las dignidades,
apresuraos para ser inscritos en la suprema asamblea de los Ángeles. Las
palabras del Señor, que percibís con los oídos, retenedlas en la mente. Pues el
alimento del alma es la palabra
de Dios. Si no permanece en nuestra memoria, cuando la hemos escuchado es como
el alimento que el estómago enfermo rechaza. Y vosotros sabéis muy bien que se
desconfía de la vida de cuantos no retienen el alimento.