lunes, 4 de enero de 2016

SIN DIOS, TODO SON TINIEBLAS Y OSCURIDAD REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 20)

SIN DIOS, TODO SON TINIEBLAS Y OSCURIDAD
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 20)
La dimensión teológica se hace necesaria para interpretar y resolver los actuales problemas de la convivencia humana. (Centesimus annus, 55)
Una luz ha brillado en el mundo: es el mensaje de la Navidad. Esta luz es la Palabra de Dios, su Verbo, que existía desde el principio. Él es la vida de los hombres y la luz que ilumina las tinieblas. La verdad sobre Dios se hace necesaria al hombre para tener una comprensión completa de la realidad del mundo, del ser humano, de la misma sociedad. Sin Dios, todo es tiniebla y oscuridad.
La verdad sobre Dios se hace necesaria para interpretar y resolver los problemas actuales  porque si eliminamos a Dios no hay garantía para guardar los derechos de los hombres, para proteger a los débiles y a los más pobres. Miremos como las organizaciones mundiales que tienen la misión de defender los derechos universales de todos los hombres pero se dicen “aconfesionales” callan sobre la masacre de cristianos, contra el exterminio de los niños en los vientres de su madre cuando no lo promueven…
20 Cualquier experiencia religiosa auténtica, en todas las tradiciones culturales, comporta una intuición del Misterio.
El hecho religioso como experiencia universal de relación con lo sobrenatural afirma a Dios como el origen de lo que es y medida de los que debe ser, como fuente  de la misma existencia humana y como autoridad moral que interpela al hombre.
El encuentro con Dios, con lo sobrenatural, abre al hombre a la experiencia del don y de la gratuidad de la propia vida recibida y de las propias capacidades y recursos; así como nos invita a la administración responsable y compartida de todo ello con aquellos que nos encontramos a nuestro lado: el prójimo.
Vemos así que el mandamiento mayo de nuestra fe cristiana “Amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos” responde a la misma naturaleza humana como consecuencia de su misma existencia y no como una norma impuesta “contra natura”.