DÍA PRIMERO
LA DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.
CONSIDERACIÓN:
LA DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE
I. Toda dignidad exige reverencia y honor; y mientras más sublime es, tanto mayor obsequio se le debe. Honramos a los Santos porque son amigos y cortesanos de Dios. A la Virgen Santísima tributamos una veneración más especial, porque es Madre de Dios. Pero a la Preciosa Sangre debemos rendir el máximo honor, porque está unida hipostáticamente a la Divinidad, porque es Sangre de un Dios hecho hombre. Almas creyentes, pongamos en práctica eso que nos enseña la fe: encendámonos en el más tierno amor hacia la Divina Sangre, y honrémosla con la más afectuosa devoción.
II. A todo bienhechor se le debe amor y gratitud en proporción de los
beneficios que comparte. La Preciosa Sangre es el verdadero precio de nuestra
redención, ella nos ha reconciliado con el Padre celestial, nos ha hecho amigos
e hijos suyos y nos ha conquistado una felicidad sobrenatural, cual es el
eterno goce de Dios mismo, bien infinito. En una palabra, nos ha hecho tales
beneficios, que no se puede esperarlos mayores. Por tanto todos debemos
encendernos del amor más ardiente, demostrar los más sinceros afectos de
gratitud, y profesar sumo reconocimiento a tan benéfica Sangre.
III. Es necesario que los indigentes estén siempre allegados a la fuente de las
gracias, y los enfermos al depósito de las medicinas. La Sangre de Jesús, por
ser el precio infinito de nuestra redención, constituye la fuente inextinguible
de todos los bienes y el remedio de todos los males. Siendo nosotros pecadores
y viles creaturas no podemos, ni merecer, ni hacer bien alguno por nosotros
mismos; por eso nos conviene correr continuamente a saciar la sed en esta
fuente de la Preciosísima Sangre. Vamos pues, piadosos cristianos, vamos a
beber las aguas de todas las gracias, que manan de las llagas del Salvador, por
medio de una tierna devoción a su Sangre, especialmente en el curso de este mes
a ella dedicado, empezándolo y prosiguiéndolo hasta el fin con gran fervor y
afectuosa devoción.
EJEMPLO
En Beirut, ciudad de la Siria, habiendo llegado a manos de algunos hebreos una imagen del Redentor, con rabia diabólica renovaron éstos los insultos y tormentos que un día sus padres hicieron sufrir a Jesús cuando vivía en la tierra. Blasfemias, salivas, golpes, clavos, todo ello emplearon para deshonrar esta santa imagen: y al fin con una lanza le traspasaron el costado, el cual apenas herido, comenzó a manar viva Sangre. Sin conmoverse lo más mínimo ante tan gran prodigio, acercaron un vaso a la herida, y una vez lleno de aquella Sangre, lo llevaron a la Sinagoga; donde, entre improperios y burlas, ungieron con él a toda clase de enfermos, los cuales al instante sanaron. Caminaban expeditamente los cojos, veían los ciegos, oían los sordos, hablaban los mudos, y los moribundos mismos recobraban la salud apenas eran ungidos con la milagrosa Sangre. Ante tan portentoso número de curaciones instantáneas, operadas bajo sus propios ojos, no pudiendo ya resistir su obstinación, y arrepentidos todos se condujeron al Obispo de Antioquía para pedirle el bautismo; y con ellos mismos muchos otros hebreos abrazaron la fe de Cristo (César Card. Baronio, Anales Eclesiásticos. Ant. 787, n. 23, etc. El Martirologio Romano conmemora este prodigio el 9 de Noviembre). Procuremos también nosotros la más tierna devoción a la misma Sangre divina, y obtendremos de Jesús gracias espirituales, y aún corporales, si nos sirven para la salvación del alma.
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.
OBSEQUIO: Rezar cinco Pater noster, Ave María y Gloria a las cinco llagas de Jesús.
JACULATORIA: A vuestra Sangre rendir honor, siempre deseo, caro Señor.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Sangre preciosísima de mi Jesús! Yo os adoro como a Sangre de mi Dios, os doy gracias como a mi perpetuo bienhechor, os alabo y bendigo como al precio de mi redención, os amo como a fuente de los dones celestiales, y quiero amaros y honraros por todo el resto de mi vida. ¿Qué sería de mí, si me alejase de Vos, que sois mi bien, mi vida, mi todo? Ciertamente me perdería. Para evitar tan grande desventura quiero estar siempre unido a Vos, y alimentar para con Vos, la más tierna devoción. Amén.