DÍA 26
SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS LLEVANDO LA CRUZ
UN MES EN LA ESCUELA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
San Enrique de Ossó
Por la señal, etc…
¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!
Oración inicial
Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.
¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.
Hágase la meditación correspondiente al día.
DIA VIGESIMOSEXTO
Sentimientos del Corazón de Jesús llevando la Cruz
Composición de lugar. Mira a Jesús con la cruz a cuestas, consolando a su Madre Santísima y a las mujeres de Jerusalén.
Petición. Dame tus afectos, corazón mío de Jesús, para llevar como tú mi cruz.
Punto primero. "Después que burlaron a Jesús y le quitaron el manto y le vistieron de sus vestidos, le llevaron para crucificarle. Y llevando su cruz salió Jesús al lugar del Calvario, o Gólgota. Y al salir hallaron a un hombre llamado Simón, que venía de la granja, y lo alquilaron para que llevase la cruz detrás de Jesús. Seguía a Jesús una multitud grande del pueblo, y de mujeres que lloraban, y se condolían de él (Jesús). Y vuelto a ellas díjoles Jesús: Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, sino sobre vosotras mismas, y sobre vuestros hijos. Porque he aquí que vendrán días en que se dirá: Bienaventuradas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no dieron de mamar. Entonces empezarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: Sepultadnos: Porque si en el leño verde esto se hace, ¿qué se hará en el seco?”
¡Cuán compasivo y amoroso es tu corazón de padre, Jesús mío! Te olvidas de tus propios dolores y trabajos, para agradecer su llanto a las buenas mujeres que se compadecían de ti, y las consuelas y las ruegas que no lloren sobre ti, sino sobre sí, por las penas que les aguardan. ¡Bendito sea tan paternal corazón!... Haz, Jesús mío, que no busque sino complacerte, olvidándome de mí y de mis trabajos, para compadecerme de Ti en la persona de mis prójimos y así consolar de algún modo tu afligido corazón. Pondera además cómo llevas la cruz, alma mía. ¿Es con Jesús, o detrás de Jesús, o arrastrándola? ¿La llevas con garbo, con gusto o con disgusto? ¿La llevas con mérito o sin mérito?... Reflexiónalo bien, porque ya que es imposible que ni tú ni ningún mortal deje de llevar cruz, aunque sea rico y ensalzado, lo que importa es llevarla bien, esto es, con mérito. Haz de la necesidad virtud, porque de todos modos has de llevar cruz y si te impacientas la haces más pesada y pierdes el fruto. Llevar la cruz con Jesús es la única gloria y felicidad de este mundo; llevarla detrás de Jesús es mérito; mas llevarla arrastrando es deshonra y perdición. Acéptala con buena voluntad, pues te la envía tu padre que te ama, y con ella te has de labra una corona de gloria eterna.
Punto segundo. Es tradición constante que Jesús, andando con su cruz a cuestas camino del Calvario, halló a su Madre Santísima en la calle de Amargura, que quiso, como buena madre, acompañarle en su sacrificio, por si podía con algún servicio mitigar su dolor. Oía la Virgen el tropel de las gentes y los caballos, y el ruido de las armas, y los ultrajes que se dirigían a su inocente hijo, y todo esto hería en lo más íntimo su maternal corazón. Cuando al salir a una encrucijada ve a su hijo Santísimo que apenas podía andar un paso, como otro Isaac, caminando al monte del sacrificio con la leña de él, y al mirarla Jesús se desmaya su tierno corazón. Los soldados empujan al Salvador, y hasta recriminan a esta mujer que le sale al paso, y las otras dos Marías, para calmar su enojo, responden a la increpación de la soldadesca desenfrenada: Es su madre... ¡Es su madre! todo lo dice esta palabra, y es el mejor título y fuerza para respetar su dolor y su atrevimiento, si lo hubiese. Es su madre, esto es, es María madre de Jesús, hijo único de sus entrañas. ¡Oh! dadle paso franco para que pueda llegar a su hijo, y abrazarle y limpiar su rostro de la sangre y enjugar su sudor, y consolarle y mitigar su dolor... ¡Pobre madre! ¡Pobre hijo! Mas ¡ay!, ¡pobre de ti, pecador, si no te arrepientes y no secas con tu llanto las fuentes de este dolor del corazón del Hijo y de la Madre inocentísimos los más atribulados por tu amor! ¡Pobre madre mía! ¡Pobre madre! A la Verónica fuele permitido limpiar con su velo el rostro de su Divino Hijo, y recibir en premio su rostro impreso en su sudario; mas vos, oh María, ni este consuelo tenéis. Lleváis, en verdad, impreso en las telas de vuestro corazón el rostro y los padecimientos de vuestro queridísimo hijo y esto basta a vuestro amor y dolor. Permitidme os acompañe en este paso, para que participando de vuestros dolores camino del Calvario, participe un día de vuestra gloria camino del cielo. Amén.
Afectos. Todo me predica, Jesús mío, que en el amor no se puede vivir sin dolor y que tus allegados han de llevar en pos de ti la cruz y contigo han de subir la calle de amargura hasta el Calvario, para ser como tú inmolados por la gloria del Padre y la santificación de nuestros pecados y por el bien del mundo. No quiero llevar, pues, la cruz alquilada como Simón Cireneo, sino como tu madre, con amor. No la quiero llevar arrastrando, sino sobre los hombros y con garbo por tu amor. Ya, pues, que es necesario llevar la cruz de grado o por fuerza, quiero hacer de la necesidad virtud, para que me aproveche para entrar en la gloria. Mas una cosa me consuela, Jesús mío, y es que tú me amas y conoces mis fuerzas, mis necesidades, y por lo mismo no permitirás jamás poner sobre mis débiles hombros mayor cruz de la que yo pueda llevar con honra tuya y provecho mío. No importa que alguna vez caiga con ella, como tú, en el camino de la vida, con tal que no la abandone, y vuelva otra vez a seguir el camino del Calvario de la vida, porque sé que tú me amas y me conoces, y tienes compasión de mí y eres fiel, y no permitirás ningún peso o trabajo que no sea para tu mayor gloria y bien de mi alma. Déjome, pues, en tus manos, manos benditas, manos de padre, que sé que me amas, y solo te digo: Revolvedme aquí o allí, que a todo diré que sí, pues por vuestra me ofrecí. ¿Qué queréis, Jesús, de mí?
Jaculatoria. Decid, dulce amor, decid, que a todo diré que sí. ¿Qué queréis, Señor, de mí?
Obsequio. O morir o padecer por vos, mi Dios: no os pido otra cosa para mí.
EJEMPLO
Bienaventurado aquel que, amando y venerando a Jesucristo, se une a los ángeles y santos del cielo; porque éstos, compartiendo con él los méritos de sus virtudes, adoran y embellecen el alma devota y santamente ocupada. Así fue revelado a santa Gertrudis. Asistiendo la santa un día, en unión de los Ángeles de la Guarda y de los santos sus devotos al santo sacrificio de la misa, tuvo la dicha de ver, después del Credo, al Divino Salvador mostrándole el corazón radiante de luz como si fuese un altar de oro. Súbitamente pareciole ver a todos los Ángeles Custodios y a todos los santos acercarse a Jesús, y ofrecerle los méritos de su Sagrado Corazón en alabanza y salud de la misma santa Gertrudis. Por último vio a su Ángel Custodio, que en un vaso de oro ofrecía al Divino Corazón las penas y tribulaciones de la misma sufridas por amor de Jesús. A las palabras del Prefacio: Sursum corda, vio como todos los santos, levantando sus corazones, los unían al Corazón Divino, y luego a la elevación le pareció que el Salvador de un modo inefable ofrecía su Sacratísimo Corazón, presentándolo en sacrificio a Dios Padre a favor de su predilecta esposa la santa Iglesia. Después fue la santa avisada por el Señor que rezase el Pater noster en aquella unión con la cual su Divinísimo Corazón había dirigido su oración por la salud de los fieles. Venido finalmente el momento de comulgar, acercose la santa a la Sagrada Mesa en unión de su celestial esposo, el cual la declaró cuánto gozaba de aquella dulcísima unión en que su espíritu se hacía una misma cosa con él en la Sagrada Comunión.
Oración final
Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.