DÍA 23
SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS AL SER POSPUESTO A BARRABÁS
UN MES EN LA ESCUELA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
San Enrique de Ossó
Por la señal, etc…
¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!
Oración inicial
Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.
¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.
Hágase la meditación correspondiente al día.
DIA VIGESIMOTERCERO
Sentimientos del Corazón de Jesús al ser pospuesto a Barrabás
Composición de lugar. Mira a Jesús humillado sobremanera y despreciado al ser pospuesto a Barrabás.
Petición. Dame a sentir tus afectos, oh Corazón de Jesús, en este paso.
Punto primero. "Por el día de la fiesta acostumbraba Pilato soltar el preso que le pidiesen los judíos. Había en la cárcel entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás, sedicioso y homicida. La turba empezó a pedir a Pilato esta gracia, y les dijo:
¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? Porque sabía que los sumos sacerdotes por envidia se lo habían entregado. La mujer de Pilato le envió a decir, cuando estaba sentado en el tribunal: No te metas con ese justo. Porque muchas cosas he padecido hoy en visión por causa de él. Mas los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron y concitaron a las turbas que pidiesen más bien a Barrabás y perdiesen a Jesús.
"Exclamó a un tiempo toda la turbadiciendo: Quita a este (Jesús), y suéltanos a Barrabás, sedicioso y homicida.
"Otra vez volvió Pilato a hablarles queriendo soltar a Jesús: ¿A quién queréis de los dos que os suelte? Otra vez, pues, clamaron todos diciendo: - No a este (Jesús), sino a Barrabás. Díceles Pilato: ¿Qué haré, pues, de Jesús que se llama Cristo? Mas ellos clamaban con más fuerza diciendo: ¡Crucifícale, crucufícale!•
"Por tercera vez díjoles Pilato: ¿Qué mal ha hecho este (Jesús)? Ninguna causa muerte hallo en él. Le corregiré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban con grandes gritos, pidiendo que fuese crucificado, y sus voces prevalecían. Pilato juzgó concederles lo que pedían, y entonces les soltó a Barrabás." ¡Oh Cristo mío! No puede darse mayor humillación que la tuya en este paso lastimoso. ¡Tú, la misma inocencia, pospuesto a un facineroso infame! ¡Tú, Príncipe de la paz, pospuesto a un sedicioso! ¡Tú, la misma caridad, que venías a dar vida a todos dando la vida propia, pospuesto a un homicida!
¡Tú, que habías pasado por el mundo haciendo bien a todos y haciéndolo todo bien, condenado como el peor de los malvados!... ¡Oh mi Santísimo Jesús! ¡Qué afectos brotarían de tu corazón en este paso! ¡Qué eco harían en tu Corazón estas voces que cinco días antes te aclamaban por su Salvador!... Pero ¡ay! sedicioso sois, pero santo, que separáis los malos de los buenos. ¡Homicida sois, pero del pecado, que queréis clavar con vos en la cruz! Dadme que os imite separando lo precioso de lo vil, dando muerte al pecado en mi alma y en la de mis prójimos, para que solo viváis vos, verdadera vida de todos los corazones, por amor y gracia. Amén.
Punto segundo. "¿Qué haré, pues, de Jesús?" Esta pregunta te hace, alma mía, tu conciencia cuando quieres cometer el pecado y dar muerte a Jesús en tu alma, perdiendo su amistad y gracia. Quiero pasarme, dices, al bando de los pecadores, de los malvados, de Satanás. ¿Qué haré, pues, de Jesús? gritan la conciencia, la fe, la gratitud, tu ángel bueno. ¡Crucifícale, crucifícale! responden Satanás, el pecado, tu voluntad desordenada. Mas ¿a tu rey y señor, Cristo Jesús, quieres matar? ¿Qué mal Jesús te ha hecho?... ¡Oh alma mía! La pasión te ciega, el demonio vence, y peor que los judíos crucificas a Jesús otra vez, consintiendo el pecado. No quiero yo a Jesús, clamas, sino a Satanás, la satisfacción de mis pasiones. ¡Oh enorme ingratitud, injusticia y vilipendio! ¡Cuántas veces lo cometí!... mas basta ya de pecados: perdóname, Jesús.
¡Oh alma mía! Si das muerte a Jesús en tu alma, ¿quién la consolará en sus penas, la ilustrará en sus dudas, la esforzará en sus combates, la sostendrá en sus tentaciones, la recreará con su amor y la hermoseará con su gracia? Mira que Jesús es para ti todas las cosas. Es verdad, Jesús mío, Jesús mío y todas las cosas. Mas ¡cuántas veces os he renunciado por un sucio deleite, por un puntillo de orgullo, por un vil interés! ¡Cuántas veces he oído las instigaciones de Satanás, y he rechazado vuestras celestiales inspiraciones!... Yo me cubro de confusión, y no me atrevo a presentarme delante de vos, Jesús mío, porque casi siempre he preferido la carne al espíritu, el sentido a la razón, las máximas del mundo a las de la fe, el interés mundano a los bienes eternos. Perdóname, Jesús, que ya quiero enmendarme.
Contempla, por fin, como Jesús, al ser pospuesto a Barrabás, no exhaló su corazón ningún lamento o queja, porque amaba tu salvación eterna. No se quejó de la ingratitud de aquel pueblo, ni de su inconstancia, él, que los había alimentado dos veces en el desierto obrando un milagro; él, que había curado sus enfermos, resucitado sus muertos, y cinco días antes había sido aclamado por su principal libertador. ¡Y tú no puedes sufrir una ingratitud, un desvío, un menosprecio, sin lamentarte y quejarte, y buscar en las criaturas consolación! Mira a Jesús, y no te quejarás de la ingratitud humana; ama a Jesús, en su pasión, y sentirás gozo como todos los Santos al sufrir algún trabajo o desprecio por tu Jesús.
Afectos. ¡Oh mi amado Jesús! ¡El más excelso y abatido de todos los hombres! cuando yo os considero pospuesto a Barrabás, no encuentro modos ni maneras bastantes para humillarme en vuestra presencia. Y cuando considero que yo he formado coro con mis malas obras con el pérfido pueblo judío, y he exclamado: No quiero a Jesús, prefiero a Barrabás, al pecado, y sea crucificado Cristo, no tengo palabras ni llanto bastante para probaros mi justo dolor... Oh Jesús, lumbre de la gloria y rey de los cielos y tierra; si para dejaros a vos hubiese escogido otra cosa mejor, y de más valor que todos los mundos, parece hubiera atenuado un tanto mi maldad; pero ahora ¡oh! con cuánta más razón que al pueblo judío podéis decirme: ¿Por qué me has deshonrado? ¿por un puñado de cebada, por un mendrugo de pan? ¿A qué me has comparado?... ¡Oh Jesús santísimo! justamente os quejáis de mi proceder vil... Yo lo reconozco: por eso os pido tengáis compasión de mí, según vuestra gran misericordia, porque mis pecados son tan grandes que no merecen perdón. Pero vuestra bondad y clemencia son infinitas, y por eso confío alcanzar misericordia y perdón, porque sois mi padre que me amáis, y vos mismo habéis asegurado que no rechazaréis un corazón contrito y humillado. Aquí tenéis el mío, Corazón clementísimo de Jesús: juntadlo, purificadlo con el vuestro, y alcanzadme el vivir y morir abrasado en vuestro amor. Amén.
Jaculatoria. Corazón de Jesús, humillado por mi amor, perdona y purifica mi corazón.
Obsequio. Rezar el miserere o el acto de contrición cuatro veces, por los pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
EJEMPLO
Santa Francisca, viuda, una mañana, después de haber recibido el sacramento del amor, fue arrebatada en espíritu y conducida en un bellísimo templo, donde vio un hermoso tabernáculo, sobre el cual había un candidísimo cordero con dos hatos de corderitos, uno a cada lado, admirablemente ordenados en ademán de hacerle reverencia. Luego oyó una suavísima armonía de voces, y entendió ser las alabanzas al Cordero Inmaculado, invitando dulcemente a los hombres a servirle con corazón limpio, con manos inocentes y con pureza de intención. Al terminar los cantos, oyó al Cordero de Dios que decía con ternura: "Quien tenga sed, venga a mí, que yo le daré de beber gratuitamente el agua de vida eterna". Corrió allí la santa, y vio que de su pecho salía una limpísima fuente, a la que acercó sus labios, y participó de aquel suavísimo licor que manaba del costado abierto, dentro del cual vio al Sacratísimo Corazón más resplandeciente que el sol, repitiendo con suavidad a cada palpitación: "Quien tenga sed, venga a mí".
Oración final
Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.