SENCILLA MEDITACIÓN PARA FIN DE AÑO
LECTURA DEL LIBRO DEL ECLESIASTÉS 3, 1-9
Todo tiene su momento, y cada cosa su
tiempo bajo el cielo:
Su tiempo el nacer,
y su tiempo el morir;
su tiempo el plantar,
y su tiempo el arrancar lo plantado.
Su tiempo el matar,
y su tiempo el sanar;
su tiempo el destruir,
y su tiempo el edificar.
Su tiempo el llorar,
y su tiempo el reír;
su tiempo el lamentarse,
y su tiempo el danzar.
Su tiempo el lanzar piedras,
y su tiempo el recogerlas;
su tiempo el abrazarse,
y su tiempo el separarse.
Su tiempo el buscar,
y su tiempo el perder;
su tiempo el guardar,
y su tiempo el tirar.
Su tiempo el rasgar,
y su tiempo el coser;
su tiempo el callar,
y su tiempo el hablar.
Su tiempo el amar,
y su tiempo el odiar;
su tiempo la guerra,
y su tiempo la paz.
¿Qué gana el que trabaja con
fatiga?
PUNTOS PARA LA MEDITACIÓN
1).-Termina un año más de tu existencia. Dios te
ha dado la vida, condicionada por dos coordenadas de las que nadie se puede
evadir: tiempo y espacio. Tu vida, tu hoy, tu presente, el lugar donde vives,
con las circunstancias sociales, económicas, familiares y laborales, con tu
vida de relación… es el lugar y el tiempo que Dios ha querido para ti, para que
realices aquello para lo que te ha creado: conocerlo, amarlo y servirlo.
No tienes otro tiempo, no tiene otro espacio…
es este, hoy, ahora. El pasado se fue, el futuro no sabes si lo tendrás, solo
tienes el hoy… No sabes si vas a durar veinte años más o si mañana ya no
abrirás los ojos. “CARPE DIEM”. ¡Aprovéchalo! ¡No dejes pasar la oportunidad
que Dios te brinda para conocerlo, amarlo y servirlo!
Dios te ha dado la vida para
aprovecharla, para ponerte de su parte o para rechazarlo, para escogerlo a él o
hacer tu vida a tu manera, para ser santo o para condenarte para siempre.
Para el cristiano el tiempo es más que
oro: en él se juega nuestra felicidad, nuestra eternidad.
2).-Fin de año: corazón agradecido. Un año
lleno de gracias espirituales y materiales. Piensa en ellas, en las veces que
has participado en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y en la Penitencia,
en todas las veces que el Señor te ha dado fuerza para superar las tentaciones,
también los sufrimientos, la enfermedad, los problemas… Por todos los momentos
de oración, de intimidad con el Señor, de gozo espiritual… Da gracias por toda
los bienes recibidos durante este año: por tu pertenencia a la Iglesia,
por haber recibido su enseñanza, por el nuevo Papa, por el bien recibido
por los sacerdotes y los consagrados, por el bien que nos han hecho los
hermanos de la comunidad, del grupo o de la parroquia… Da gracias por la salud,
el pan de cada día, el trabajo… Gracias por la familia, por los amigos, por el
amor, el cariño, el apoyo y la ayuda de los que te quieren… Da gracias…
También por las dificultades, que sin duda, Dios la permite para fortalecer
tu fe. También gracias por los deseos y anhelos de santidad, de conversión, de
penitencia…. Da gracias…
3).- Fin de año: corazón arrepentido.
Párate, reflexiona, haz examen de conciencia. Piensa en tu vida… Reconoce
que has pecado, que nos ha luchado con todas tus fuerzas, que has sido débil y
perezoso… que te has dejado llevar por tus pasiones, malos sentimientos y
deseos… Que nos has llegado a la sangre en la lucha contra el pecado… Pide
perdón por todo ello, por los pecados cometidos durante este año de palabra, de
obra, de pensamiento… Recuérdalos, te ayudarán a tener un verdadero dolor por
haber ofendido al Señor… Pide perdón también por todo el bien que has
dejado de hacer por tu pereza o desidia, por desánimo o tu falta de entusiasmo…
Pide perdón también por aquellos pecados
que has cometido y no te das cuenta, pero ofenden igualmente al buen Dios. Pide
perdón por los pecados más graves: la falta de caridad hacia el prójimo. “Quien
dice que ama a Dios y aborrece a su hermano es un mentiroso”…
4).-Fin de año: corazón necesitado. Un año
termina y otro empieza. Ahora es el tiempo de nuestra salvación. Pide, sí,
pide. Reconócete necesitado de ayuda, que no eres autosuficiente, que si falta
Dios en tu vida eres pobre, muy pobre, paupérrimo. Pide gracias, pide
bendiciones, pide ayuda para ti, para los tuyos, para la Iglesia, para todos
los hombres de buena voluntad, para todo el mundo, para los pobres pecadores…
En la medida en que somos conscientes de nuestra mendicidad, crece nuestra
conciencia de que no podemos vivir sin Dios.
ORACIÓN DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS
Mi cántico de
hoy
Mi vida es un instante, una efímera
hora,
mi vida es sólo un día volandero y fugaz
:
Tú lo sabes, Dios mío, ¡para amarte aquí
abajo
no tengo más que hoy !
¡Oh, Jesús, yo te amo, hacia ti mi alma
tiende,
sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho y dame tu
sonrisa
¡nada más que por hoy !
¿Qué me importa que en sombras esté
envuelto el futuro ?
¡Nada puedo pedirte para mañana, oh
Dios… !
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu
sombra
¡nada más que por hoy !
Si pienso en el mañana, me asusta mi
inconstancia,
siento nacer tristeza, tedio en mi
corazón.
Mas yo acepto, Dios mío, la prueba, el
sufrimiento
¡nada más que por hoy !
¡Oh Piloto divino, cuya mano me guía !,
en la ribera eterna pronto te veré yo.
Sobre las fieras olas guía en paz mi
barquilla
¡nada más que por hoy !
¡Ah, déjame, Señor, esconderme en tu Faz
!
allí no oiré del mundo el inútil fragor.
Dame tu amor, Señor, consérvame en tu
gracia
¡nada más que por hoy !
Muy cerca de tu pecho, olvidada de todo,
ya no temo los miedos de la noche, mi
Dios.
En tu amplio corazón dame un sitio ,
Jesús,
¡nada más que por hoy !
Pan vivo, Pan del cielo, divina
Eucaristía,
¡oh misterio sagrado, regalo de tu amor
!…
ven a habitar mi alma, Jesús, mi blanca
Hostia,
¡nada más que por hoy !
Dígnate unirme a ti, Viña santa y
sagrada,
y mi débil sarmiento dará fruto en
sazón,
y yo podré ofrecerte mi racimo dorado,
Señor, ¡ya desde hoy !
Es de amor el racimo, sus granos son las
almas ;
para brotarlo, un día tengo que huye
veloz.
¡Ay, dame, Jesús mío, el fuego de un
apóstol
¡ nada más que por hoy !
¡Virgen Inmaculada, tú eres mi dulce
Estrella
que irradias a Jesús y haces con Él mi
unión !
Déjame, Madre buena, posar bajo tu manto
¡nada más que por hoy !
¡Santo ángel de mi guarda, cúbreme con
tus alas,
que iluminen tus fuegos mi peregrinación
!
Ven y guía mis pasos…, te suplico me
ayudes
¡nada más que por hoy !
Señor, verte deseo sin velos y sin
nubes,
mas, aún exiliada, ¡sin ti que débil soy
!
Que tu adorable rostro tan solo se me
oculte
¡nada más que por hoy !
Yo volaré muy pronto para ensalzar tus
glorias
cuando el día sin noche se abra a mi
corazón.
Entonces cantaré con las liras angélicas
¡el sempiterno hoy… !