NOVENA PREPARATORIA DE NAVIDAD CON BENEDICTO XVI.
23 de diciembre
LA VIRGEN MARIA
Benedicto XVI, 26 de noviembre de 2005
La Virgen María pertenecía a la parte
del pueblo de Israel que en el tiempo de Jesús esperaba con todo su corazón la
venida del Salvador, y gracias a las palabras y a los gestos que nos narra el
Evangelio podemos ver cómo ella vivía realmente según las palabras de los
profetas. Esperaba con gran ilusión la venida del Señor, pero no podía imaginar
cómo se realizaría esa venida. Quizá esperaba una venida en la gloria. Por eso,
fue tan sorprendente para ella el momento en el que el arcángel Gabriel entró
en su casa y le dijo que el Señor, el Salvador, quería encarnarse en ella, de
ella, quería realizar su venida a través de ella. Podemos imaginar la conmoción
de la Virgen. María, con un gran acto de fe y de obediencia, dijo
"sí": "He aquí la esclava del Señor". Así se convirtió en
"morada" del Señor, en verdadero "templo" en el mundo y en
"puerta" por la que el Señor entró en la tierra.
Hemos dicho que esta venida del Señor
es singular. Sin embargo, no sólo existe la última venida, al final de los
tiempos. En cierto sentido, el Señor desea venir siempre a través de nosotros,
y llama a la puerta de nuestro corazón: ¿estás dispuesto a darme tu carne, tu
tiempo, tu vida? Esta es la voz del Señor, que quiere entrar también en nuestro
tiempo, quiere entrar en la historia humana a través de nosotros. Busca también
una morada viva, nuestra vida personal. Esta es la venida del Señor.
Y es precisamente el Espíritu Santo,
que formó a Jesús, hombre perfecto, en el seno de la Virgen, quien lleva a cabo
en la persona humana el admirable proyecto de Dios, transformando ante todo el
corazón y, desde este centro, todo el resto. Así, sucede que en cada persona se
renueva toda la obra de la creación y de la redención, que Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo van realizando desde el inicio hasta el final del cosmos y de la
historia.