+Por la señal de
la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
SÚPLICAS
A NTRA. SRA. DE GUADADUPE
I
Virgen
Santísima, Madre del Verbo Encarnado, por aquella maternal piedad con que
amparaste a los mexicanos recibiéndoles por tus hijos desde los primeros años
en que nuestra nación recibió la predicación del Evangelio; te pedimos, oh,
Madre, nos alcances constancia en la fe y valor en las tentaciones, para que,
unidos de entendimiento y de voluntad, vivamos siempre sujetos al Supremo
Pastor de la Iglesia Católica, en la cual solamente podemos conseguir nuestra
eterna salvación.
Dios
te salve, María...
II
Virgen
Santísima, que con el dulce nombre de Santa María de Guadalupe te dignaste
aparecer en medio de nosotros y establecer en el templo que escogiste el trono
de tu misericordia y de tu protección, te pedimos, oh, Madre, que, así como nos
visitaste y amparaste con tu aparición, así nos visites con tu maternal
presencia y auxilio en la hora de nuestra muerte.
Dios
te salve, María…
III
Virgen
Santísima, Madre y Abogada nuestra, que en señal de singular protección nos
dejaste milagrosamente pintada tu adorable Imagen que nos sirviera como de
glorioso estandarte para vencer a los enemigos de nuestra Fe y de nuestras
almas, te pedimos, oh, Madre, por el Sagrado Corazón de tu Santísimo Hijo y por
tu Purísimo Corazón, que así como veneramos tu Imagen aquí en la tierra, así
lleguemos a gozar de tu maternal presencia en el cielo.
Dios
te salve, María…
Unidos a ella,
alabemos y adoremos a la Santísima Trinidad: Gloria al Padre…
DÍA
NOVENO
Consecuencias
de la Aparición
PUNTO PRIMERO
Conversión de la
Nación Mexicana a la Fe. Es un hecho reconocido por todos, hasta confesarlo un
escritor protestante, que a la Aparición de la Virgen María en el Tepeyac se debe
la supresión de la idolatría, y la conversión de las diversas tribus de indios,
esparcidas en el antiguo imperio azteca, a nuestra Santa Religión. El P.
Motolinia, uno de los primeros Doce Misioneros Franciscanos llegados a México,
dejó registrado en su Historia que, desde el año de 1525 en que empezaron a
predicar, hasta el mes de junio de 1531 en que dieron cuenta a sus Superiores
en España de sus trabajos apostólicos, el número de bautizados fue, a lo
más, de un millón y doscientos mil. Pero estos bautizados fueron más
bien niños que adultos, de estos más bien fueron solteros y pobres que no
casados y ricos. La causa principal que impedía la conversión era la asquerosa poligamia,
en la cual estaba encenegada la mayor parte de los idólatras, especialmente los
ricos y los señores de pueblos. La Reina de las Vírgenes con su Aparición
purificó esta atmósfera ponzoñosa, infundió nuevo valor en los indios, y en el
mismo espacio de tiempo, ocho años, y con el mismo número de Misioneros, los bautizados
fueron ocho millones. El Obispo de Tlaxcala, de la Orden de
Predicadores, testigo de vista y Misionero también, escribió en 1537 al Sumo Pontífice
Paulo III: “Quiere Dios, en los principios de aquesta gente nueva, despertar
los milagros antiguos. Lo que nuestros españoles tienen por más dificultoso,
pues aún no quieren obedecer a los que les mandan dejar las mancebas, esto
hacen los indios con harta facilidad que parece milagro, dejando las muchas
mujeres que tuvieron en su paganismo y contentándose con una en el matrimonio.”
Reflexión
Por más
inveterados que sean nuestros defectos y pecados, la fuerza de la gracia que la
Virgen nos alcanza nos librara de ellos. Nuevo corazón, nuevo espíritu, nuevo
ser nos concederá el Señor: y nuestra alma, que era como terreno estéril,
inculto y lleno de espinas y malas hierbas, se volverá fértil con flores y
fruto devirtud en abundancia. Con tal que tengamos constancia en pedir
y en luchar: Consuetudo consuetudine vincitur; una costumbre es vencida
por la costumbre contraria. Adelante, pues, repetía Santa Teresa de Jesús:
“nada te turbe,nada te espante: la paciencia todo lo alcanza.”
PUNTO SEGUNDO
La Jura nacional.
“A las tantas señales de amor filial que los mexicanos habían dado a su Madre,
faltaba la más importante: a saber, la de jurarla solemnemente Patrona de la Nación
y conseguir de la Sede Apostólica el Rezo litúrgico de Oficio y Misa Propia en el
día 19 de diciembre. Aunque: se trató de este asunto con mucho empeño desde el
año de 1663, sin embargo, no volvieron a ocuparse de ello hasta que elSeñor
para despertarles, se sirvió de la terrible peste de 1737, que asoló todas las
Provincias. Para aplacar la ira divina se hacían muchas oraciones, penitencias
y Procesiones públicas: y en la sola ciudad de México, donde empezó la peste,
hubo más de sesenta Novenarios solemnes en diversas Iglesias en el espacio de
pocos meses. Pero no se conseguía la deseada gracia de verse libres del
terrible azote: parecía que el cielo se había hecho sordo a todas súplicas. “Se
reservaba el Señor esta gloria, escribe el célebre Historiador P. Alegre S. J.,
para su Santísima Madre en su advocación de Guadalupe, a cuyo amparo quería se pusiese
todo el reino.” Efectivamente, en cuanto empezaron los dos Cabildos, el civil
que le promovió y el eclesiástico que se le asoció a tratar de jurar Patrona a
la Santísima Virgen de Guadalupe, empezó visiblemente a disminuir la fuerza del
mal: y el 26 de mayo en que se promulgó el Decreto de haber sido elegida
Patrona de la Ciudad de México, cesó del todo la peste. “Trocose la suerte, y comenzó
a ser epidémica la salud,” escribe el Historiador contemporáneo de estos
hechos; "parece, continúa el P. Alegre, que el ángel exterminador no
esperaba más que esta resolución, para envainar la espada que había acabado con
tantas vidas.” A esta noticia todas las otras ciudades y aún villas y pueblos,
para librarse de sus males, juraron por Patrona a la Virgen de Guadalupe y
consiguieron el mismo feliz resultado. Hasta que remitidos ya a México los poderes
de todos los Ayuntamientos y Cabildos eclesiásticos de las Ciudades y Diócesis,
los cuatro Comisarios Nacionales, el 12 de diciembre de 1746 en el Santuario de
Guadalupe ante la Santa Imagen “juraron por sí y en nombre de los Cabildos
eclesiásticos y seculares de estos dilatados reinos, cuyos Poderes presentaron,
por Patrono General de ellos a la Santísima Virgen María, Nuestra Señora, en su
portentosa Imagen que se venera en su Santuario de Guadalupe; de adorarla,
tenerla y venerarla por tal su universal Patrono; y por de guarda y día festivo
de Precepto el 12 de diciembre de cada año en que aconteció y se celebra su
prodigiosa Aparición.” Llevados a Roma los Autos de la elección,
Benedicto XIV con autoridad apostólica la confirmó y aprobó el Oficio y Misa
Propia.
Reflexión
Entre tantas reflexiones
quepudieran hacerse pongo tan sólo la siguiente: Los mexicanos no
hallaron el pronto alivio de sus males en tiempode la peste, sino
cuando cumplieron con lo que el Señor había dispuesto, de que jurasen por
Patrona a su Santísima Madre bajo la advocación deGuadalupe; no
habiendo bastado para el fin todos los otros obsequios que habían hecho. Si
examinamos bien nuestra conciencia, tal vez descubrimos que para conseguir una
gracia hacemos, es verdad, muchos y muchos obsequios; pero reservamos en nuestro
corazón algo que precisamente Dios quiere le ofrezcamos: y de ahí proviene que
se nos difiera la consecución de la gracia.
PUNTO TERCERO
La Solemne Coronación.
El colmo de los honores que la Iglesia tributa a las santas imágenes, insignes
por antigüedad, por milagros y por devoción popular, es el de coronarlas con
Coronas de oro según un Ceremonial muy apropósito, compuesto para
semejantes funciones. Desde el año de 1740 el Cabildo Vaticano había decretado este
obsequio a la celestial Imagen de nuestra Patrona. Pero no pudo efectuarse sino
mucho tiempo después, cuando el Pontífice Romano León XIII dio al arzobispo de México
el encargo especial de coronar en su Nombre y con su Autoridad “la augusta Imagen
de Nuestra Señora, Santa María de Guadalupe.” Para esta Solemnísima Función se amplió
y decoró la Colegiata, se remitieron Invitaciones a todos los Obispos de las Américas;
y el sábado, 12 de octubre de 1895, en presencia de cuarenta y más Obispos entre
los de México y de otras naciones, de cien sacerdotes y de cincuenta mil
fieles, el arzobispo de México, en nombre del Supremo Pastor de la Iglesia católica,
coronó con preciosísima Corona de Oro la celestial Imagen de Santa María de
Guadalupe, Patrona, Reina y Madre de los mexicanos. Renunciamos a describir el
entusiasmo y arrebato de los circunstantes en esta ocasión. Pero muy digno es
de notarse que, mientras el día 3 de julio de 1876, a la Coronación de la
Inmaculada en Lourdes asistieron treinta y cinco Obispos, siete de los cuales eran
de otras naciones, tres mil sacerdotes y cien mil fieles; en México, los Obispos
fueron más de cuarenta en la Coronación de la Imagen de nuestra Patrona. Pero
en Francia las distancias no son tan grandes, los medios de viajar son más fáciles,
cuéntanse ochenta y cinco entre arzobispos y Obispos, el clero es mucho más
numeroso, y la población no baja de treinta y ocho millones. Por lo contrario, en
México, así como en las demás Américas, las distancias son verdaderamente inmensas,
por lo extensas que son estas regiones, muy escasos los medios de trasportes,
en mucho menor número los Obispos y sacerdotes, y la población llega a lo sumo
a doce millones.
Reflexión
Muy grabadas
deben quedar en nuestros corazones las palabras que Nuestro Santísimo Padre León
XIII dirigió a la nación mexicana, en su carta de 2 de agosto de 1894 alos
arzobispos y Obispos de la República: “Con todo el amor de nuestro corazón Nos
exhortamos por vuestro medio, Venerables Hermanos, a la Nación mexicana, a que
mire siempre y conserve esta veneración y amor a la piadosísima Madre de Dios
que se venera bajo el título de Guadalupe, como la gloria más insigne yfuente
de los bienes más apreciables. Y,sobre todo, respecto a la Fe católica
que es el tesoro más precioso, pero que corre más riesgo de perderse en estos
tiempos, persuádanse todos y estén íntimamente convencidos que esta Fe
durará entre vosotros en toda su integridad y firmeza, mientras se mantenga
esta piedad y devoción digna en todo de la de vuestros antepasados. Todos,
pues, cada día más con el mayor empeño posible, veneren y amen a la gran
Patrona Mexicana, para que cada día los beneficios de su poderoso patrocinio aumenten
el bien estar y la paz de toda la nación.” De este modo se cumplirán en
nosotros las palabras rituales que son pronunciadas en el acto de la Coronación:
Así como por nosotros, oh, Señora, sois coronada en la tierra, así mediante vuestra
intercesión por Jesucristo vuestro Hijo seamos coronados de gloria y honor en
el cielo. Amén.
ORACIONES
PARA
FINALIZAR TODOS LOS DÍAS
Pida cada uno la
gracia que desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe.
ORACIÓN
DE SAN BERNARDO
ACORDAOS, ¡oh,
piadosísima Virgen María! que jamás se oyó decir que ninguno de los que han
acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro
auxilio, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, yo también
acudo a Vos, oh, Madre ¡Virgen de las vírgenes! y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis, ¡oh, Madre
de Dios! mis súplicas; antes bien escuchadlas y, acogedlas benignamente, Amen.”
No, nunca te alejes, no faltes jamás:
si somos tus hijos, oh, Madre, piedad.
V. Ruega por
nosotros Santa María Virgen de Guadalupe.
R. Para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos
¡Oh, Dios! que
con habernos colocado bajo el singular patrocinio de la Santísima Virgen María
nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, te suplicamos nos concedas que,
así como nos alegramos hoy de su conmemoración en la tierra, así consigamos
gozar de su presencia en el cielo. Así te lo pedimos por Jesucristo Nuestro
Señor. Amen.
+Por la señal de
la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
SÚPLICAS
A NTRA. SRA. DE GUADADUPE
I
Virgen
Santísima, Madre del Verbo Encarnado, por aquella maternal piedad con que
amparaste a los mexicanos recibiéndoles por tus hijos desde los primeros años
en que nuestra nación recibió la predicación del Evangelio; te pedimos, oh,
Madre, nos alcances constancia en la fe y valor en las tentaciones, para que,
unidos de entendimiento y de voluntad, vivamos siempre sujetos al Supremo
Pastor de la Iglesia Católica, en la cual solamente podemos conseguir nuestra
eterna salvación.
Dios
te salve, María...
II
Virgen
Santísima, que con el dulce nombre de Santa María de Guadalupe te dignaste
aparecer en medio de nosotros y establecer en el templo que escogiste el trono
de tu misericordia y de tu protección, te pedimos, oh, Madre, que, así como nos
visitaste y amparaste con tu aparición, así nos visites con tu maternal
presencia y auxilio en la hora de nuestra muerte.
Dios
te salve, María…
III
Virgen
Santísima, Madre y Abogada nuestra, que en señal de singular protección nos
dejaste milagrosamente pintada tu adorable Imagen que nos sirviera como de
glorioso estandarte para vencer a los enemigos de nuestra Fe y de nuestras
almas, te pedimos, oh, Madre, por el Sagrado Corazón de tu Santísimo Hijo y por
tu Purísimo Corazón, que así como veneramos tu Imagen aquí en la tierra, así
lleguemos a gozar de tu maternal presencia en el cielo.
Dios
te salve, María…
Unidos a ella,
alabemos y adoremos a la Santísima Trinidad: Gloria al Padre…
DÍA
OCTAVO
Solemne
Procesión y colocación de la Santa Imagen ensu primera Ermita.
PUNTO PRIMERO
Divulgada la
noticia del portento, empezaron luego, los indios especialmente, a concurrir al
Oratorio del Obispo para admirar y adorar la Imagen celestial de la noble
Indita y Madre de Dios. “Toda la ciudad se alborotó” refiere el autor contemporáneo
en su relación escrita en lengua mexicana: “toda la ciudad con los barrios de
los indios se alborotó para ver a la Santísima Imagen. Veían cómo milagrosamente
se apareció y que ninguno del mundo la había pintado en la manta de Juan
Diego.” Pero, como que cada día crecía más el concurso al Oratorio; el Santo
Prelado trasladó la Santa Imagen con las rosas milagrosas a la Iglesia Mayor,
que fue después Catedral. Asegurado mientras tanto de que la pequeña y pobre
Ermita estaría acabada dentro de pocos días, por ser muchísimos los indios que,
con ardor, trabajaban en ella de día y de noche, hizo notificar a todos que en
el próximo día 26 de diciembre, segundo día de Pascua de Navidad, la Santa Imagen
con solemne procesión sería trasladada al Tepeyac y colocada en su Ermita. Y así
se ejecutó con la solemnidad y pompa que todos sabemos. Los infatigables indios
llenaron de arcos y enramadas toda la calzada que es de una legua, desde la
Iglesia Mayor a la Ermita; cubrieron todo el suelo de hierbas olorosas y de
muchas y diversas flores que habían traído de los pueblos de tierra templada,
en donde las hay todo el año. De trecho en trecho dispusieron coros de músicas y
grupos de diestros danzadores, vestidos de los ricos y vistosos adornos de
preciosa plumería, de que se ataviaban en los bailes, que ellos llaman mitotes.
Otros, y en mayor numero, vestidos de sus adornos guerreros, armados de sus
arcos y flechas y de una especie de espada que llamaban macana,recorrían
la calzada y se formaban en línea como los soldados españoles, para acompañar
la Procesión.
Reflexión.
Tierno espectáculo
fue esta Procesión, si se tienen en consideración todas las circunstancias de tiempo,
lugar y personas, en que se hizo. Diríase que en aquella Procesión estaba
representado el antiguo y el nuevo Continente: vencidos y vencedores, hermanos
ya en la Fe, se esmeraban en obsequiar a la común Madre celestial que sentaba
su trono precisamente en medio de las Américas, para ser reconocida como
Soberana del Nuevo Mundo. ¿Y de qué humildes principios tuvo origen este hecho
grandioso que iba a renovar la faz de estas tierras, acabadas de descubrir?
Demos gracias a la Virgen por haberse aparecido como la Estrella de la mañana para
disipar las tinieblas de la idolatría; démosle gracias también por habernos dejado
en su Imagen celestial, un recuerdo perpetuo de su protección y amor.
PUNTO SEGUNDO
Un
acontecimiento desagradable turbó por un instante el regocijo popular. Pues
entre los festejos que los indios celebraron en este día, hubo un simulacro de
guerra en canoas en la Laguna próxima a la Ermita; disfrazándose unos con
trajes de Chichimecas, y otros con los trajes de guerreros aztecas. En el
colino del combate, “se desmandó del arco de un azteca una flecha y paso de
parte a parte el cuello de un indio del bando de los Chichimecas, quedando
luego al instante allí muerto. En medio de lágrimas y alaridos le llevaron
delante de la Santa Imagen, orando por él. Al punto se levantó vivo y sano; sacáronle
la flecha, que aún le tenía atravesado el cuello, quedando sin lesión ni herida
y solo con unas ligeras señales de ella para testigos del milagro. Agradecido y
alegre en medio de la indecible alegría y alborozo de todos, el indio volvió a
su canoa, y acabada la fiesta se dedicó al servicio de la Virgen en su Ermita,
y en este ejemplo perseveró toda su vida.”
Reflexión
¿Cuántas veces
acontece que en medio de una buena obra o cuando más ocupados nos encontramos en
disponer y ordenar unas sagradas funciones, o devotos ejercicios, un estorbo inesperado
viene a turbarnos? No desconfiemos ni perdamos ánimo: recurso a Dios y a su
Madre, y adelante: porque el Señor, que empezó la buena obra, la llevará al
cabo. Comúnmente, las buenas obras llevan consigo como sello de ser de Dios,
algunas espinas de contratiempo y contradicción. Y señal indudable de nuestra
recta intención en casos semejantes es, cuando lo que llevamos entre manos,
amas de servir ala gloria de Dios y al provecho de las almas, nos
proporciona a nosotros penas y bochornos. “A ti solo oh, Señor, gloria y honor;
y a mí, desprecio y confusión”, como repetía el Profeta Daniel (Dan. 9. 7.)
PUNTO TERCERO
Desde el día de
la colocación de la Santa imagen en su Ermita, empezaron las peregrinaciones de
los indios al Tepeyaca. Amedida que se propagaba la noticia del prodigio,
acudían, cada semana, y aún cada día en ciertos tiempos del año, indios de todas
las tribus desde muy lejanas tierras Los convertidos confirmábanse en su fe, y
los idólatras atraídos de la vista de la Cihusapillio Noble Indita, movidos de la gracia
interior, se convertían y pedían el bautismo. Pueblos enteros emprendían a
mediados de noviembre sus peregrinaciones al Santuario; deteníanse unos días en
honrar con sus cantos y bailes simbólicos y con largas visitas en el templo, a
su amada Madre, que ellos decían Tónanzin, Teotenantzin. En el siglo
pasado, a pesar de haber disminuido por la peste y otras causas el número de
los indios, en el solo día 12 de diciembre de 1794 se contaron veinticuatro mil
indios, llegados de treinta, cincuenta, sesenta y más leguas de distancia. Y así
continuaron en los años siguientes, hasta nuestros días, en que las
Peregrinaciones tomaron el aspecto impotente que todos admiramos.
Reflexión
Imitemos la
constancia de estos buenos indios en la devoción a la Virgen: imitemos su viva
fe cuando están delante de la Santa Imagen, especialmente en los días en que, turnándose
pueblos enteros, hacen sus visitas solemnes. Si vieran con los ojos corpóreos a
la Santísima Virgen, no podrían dar muestras de más acendrada devoción y encendidos
afectos. Pero la ven con los ojos de la Fe, que produce aquellos tiernos
afectos y con tal intensidad que no los produciría la vista corporal. El P.
Juan Bautista Zappa, llamado por la misma Virgen de Guadalupe desde Italia a México
para ser apóstol de los indios, mientras un día pasando por un portal de la
Ciudad de México saludaba una Imagen de la Virgen, diciéndole: “¡Madre mía! ¿qué
haré yo para agradaros?" oyó en el fondo de su corazón esta respuesta: “Cuando
seas como uno de estos mis hijos”, refiriéndose a unos indios que allí estaban
vendiendo sus frutas y verduras.
ORACIONES
PARA
FINALIZAR TODOS LOS DÍAS
Pida cada uno la
gracia que desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe.
ORACIÓN
DE SAN BERNARDO
ACORDAOS, ¡oh,
piadosísima Virgen María! que jamás se oyó decir que ninguno de los que han
acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro
auxilio, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, yo también
acudo a Vos, oh, Madre ¡Virgen de las vírgenes! y gimiendo bajo el peso de mis
pecados me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis,
¡oh, Madre de Dios! mis súplicas; antes bien escuchadlas y, acogedlas
benignamente, Amen.”
No, nunca te alejes, no faltes jamás:
si somos tus hijos, oh, Madre, piedad.
V. Ruega por
nosotros Santa María Virgen de Guadalupe.
R. Para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos
¡Oh, Dios! que
con habernos colocado bajo el singular patrocinio de la Santísima Virgen María
nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, te suplicamos nos concedas que,
así como nos alegramos hoy de su conmemoración en la tierra, así consigamos
gozar de su presencia en el cielo. Así te lo pedimos por Jesucristo Nuestro
Señor. Amen.