domingo, 3 de diciembre de 2023

DÍA 2. NOVENA A LA VIRGEN DE GUADALUPE

DÍA 2. NOVENA A LA VIRGEN DE GUADALUPE

 

ORACIONES DEL TRIDUO

PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

SÚPLICAS A NTRA. SRA. DE GUADADUPE

 

I

Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado, por aquella maternal piedad con que amparaste a los mexicanos recibiéndoles por tus hijos desde los primeros años en que nuestra nación recibió la predicación del Evangelio; te pedimos, oh, Madre, nos alcances constancia en la fe y valor en las tentaciones, para que, unidos de entendimiento y de voluntad, vivamos siempre sujetos al Supremo Pastor de la Iglesia Católica, en la cual solamente podemos conseguir nuestra eterna salvación.

 

Dios te salve, María...

 

II

Virgen Santísima, que con el dulce nombre de Santa María de Guadalupe te dignaste aparecer en medio de nosotros y establecer en el templo que escogiste el trono de tu misericordia y de tu protección, te pedimos, oh, Madre, que, así como nos visitaste y amparaste con tu aparición, así nos visites con tu maternal presencia y auxilio en la hora de nuestra muerte.

 

Dios te salve, María…

 

III

Virgen Santísima, Madre y Abogada nuestra, que en señal de singular protección nos dejaste milagrosamente pintada tu adorable Imagen que nos sirviera como de glorioso estandarte para vencer a los enemigos de nuestra Fe y de nuestras almas, te pedimos, oh, Madre, por el Sagrado Corazón de tu Santísimo Hijo y por tu Purísimo Corazón, que así como veneramos tu Imagen aquí en la tierra, así lleguemos a gozar de tu maternal presencia en el cielo.

Dios te salve, María…

 

Unidos a ella, alabemos y adoremos a la Santísima Trinidad: Gloria al Padre…

 

DÍA SEGUNDO

Refiere Juan Diego a la Virgen cómo fue recibido por el Obispo.

 

PUNTO PRIMERO

En unas casas, ubicadas en donde después fue construido el palacio Arzobispal, vivía por este tiempo el V. Fray Juan de Zumárraga de la Orden Seráfica, el cual tres años antes había llegado a México con el título de Obispo Electo y de Protector de los indios. A este verdadero Padre de los Mexicanos y apostólico varón refirió Juan Diego con sencillez lo que hacía pocas horas había visto y oído. El Santo Prelado “oyó con admiración lo que le refería el indio, extrañando un caso tan prodigioso; y aunque le hizo muchas preguntas acerca de lo que había referido y le halló constante, con todo, le despidió diciéndole: hijo mío, otra vez vendrás y muy despacio te oiré para satisfacer a tu deseo...”

 

Reflexión

Si los que reciben estos favores sobrenaturales tienen estricta obligación de manifestarlos a sus directores espirituales, no menos la tienen estos, y especialmente los Obispos en ciertos casos, de hacer un detenido examen de todo lo acontecido. Así acostumbra la Iglesia y lo tiene prevenido en los Concilios. A esta prescripción tuvo que atenerse el prudentísimo Prelado, especialmente en las circunstancias muy singulares del tiempo, de la persona, del lugar y del modo en que este hecho de la aparición había acontecido. De la misma manera, cuando se nos pide consejo o se nos comunica algo para que demos nuestro dictamen, no debemos obrar con precipitación, desaprobando o aprobando inmediatamente lo que se nos propone; ni debemos dejarnos llevar de prejuicios formados contra algunos hechos por más raros que nos parezcan, sino que debemos dar tiempo a la reflexión, y al examen consultándolo todo con Dios. Algunos acostumbran no tomar ninguna determinación sin haber antes oído o celebrado la santa Misa o a lo menos después de una visita al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen que es Madre del Buen Consejo.

 

PUNTO SEGUNDO

En este propio día de sábado, volvió Juan Diego por la tarde a la cumbre del Cerrito; encontró a la Virgen que le aguardaba, y postrado en su acatamiento, le refirió que el obispo le había oído apacible y con atención: “más (añadió, encareciéndolo, mucho) a lo que vi en él y según las preguntas que me hizo, colegí que no me había dado crédito, y me dijo que volviese otra vez. Y así te ruego, noble niña y Señora mía, que envíes para esto alguna persona noble y principal, digna de respeto, a quien deba darse crédito. Porque, ya ves, noble niña mía, que yo soy un pobre, muy ignorante y de muy baja condición; y no es para mí este negocio a que me envías...”

 

Reflexión

Primera: aunque la Virgen sabía todo lo acontecido, oye con mucha benevolencia la relación que le hace su humilde mensajero. Imitemos a la Virgen; y aunque estemos muy bien impuestos de todo, dejemos a los que vienen a hablarnos que manifiesten a su modo sus penas y necesidades, oigámoslos con afabilidad y mostrémonos empeñados en ayudarles. Segunda: Juan Diego atribuye a su cortedad y a su condición de pobre, el que el Prelado no le hubiese desde luego dado crédito y manifestado su aprobación. Pero, si el Santo Prelado podía estar seguro de que Juan Diego por su sencillez y sinceridad no era un embaucador que tuviese intención de engañarle, quedábale todavía por asegurarse de que Juan Diego, precisamente por sencillo, no hubiese padecido alguna ilusión o caído en algún engaño. Para averiguar esto se necesitaba tiempo y examen. Mas, si podemos excusar al sencillo Juan Diego, ninguna excusa tenemos nosotros, cuando porque los que nos dirigen no conceden luego lo que les pedimos, o no aprueban lo que les manifestamos, juzgamos que, por estar prevenidos en contra, y por los falsos informes, hicieron más caso de estos que de nosotros. Ya hemos visto que no basta la sinceridad de nuestras intenciones, sino que es preciso también examinar si es conveniente, atendidas todas las circunstancias, acceder desde luego a nuestros deseos.

 

PUNTO TERCERO

A las quejas del abatido Juan Diego respondió la Virgen: “oye, hijito mío muy amado, sábete que yo tengo muchos que pudiera enviar; más conviene mucho que tú hagas este negocio y lo solicites, y por intervención tuya ha de tener efecto mi voluntad. Y así te ruego, hijito mío, y te ordeno que vuelvas mañana a hablar al Obispo”. Respondió Juan Diego: “no recibas disgusto, reina y Señora mía, de lo que he dicho, porque iré de muy buena voluntad: y mañana en la tarde en este lugar te traeré la respuesta que el Obispo me diere...”

 

Reflexión

Primera: aquí vemos la ejecución de aquel plan que, como enseña san Pablo, tiene Dios dispuesto en su providencia: escoger a los que son tenidos por locos para confundir a los sabios; a los débiles para confundir a los fuertes; a los ignorantes y despreciados por el mundo para combatir el orgullo y el fausto de los más elevados. (I Cor. 1. 7.) El que escogió a doce pescadores sin letras, sin fuerza y sin nacimiento ilustre para fundar su Iglesia y propagar su Evangelio, ahora escoge a un pobre y obscuro neófito, de la clase más baja entre los mismos indígenas, para manifestar las glorias de su Madre en este Nuevo Mundo. Luego, guardémonos bien de despreciar y tener por falsos estos favores extraordinarios, por haberlos recibido personas pobres, ignorantes y de poca capacidad natural, o bien imperfectas. Y guardémonos también de tener por indudables estos favores cuando los reciben personas más o menos instruidas y piadosas, y que se piensa estén adelantadas en el camino de la vida espiritual. Esas tales si no son humildes y muy humildes, están más sujetas, las ilusiones e insidias del demonio. Segunda: imitemos la docilidad de Juan Diego, el cual, a pesar de haber manifestado repugnancia, se rinde con toda sumisión a obedecer a la Virgen. Si después de haber manifestado nuestras dudas a los que nos dirigen, seguimos porfiando y rehusando, esto proviene del amor propio y de la tenacidad de nuestro juicio: fuente funestísima de sinsabores y de caídas ruinosas.

 

ORACIONES

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Pida cada uno la gracia que desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe.

 

ORACIÓN DE SAN BERNARDO

ACORDAOS, ¡oh, piadosísima Virgen María! que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro auxilio, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, yo también acudo a Vos, oh, Madre ¡Virgen de las vírgenes! y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis, ¡oh, Madre de Dios! mis súplicas; antes bien escuchadlas y, acogedlas benignamente, Amen.”

 

No, nunca te alejes, no faltes jamás:

si somos tus hijos, oh, Madre, piedad.

 

V. Ruega por nosotros Santa María Virgen de Guadalupe.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Oremos

¡Oh, Dios! que con habernos colocado bajo el singular patrocinio de la Santísima Virgen María nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, te suplicamos nos concedas que, así como nos alegramos hoy de su conmemoración en la tierra, así consigamos gozar de su presencia en el cielo. Así te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

 

***

Nos cum Prole pía

Benedicat Virgo María!

*