viernes, 31 de marzo de 2023

LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. S.S. Pío VII

 


LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. S.S. Pío VII

Letanías a Nuestra Señora de los Dolores fue compuesta por el papa Pio VII en el año 1809, mientras se hallaba encarcelado por Napoleón Bonaparte.

 

Kýrie, eléison.

Christe, eléison.

Kýrie, eléison.

 

Christe, áudi nos.

Christe, exáudi nos.

 

Pater de cœlis, Deus, miserére nobis.

Fili, Redémptor mundi, Deus, miserére nobis.

Spíritus Sancte Deus, miserére nobis.

Sancta Trínitas, unus Deus, miserére nobis.

 

Sancta María, ora pro nobis.

Sancta Dei Genétrix, ora pro nobis.

Sancta Virgo vírginum, ora pro nobis.

Mater crucifíxa, ora pro nobis.

Mater dolorósa, ora pro nobis.

Mater lacrimósa, ora pro nobis.

Mater afflícta, ora pro nobis.

Mater derelícta, ora pro nobis.

Mater desoláta, ora pro nobis.

Mater Filio orbáta, ora pro nobis.

Mater gládio transverberáta, ora pro nobis.

Mater ærúmnis confécta, ora pro nobis.

Mater angústiis repléta, ora pro nobis.

Mater cruci corde affíxa, ora pro nobis.

Mater mœstíssima, ora pro nobis.

Fons lacrimárum, ora pro nobis.

Cúmulus passiónum, ora pro nobis.

Spéculum patiéntiæ, ora pro nobis.

Rupes constántiæ, ora pro nobis.

Áncora confidéntiæ, ora pro nobis.

Refúgium derelictórum, ora pro nobis.

Clípeus oppressórum, ora pro nobis.

Debellátrix incredulórum, ora pro nobis.

Solátium miserórum, ora pro nobis.

Medicína languéntium, ora pro nobis.

Fortitúdo debílium, ora pro nobis.

Portus naufragántium, ora pro nobis.

Sedátio procellárum, ora pro nobis.

Recúrsus mœréntum, ora pro nobis.

Terror insidiántium, ora pro nobis.

Thesáurus fidélium, ora pro nobis.

Óculus Prophetárum, ora pro nobis.

Báculus Apostolórum, ora pro nobis.

Coróna Mártyrum, ora pro nobis.

Lumen Confessórum, ora pro nobis.

Margaríta Vírginum, ora pro nobis.

Consolátio Viduárum, ora pro nobis.

Lætítia Sanctórum ómnium, ora pro nobis.

 

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, parce nobis, Jesu.

 

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, exáudi nobis, Jesu.

 

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, miserére nobis, Iesu.

 

Antiphona: Réspice super nos, libéra nos, salva nos ab ómnibus angústiis in virtúte Jesu Christi. Amen.

 

ORATIO

 

Scribe, Dómina, vúlnera tua in corde meo, ut in eis legam dolórem et amórem: dolórem, ad sustinéndum per te omnem dolórem: amórem, ad contemnéndum per te omnem amórem.

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

 

Jesucristo, óyenos.
Jesucristo atiéndenos.

 

Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois un solo Dios, Ten piedad de nosotros.

 

Santa María, Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, Ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, Ruega por nosotros.
Madre Crucificada, Ruega por nosotros.
Madre Dolorosa, Ruega por nosotros.
Madre lacrimosa, Ruega por nosotros.
Madre aflicta, Ruega por nosotros.
Madre abandonada, Ruega por nosotros.
Madre desolada, Ruega por nosotros.
Madre despojada de su Hijo, Ruega por nosotros.
Madre traspasada por la espada, Ruega por nosotros.
Madre consumida por el infortunio, Ruega por nosotros.
Madre repleta de angustias, Ruega por nosotros.
Madre con el corazón clavado a la Cruz, Ruega por nosotros.
Madre tristísima, Ruega por nosotros.
Fuente de lágrimas, Ruega por nosotros.
Auge de sufrimiento, Ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, Ruega por nosotros.
Roca de constancia, Ruega por nosotros.
Áncora de confianza, Ruega por nosotros.
Refugio de los desamparados, Ruega por nosotros.
Escudo de los oprimidos, Ruega por nosotros.
Vencedora de los incrédulos, Ruega por nosotros.
Consuelo de los miserables, Ruega por nosotros.
Remedio de los enfermos, Ruega por nosotros.
Fortaleza de los flacos, Ruega por nosotros.
Puerto de los náufragos, Ruega por nosotros.
Bonanza en las borrascas, Ruega por nosotros.
Recurso de los afligidos, Ruega por nosotros.
Terror de los que arman celadas, Ruega por nosotros.
Tesoro de los fieles, Ruega por nosotros.
Vista de los Profetas, Ruega por nosotros.
Báculo de los Apóstoles, Ruega por nosotros.
Corona de los Mártires, Ruega por nosotros.
Luz de los Confesores, Ruega por nosotros.
Perla de las Vírgenes, Ruega por nosotros.
Consolación de las viudas, Ruega por nosotros.
Alegría de todos los Santos, Ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros, Jesús.

 

Antífona: Velad por nosotros, defendednos, preservadnos de todas las angustias, por la virtud de Jesucristo Nuestro Señor. Amén

 

ORACIÓN

Imprimid, Señora, vuestras llagas en mi corazón, para que en ellas recoja dolor y amor: dolor, para soportar por vos todos los dolores, amor, para despreciar por vos todos los amores. Amén.

 

 

Rezar un Credo, una Salve y tres Ave Marías.

Viernes de Pasión. CONMEMORACIÓN DE LOS DOLORES DE LA VIRGEN

Conmemoración de los Dolores de Nuestra Señora

 

Sermón de San Bernardo, Abad.

Del Sermón sobre las 12 estrellas.

El martirio de la Virgen nos fue revelado por la profecía de Simeón y por la historia de la pasión del Señor. “Este niño —dijo el santo anciano, hablando del niño Jesús— está destinado para ser el blanco de contradicción; y una espada —añadió dirigiéndose a María— traspasará tu alma”. Sí, ¡oh bienaventurada Madre! una espada traspasó tu alma, porque sólo pasando por tu corazón, pudo atravesar la carne de tu Hijo. Y después de entregar su espíritu ese Jesús, que es tuyo, la lanza cruel no hirió su alma, atravesó ciertamente la tuya; no estaba ya allí el alma de Jesús, pero la tuya no podía apartarse de allí.

Tan intenso dolor traspasó tu alma, por lo que os proclamamos más que mártir; el sentimiento de compasión superó en ti todos los padecimientos que puede soportar el cuerpo. ¿No fueron para ti más que una espada, estas palabras que atravesaron tu alma y alcanzaron hasta la división del alma y del espíritu: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”? ¡Qué cambio! Juan os fue dado en cambio de Jesús, el servidor por el Señor, el discípulo en vez del Maestro, el hijo de Zebedeo por el Hijo de Dios, un hombre por el Dios verdadero. Ante estas palabras, ¿era posible que tu alma, tan amante, no fuera traspasada, si solamente su recuerdo desgarra nuestros corazones, aunque sean de piedra y bronce?

No os asombréis, hermanos, si oís decir que María fue mártir en el alma. Sólo puede asombrarse de ello quien no recuerde haber oído a San Pablo contar entre los grandes crímenes de los gentiles el estar “faltos de afecto”. Nada más lejos del corazón de María que este defecto; ninguno debe estar más lejos, por lo tanto, del de sus servidores. Quizá diga alguno: ¿No sabía María que había de morir su Hijo? Lo sabía, sin duda. ¿No esperaba su próxima resurrección? La esperaba confiadamente. Y a pesar de ello, ¿se afligió al ver que lo crucificaban? Sí, profundamente. Pero ¿quién eres tú, hermano, y de qué fuentes sacas tu ciencia, para que te asombres más de ver a María participando de los sufrimientos de su Hijo, que de ver sufrir al Hijo de María? ¿Pudo morir Él de la muerte del cuerpo, y no podía experimentar ella la del corazón? Jesús murió por una caridad insuperable, y el martirio de María tuvo origen en esta caridad que, después de la de Jesús, no ha conocido igual.

 

Oremos.

En tu pasión, Señor, la espada de dolor, profetizada por Simeón, traspasó el alma de tu Madre María, la Virgen. Al recordar sus sufrimientos y venerar su dolor, concédenos, por sus méritos, y por la oración de todos los santos que permanecieron fieles al pie de la cruz, alcanzar los gozosos frutos de tu pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

 

EL MARTIRIO DE MARÍA Dom Gueranger

 


EL MARTIRIO DE MARÍA

Dom Gueranger

Viernes de Dolores

 

EL MARTIRIO DE MARÍA. — María se halla al pie de la cruz para recibir el adiós de su Hijo; se va a separar de ella y en breves momentos no poseerá de este hijo tan querido más que un cuerpo inanimado y cubierto de heridas. Mas cedamos la palabra a San Bernardo, cuyos escritos usa hoy la Iglesia en los oficios de Maitines: “Oh madre, exclama, al considerar la violencia del dolor que traspasó tu alma, te proclamamos más que mártir; pues la compasión que has tenido con tu hijo ha sobrepasado todos los padecimientos que puede soportar el cuerpo. ¿No ha sido más penetrante que una espada para tu alma esta frase: Mujer, he ahí a tu hijo? ¡Cambio cruel! ¡En lugar de Jesús recibe a Juan; en lugar del Señor, al servidor; en lugar del Maestro, al discípulo; en lugar del Hijo de Dios, al hijo del Zebedeo; un hombre, en fin, en lugar de un Dios! ¿Cómo no habría de ser traspasada tu tierna alma, si aun nuestros mismos corazones de hierro y de bronce, se sienten desgarrados al solo recuerdo de lo que padeció el tuyo? No os asuste, pues, hermanos míos, el oír decir que María ha sido mártir en su alma. No tiene motivos para escandalizarse, sino aquel que haya olvidado que San Pablo cuenta, como uno de los mayores crímenes de los gentiles, el que no tuvieran afectos. El corazón de María estuvo exento de este defecto; ¡que se halle lejos también del corazón de aquellos que la honran!

 

En medio de los clamores y de los insultos que ascienden hasta su hijo elevado en la cruz, María siente que se dirigen a ella estas palabras que la muestran que no tendrá en la tierra más que un hijo de adopción. Las alegrías maternales de Belén y de Nazaret, alegrías tan puras y tan frecuentemente turbadas por la inquietud, se repliegan en su corazón y se cambian en amarguras. ¡Fué la madre de un Dios y su hijo le es arrebatado por los hombres! Eleva una vez más sus ojos hacia su amadísimo Hijo, le ve como una víctima, agobiado por Una ardiente sed, que ella no puede apagar. Contempla su mirada que se extingue; su cabeza que se inclina hacia el pecho; todo está consumado.

 

ORACION

 

Con esta confianza, oh Madre afligida, venimos hoy a rendirte con la Santa Iglesia nuestro filial homenaje. Jesús, el fruto de tu vientre, fué concebido por Ti sin dolor; nosotros, hijos tuyos por adopción, hemos penetrado en tu corazón por la espada. ¡Amadnos, pues, oh María, corredentora de los hombres! ¿Y cómo no hemos de reputar nosotros, como seguro, el amor tan generoso de tu corazón, cuando sabemos que para nuestra salvación, te has unido al sacrificio de tu Jesús? ¿Qué pruebas no nos has dado constantemente de tu ternura maternal, tú que eres reina de misericordia, refugio de pecadores, abogada infatigable de todas nuestras miserias? Dígnate, oh madre, vigilar sobre nosotros. Concédenos el poder sentir y gustar la dolorosa pasión de tu Hijo. Se ha realizado en tu presencia; has tenido parte en ella. Haznos penetrar todos los misterios para que nuestras almas rescatadas con la sangre de Jesús y rociados con tus lágrimas, se conviertan al Señor y se mantengan firmes en su servicio.