martes, 21 de marzo de 2023

RESPUESTA SOBRE EL MESÍAS Dom Gueranger

 


 

RESPUESTA SOBRE EL MESÍAS

Dom Gueranger

Martes de la IV semana de Cuaresma

 

RESPUESTA SOBRE EL MESÍAS. — La lectura del Santo Evangelio nos hace pensar en el inminente sacrificio del Cordero divino dispuesto a ofrecerse en Jerusalén. Aun no ha llegado la hora, mas no tardará. Se le busca ya para darle la muerte. La pasión de sus enemigos les ciega hasta tal punto que les hace ver en El a un violador del Sábado, porque cura a los enfermos con un solo acto de su voluntad en el día del Señor. Jesús rebate sus prejuicios sin lograr ningún fruto; les recuerda que tampoco ellos hallan dificultad practicar la circuncisión o en sacar de sus abrevaderos su buey o su asno si hubieren caído en él. Ni quieren escuchar. Les domina una sola cosa: hacer desaparecer a Jesús. Sus prodigios son innegables y todos obrados con un fin misericordioso para con el hombre; únicamente rehúsa ofrecer a la vana admiración de sus enemigos los milagros que le piden para saciar su curiosidad o adular su orgullo; y lejos de agradecer el uso que hace de los milagros en favor de los hombres, se atreven a decir, que no sólo los obra mediante el poder de Beelcebú, sino que El mismo está poseído del demonio. Causa horror el oír tan horribles blasfemias y sin embargo el orgullo de estos doctores judíos les lleva hasta cometer estos desatinos e impiedades: y la sed de sangre se enardece cada vez más en su corazón. Mientras algunos del pueblo seducidos por sus jefes, se dejaban arrastrar por un ciego fanatismo, otros más indiferentes recapacitan acerca del Mesías, y no hallan en Jesús, los distintivos de este enviado de Dios. Quieren que, cuando venga a este mundo no se sepa su origen. No obstante esto los Profetas han anunciado que debe nacer de la sangre de David; su genealogía será uno de los principales caracteres; pero todo Israel sabe que Jesús procede de esta familia real. Por otra parte también sabe que el Mesías debe tener un origen misterioso, debe venir de Dios. La buena acogida de las en enseñanzas de Jesús, confirmadas por tantos milagros, les instruyó a la vez sobre su nacimiento temporal y su filiación divina; mas la indiferencia y cierta maldad depositada en lo último del corazón del hombre les impidió recapitular; tal vez aquellos, mismos en el día del deicidio incluso, gritarán como los demás: “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.