martes, 7 de marzo de 2023

CRISTO VERDAD. Dom Gueranger

CRISTO VERDAD.

Dom Gueranger

Martes de la II semana de Cuaresma

LA IGLESIA MAESTRA DE VERDAD. —. Los doctores de la ley están todavía sentados en la cátedra de Moisés; Jesús quiere que se escuche su enseñanza. Pero esa cátedra que es cátedra de verdad, a pesar de los que en ella están sentados, no será pronto patrimonio de Israel. Caifás profetizará aún, porque es el pontífice reinante ese año; pero la cátedra que ha vilipendiado, que ha enlodado con sus indignas pasiones, va a ser muy pronto levantada y trasladada al centro de la gentilidad. Jerusalén que negará a su divino libertador perderá sus honores y pronto Roma, centro del poderío pagano, verá levantarse dentro de sus muros esa cátedra, que cifraba la gloria de Israel desde la que se pregonaban las profecías tan visiblemente cumplidas en Jesús. Y esa cátedra no será derrocada, en adelante, a pesar de todas las furias del infierno; será siempre la esperanza segura y fiel de las naciones que de él la recibirán el testimonio indefectible de la verdad. Así, pues, la antorcha de la fe que brillaba en Jacob, ha sido transportada, pero no apagada. Gocemos de su luz y merezcamos por nuestra humildad que sus rayos lleguen siempre a nosotros.

CRISTO VERDAD. — ¿Cuál fue la causa de la perdición de Israel? Su orgullo. Se ufanó de los dones que Dios había acumulado en él; no quiso reconocer un Mesías desprovisto de toda gloria humana, se indignó al oír a Jesús afirmar que los gentiles participarían de la salvación y quiso con el más horrendo crimen ahogar la voz que le echaba en cara la dureza de su corazón. Esos individuos, en vísperas de las divinas venganzas, que por doquier se anuncian próximas, no han perdido un átomo de su arrogancia. Siempre el mismo fausto, siempre el implacable menosprecio de los pecadores. Hízose el Hijo de Dios, hijo del hombre; es nuestro maestro, y sin embargo, nos sirve él mismo; aprendamos con tal ejemplo lo que vale la humildad. Si nos dicen Maestro, si nos llaman Padre, no olvidemos que nadie es maestro, que nadie es padre sino por el Señor, nuestro Dios. El maestro digno de este nombre es aquel por cuya boca Cristo enseña; y sólo es verdaderamente padre aquel que reconoce que su autoridad paternal le viene de solo Dios; porque, como dice el Apóstol; “del Padre de nuestro Señor Jesucristo dimana toda paternidad en el cielo y en la tierra'”.