martes, 14 de marzo de 2023

EL PERDÓN DE LAS INJURIAS Y EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA. Dom Gueranger

 


EL PERDÓN DE LAS INJURIAS Y EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA.

Dom Gueranger

Martes de la III semana de Cuaresma

 

EL PERDÓN DE LAS INJURIAS. — La misericordia que el Señor quiere ver en nosotros no sólo consiste en poner la limosna corporal y espiritual en el seno del desgraciado, abarca también el perdón y olvido de las injurias. En esto precisamente es donde Dios nos espera para probar la sinceridad de nuestra conversión. “La medida que para otros usaréis, dice, se usará para vosotros'”. Si perdonamos de corazón a nuestros enemigos, el Padre celestial nos perdonará a nosotros generosamente. En estos días de reconciliación, procuremos ganar a nuestros hermanos; y para conseguirlo perdonémosles, aunque sea necesario hacerlo setenta veces siete. Nuestras disputas de un día en el camino de la eternidad no nos deben desanimar en la consecución del fln del viaje. Perdonemos los agravios e injurias e imitemos la conducta que Dios ha- seguido con nosotros.

 

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA. — Consideremos también estas palabras del Evangelio que son el fundamento de la esperanza y que deben oírse hasta en lo más íntimo de nuestros corazones agradecidos: “todo lo que hubiereis desatado en la tierra será desatado en el cielo” ¡Muchísimos pecadores podrán dar pruebas por experiencia de esta consoladora promesa! Confesarán sus pecados, ofrecerán a Dios su corazón contrito y humillado y en el momento en que el sacerdote les absuelva en la tierra, la mano de Dios desde el cielo les romperá los lazos que les tenían encadenados para ser precipitados a los suplicios eternos.

 

Por fln, no olvidemos tampoco esta otra palabra que tiene ilación con la precedente: si alguno no escucha las enseñanzas de la Iglesia, consideradle como un pagano y un publicano. ¿Quién esa Iglesia de que aquí se habla? Son los hombres a quienes ha dicho Jesucristo: Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; y quien os desprecia a mí me desprecia; los hombres por cuya boca llega la verdad, la única que puede salvar, a oídos del cristiano; hombres que son los únicos en la tierra que pueden reconciliar al pecador con Dios, cerrarle el infierno y abrirle el cielo. ¿Después de conocer todo esto acaso debemos extrañarnos que el Salvador, que los ha querido por intermediarios entre él y los hombres amenace mirar como un pagano, como un hombre sin bautismo a quien no reconozca su autoridad? Fuera de su doctrina, no hay revelada ninguna otra verdad, fuera de los sacramentos que ellos administran, no hay otra salvación, viviendo apartado de las leyes espirituales que ellos imponen, no hay esperanza en Jesucristo.