viernes, 30 de junio de 2023

DÍA 1. LA DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE

DÍA PRIMERO

LA DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

    

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS

¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.

CONSIDERACIÓN:

LA DEVOCIÓN A LA PRECIOSA SANGRE

I. Toda dignidad exige reverencia y honor; y mientras más sublime es, tanto mayor obsequio se le debe. Honramos a los Santos porque son amigos y cortesanos de Dios. A la Virgen Santísima tributamos una veneración más especial, porque es Madre de Dios. Pero a la Preciosa Sangre debemos rendir el máximo honor, porque está unida hipostáticamente a la Divinidad, porque es Sangre de un Dios hecho hombre. Almas creyentes, pongamos en práctica eso que nos enseña la fe: encendámonos en el más tierno amor hacia la Divina Sangre, y honrémosla con la más afectuosa devoción.

 
II. A todo bienhechor se le debe amor y gratitud en proporción de los beneficios que comparte. La Preciosa Sangre es el verdadero precio de nuestra redención, ella nos ha reconciliado con el Padre celestial, nos ha hecho amigos e hijos suyos y nos ha conquistado una felicidad sobrenatural, cual es el eterno goce de Dios mismo, bien infinito. En una palabra, nos ha hecho tales beneficios, que no se puede esperarlos mayores. Por tanto todos debemos encendernos del amor más ardiente, demostrar los más sinceros afectos de gratitud, y profesar sumo reconocimiento a tan benéfica Sangre.

  
III. Es necesario que los indigentes estén siempre allegados a la fuente de las gracias, y los enfermos al depósito de las medicinas. La Sangre de Jesús, por ser el precio infinito de nuestra redención, constituye la fuente inextinguible de todos los bienes y el remedio de todos los males. Siendo nosotros pecadores y viles creaturas no podemos, ni merecer, ni hacer bien alguno por nosotros mismos; por eso nos conviene correr continuamente a saciar la sed en esta fuente de la Preciosísima Sangre. Vamos pues, piadosos cristianos, vamos a beber las aguas de todas las gracias, que manan de las llagas del Salvador, por medio de una tierna devoción a su Sangre, especialmente en el curso de este mes a ella dedicado, empezándolo y prosiguiéndolo hasta el fin con gran fervor y afectuosa devoción.

 
EJEMPLO

En Beirut, ciudad de la Siria, habiendo llegado a manos de algunos hebreos una imagen del Redentor, con rabia diabólica renovaron éstos los insultos y tormentos que un día sus padres hicieron sufrir a Jesús cuando vivía en la tierra. Blasfemias, salivas, golpes, clavos, todo ello emplearon para deshonrar esta santa imagen: y al fin con una lanza le traspasaron el costado, el cual apenas herido, comenzó a manar viva Sangre. Sin conmoverse lo más mínimo ante tan gran prodigio, acercaron un vaso a la herida, y una vez lleno de aquella Sangre, lo llevaron a la Sinagoga; donde, entre improperios y burlas, ungieron con él a toda clase de enfermos, los cuales al instante sanaron. Caminaban expeditamente los cojos, veían los ciegos, oían los sordos, hablaban los mudos, y los moribundos mismos recobraban la salud apenas eran ungidos con la milagrosa Sangre. Ante tan portentoso número de curaciones instantáneas, operadas bajo sus propios ojos, no pudiendo ya resistir su obstinación, y arrepentidos todos se condujeron al Obispo de Antioquía para pedirle el bautismo; y con ellos mismos muchos otros hebreos abrazaron la fe de Cristo (César Card. Baronio, Anales Eclesiásticos. Ant. 787, n. 23, etc. El Martirologio Romano conmemora este prodigio el 9 de Noviembre). Procuremos también nosotros la más tierna devoción a la misma Sangre divina, y obtendremos de Jesús gracias espirituales, y aún corporales, si nos sirven para la salvación del alma.

 
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.

 

OBSEQUIO: Rezar cinco Pater noster, Ave María y Gloria a las cinco llagas de Jesús.

 

JACULATORIA: A vuestra Sangre rendir honor, siempre deseo, caro Señor.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh Sangre preciosísima de mi Jesús! Yo os adoro como a Sangre de mi Dios, os doy gracias como a mi perpetuo bienhechor, os alabo y bendigo como al precio de mi redención, os amo como a fuente de los dones celestiales, y quiero amaros y honraros por todo el resto de mi vida. ¿Qué sería de mí, si me alejase de Vos, que sois mi bien, mi vida, mi todo? Ciertamente me perdería. Para evitar tan grande desventura quiero estar siempre unido a Vos, y alimentar para con Vos, la más tierna devoción. Amén.

 

DÍA 31. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA RESURRECCIÓN. San Enrique de Ossó

DÍA 31

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA RESURRECCIÓN

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA TRIGESIMOPRIMERO

Sentimientos del Corazón de Jesús en la resurrección

 

Composición de lugar. Contempla a Jesús glorioso saliendo del sepulcro.

 

Petición. Dame, Jesús, a sentir lo que tu corazón sintió en este paso.

 

Punto primero. Después que el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y sepultado y su alma bajó al limbo a visitar y alegrar a los santos padres, cumplidos los tres días decretados por el Padre, resucitó glorioso de entre los muertos, para nunca más padecer ni morir. Contempla a ese guerrero invencible triunfante de la muerte, del infierno y del pecado, y más resplandeciente que el sol, y dotado de los dotes de los cuerpos gloriosos: impasible, ágil, sutil, claro. Mírale cómo duerme su cuerpo, todo desfigurado y ensangrentado y llagado, en el sepulcro, descansando de la batalla campal y trabajo y lucha inmensa que había sostenido con el pecado. Al llegar la hora, oye cómo le clama el alma de Cristo, que había ido al limbo a consolar y sacar a los santos padres de su prisión, y acompañada de miles de ángeles y santos y justos le grita al oído: "Surge, levántate, tú, cuerpo mío, que duermes, y te iluminaré con mi gloria". Y en un instante aparece aquel cuerpo más hermoso y resplandeciente que el sol, y el alma gloriosa de Cristo, mejor que cuando el sol embiste una nube opaca que la transforma en otro sol, lo transforma en cuerpo glorioso, claro, sutil, ágil, impasible. Contempla con gran gozo los himnos que cantan a Cristo glorioso los ángeles y justos, y acaba dándole gracias por todo lo que padeció por tu amor, y formando coro con ellos, repite alborozado: ¡Gloria, bendición, claridad, loor, alabanza y acción de gracias al Cordero de Dios muerto por los pecados del mundo, y ahora glorioso y triunfante para nunca más morir! Digno eres de estar sentado a la diestra del Padre y recibir las adoraciones, los homenajes, los servicios y alabanzas de todos los ángeles y hombres, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Punto segundo. Entra, alma mía, en el corazón de Cristo vuelto a la vida, y nueva vida, y pídele te dé a sentir sus afectos y su gozo en este paso, cuando rotos todos los nudos que impedían que la gloria del alma beatificada redundase en el cuerpo pasible, obraba con holgura cumplida la Divinidad en la humanidad. ¡Qué golpe qué inundación, qué océano de paz y de ventura se derramaría en este Corazón y en este cuerpo!... Si según los dolores habían de ser las consolaciones, es imposible que nadie las pueda medir. Ya no padecerá más humillaciones, ignominias, ni desprecios, ni dolor, ni pena. Pasó el tiempo de la tristeza y de la agonía: hoy todo es gloria, bienandanza y paz. Es día del Señor, día que lo ha hecho el Señor para glorificar a su hijo muy amado y muy abatido... Mira al corazón de Cristo cómo no descansa ni reposa glorificado ya, apareciéndose a su Santísima Madre para hacerle participar de su gozo, toda vez que más que todos lo había sido de su dolor. Mira que castos abrazos se dan, que enhorabuenas por esta glorificación la madre y el hijo, que forman como una sola alma, un solo corazón... Mírale apareciéndose el mismo día a la enamorada Magdalena, a las devotas mujeres, a Pedro, perjuro arrepentido, a los discípulos de Emaús desconsolados, a los discípulos, y por fin consolándoles y enseñándoles por espacio de cuarenta días, hablándoles en diversas ocasiones del reino de Dios, comiendo con ellos y dándoles muestras las más regaladas y patentes de su inmenso amor... ¡Oh corazón de Cristo! Verdaderamente eres corazón de padre, de amigo, de esposo, de Dios. Sí, largo eres en premiar a tus siervos y por eso los pruebas para que después sea mayor su gloria. Dame que te imite en tus dolores, para que sea partícipe de tu gloria. Amén.

 

Afectos. Admitidme, Jesús mío, a la gloria de vuestra Resurrección, dejando el sepulcro de mis pecados. ¡Oh! resucite con vos a nueva vida para nunca más morir. Dame un corazón nuevo, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud. No busque torcidamente mis gustos y mis deseos, pues no es conforme a tu espíritu. Ande yo en novedad de vida para agradarte y complacerte. Si tú eres mi modelo y mi ejemplar, oh Jesús mío, esto con justicia exiges de mí, que no vaya en pos de las criaturas y de las cosas de la tierra, sino busque las del cielo, donde Tú reinas coronado de gloria. ¡Oh qué mal me hacen este cuerpo y estos sentidos y pasiones, esta carne viciada, que, terrenos como son, solo buscan su complacencia y felicidad en la tierra! ¡Oh Jesús glorioso! elévame hacia ti. ¡Hazme desabrido y amargo todo lo de este destierro, y solo suspire por Ti, gloria consumada de mi alma y de mi cuerpo! ¡Jesús mío y todas las cosas! Tú todo mío por gracia y después por gloria; y yo todo tuyo por amor y gracia en ti, transformado por unión de voluntades y afectos, para que no viva yo, sino Tú, mi vida y mi Jesús, en mí. Amén.

 

Jaculatoria. Crea en mí un corazón puro, y renueva en mí un espíritu recto, Jesús glorioso.

 

Obsequio. Andaré en la presencia de Dios y en su servicio con espíritu de fe.

 

EJEMPLO.

 

Tan grande era el amor de Dios que ardía en el corazón de la seráfica virgen santa Teresa de Jesús, que le parecía le metían una saeta en sus entrañas y en su corazón, y no sabía ni qué hacer ni qué querer; solo hallaba alivio a su mal dando quejidos amorosos; no queriendo, por otra parte, se le acabase pena tan sabrosa, pues no hallaba en la vida deleite alguno que tanto contento le diese.

 

Y este divino fuego crecía tanto a medida que iba recibiendo mayores mercedes, que no fue posible estar por más tiempo encerrado en su corazón, por lo que un serafín, con un dardo de oro, de cuando en cuando abría un cráter en aquel volcán ardoroso, para dar paso a los incendios de amor.

 

Oigamos como refiere la misma Santa, uno de estos maravillosos hechos, acaecido poco antes de emprender la obra de la Reforma Carmelitana.

 

"Quiso el Señor que viese alguna veces esta visión: vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo con forma corporal; lo que no suele ser sino por maravilla. Aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido, que parecía de los ángeles muy subidos que parece todos se abrasa. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan  grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad, que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento."

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

Querido hermano, si te ha gustado este video, compártelo con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

jueves, 29 de junio de 2023

UNA DIFICULTAD PARA EL APOSTOLADO (1) SAN MANUEL GONZÁLEZ

 


Textos para meditar ante el Sagrario

UNA DIFICULTAD PARA EL APOSTOLADO (1)

SAN MANUEL GONZÁLEZ,  OBISPO DE LOS SAGRARIOS ABANDONADOS

 

Comulgantes de Jesús de cada mañana,

¡Sed los apóstoles de Jesús de cada hora!

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11

 

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

-«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»

Simón contestó:

-«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

-«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

 

IV. UNA DIFICULTAD PARA EL APOSTOLADO

 

La escasez del dinero y artes para remediarla

          Como los ociosos operarios de la parábola evangélica excusaban su ociosidad con la razón de que nadie lOs conducía o llamaba a trabajar, harto frecuentemente oímos cohonestar muchas ociosidades y no pocos brazos caídos con esta palabra, que suele decirse con aire de razón definitiva.

          Sin dinero y sin las influencias y auxilios que el dinero da ¿qué vamos a hacer?    Ésa es la pregunta que intentaré responder en este capítulo.

 

La incuestionable escasez de dinero para muchas obras buenas

          Es cierto de toda certeza:

          1º Que hace falta dinero para las obras de que hablamos, ¡claro que sí! Un catecismo y una escuela necesitan dinero; un centro, una biblioteca, un círculo de estudios, una mutualidad, una propaganda cualquiera necesitan casa, luz, muebles, dependientes, libros, materiales; es decir, necesitan dinero, y de ordinario, mientras con más dinero cuenten, más bien podrán hacer.

          2º Que el dinero católico escasea, y mucho, en determinados sitios y para determinadas obras.    Dice un amigo que uno de los trabajos a que preferentemente deben dedicarse hoy los cristianos es a bautizar un sinnúmero de pesetas que andan por ahí, y aun en cajas de católicos más moras que el mismísimo Sultán de Marruecos.

           Sí, ahora que estamos en la época del laicismo, hay que tener en cuenta que la mayor parte del dinero que circula por el mundo es laico.

          Sin que podamos decir, porque sería una gran mentira y una gran injusticia, que se han secado los cauces de la generosidad cristiana, bien puede asegurarse que en determinadas circunstancias y para determinadas obras sufren interrupciones o mermas bastante lamentables.

          Es un hecho, desgraciadamente muy cierto, que en no pocas obras católicas se padecen hambre y sed de muchas cosas por falta de dinero.

 

No todo se hace con dinero

Pero con ser todo eso tan cierto, todavía me atrevo a asegurar que en lo de la dificultad del dinero, hay un poco, mejor digo, hay un mucho de bu con que se amedranta a los niños.    Y si no, vamos a cuentas.

 

¿Qué es el dinero? Dejándonos de definiciones, que no son del caso, y circunscribiéndonos al aspecto, bajo el cual lo consideramos aquí, el dinero no es más que uno de los elementos de la acción católica o de la propaganda, y no el principal.

          Elementos de esas obras son la gracia de Dios, en primer término, el amor de Dios y del prójimo, la iniciativa propia, la buena voluntad, el talento organizador, el estudio, la constancia, la palabra hablada o escrita, la simpatía, la laboriosidad, etc., todos los cuales pueden, en absoluto, obtenerse y ejercitarse sin dinero; al paso que éste no puede hacer nada sin todos ellos y muy poco faltando alguno solamente.

 

La obsesión del dinero

Y ocurre este singular fenómeno cuando se trata de fundar o emprender una obra buena.    Se piensa en el local, en el exorno del mismo, en lo que pudiéramos llamar mecanismo exterior de la obra, y no se piensa o se piensa menos en contar con Dios, para cuya gloria debe hacerse aquella obra y con el hombre que hay que poner al frente de aquélla y en la aptitud de éste o de los que la inician y en los medios más conducentes para que la obra conserve su espíritu y se prevenga contra los peligros de la inconstancia, la moda, la disipación o desnaturalización, hoy tan inminentes.

 

Es decir, se piensa en lo que cuesta y apenas si preocupan los demás elementos, más o tan influyentes que el dinero.

          ¿Verdad que en este proceder hay un poco de inconsecuencia?

          ¿Verdad que sólo por este lado hay ya que quitarle un poco al bu de la dificultad del dinero?    Alguien ha llamado la atención de los hombres de la acción católica sobre la enfermedad que, con frase feliz, ha llamado mal de piedra, designando con ese nombre a esa tendencia de hacer consistir la grandeza y virtualidad de nuestras obras en la grandeza de proporciones y coste de las casas para esas obras.

 

Cuidado que yo no soy partidario de las obras raquíticas; creo que con ellas, entre otras cosas, se ofende a Dios, a quien se supone poco generoso para con los que por Él trabajan, y se da pobre idea de los sentimientos de fe y de confianza de los que en ellas andan.

          Pero creo que es una grandísima torpeza, por lo menos, quejarnos a Dios y a los hombres de que no podemos hacer obras buenas, porque no nos dan dinero, teniendo almacenados en nuestra cabeza y en nuestro corazón y en la cabeza y en el corazón de nuestros amigos, elementos mucho más poderosos y eficaces que aquél, de cuya ausencia nos lamentamos.

 

 

Dos ejemplos

 

El primero: yo comparo a esos hombres con el espectáculo que presentan los ricos-pobres, y no de espíritu. Veis a éstos, siempre llorando su mala suerte, sus malos tiempos, sus malas cosechas, sus malos negocios, que les impiden, según ellos, no sólo dar limosnas, sino hasta permitirse lo más necesario para su vida, y por otro lado sabéis que sólo en cuenta corriente del banco tienen miles y miles de pesetas.

          Tan falto de lógica es para mí ese proceder de los ricos-pobres, como el de esos hombres que, inconscientemente, sin duda, dedican todas sus preocupaciones al dinero para sus obras buenas; es decir, al cuerpo, y sin apenas parar mientes en el alma de las mismas.

 

El segundo ejemplo

          Me digo algunas veces cuando oigo tanta lamentación de sonido metálico: pero, Dios mío, los apóstoles, ¿cómo se echaron a conquistar al mundo?

          ¿Pensando en construir una gran basílica para dar cabida a los cristianos que fueran naciendo? ¿Proyectando grandes palacios para celebrar sus reuniones y sus concilios?

          No, no; empezaron por todo lo contrario; como les había encargado el maestro: sin túnica, sin manto, sin calzado...

          He ahí todo el capital de provisiones de los apóstoles, unos cuantos sin; es decir, unos cuantos ceros y ¡pare usted de contar!

           Y ¿creéis que se hubiera salvado el mundo si aquellos hombres se hubieran cruzado de brazos en Jerusalén, diciendo: «Como no tenemos dinero para viajes, ni para iglesias, ni para limosna para la consabida llave de oro, con que abrir el corazón del pueblo, ni para cualquier imprevisto, determinamos quedarnos aquí hasta que logremos formar un capital por acciones para empresas apostólicas...»

          ¿Verdad que disgusta ese lenguaje?, y pregunto: ¿por qué nos disgusta en los apóstoles y no nos disgusta en nosotros, que lo repetimos tanto en una forma o en otra?

 

Dos consecuencias

          De lo dicho deduzco: 1º que hay auxilios para las obras católicas que valen más que el dinero y no cuestan dinero y 2º, que cuando se ponen en juego esos elementos, Dios nunca falta con el dinero en las obras que van dirigidas a Él.