lunes, 20 de marzo de 2023

MEDITACIÓN 21. LA ANUNCIACIÓN. LA EMBAJADA DEL ÁNGEL. Ildefonso Rodríguez

MEDITACIONES SOBRE LA ANUNCIACIÓN

 

MEDITACIÓN 21

LA ANUNCIACIÓN . — LA EMBAJADA DEL ÁNGEL

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, renovemos nuestra fe en el misterio de la Encarnación recitando el Angelus:

 

V/. El ángel del Señor anunció a María.

R/. Y concibió  por obra y gracia del Espíritu Santo.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V/. He aquí la esclava del Señor.
R/. Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

V/. Y el Verbo de Dios se hizo carne.
R/. Y habitó entre nosotros.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

V/. Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios,
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

 

V/. Oremos. Infunde, Señor,
tu gracia en nuestras almas,
para que, los que hemos conocido,
por el anuncio del Ángel,
la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, lleguemos por los Méritos de su Pasión y su Cruz, a la gloria de la Resurrección.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

V/. Ángelus Dómini nuntiávit María.

R/. Et concépit de Spíritu Sancto.

 

Ave, María,
grátia plena,
Dóminus tecum.
Benedícta tu
in muliéribus,
et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei,
ora pro nobis peccatóribus,
nunc et in hora mortis nostræ. Amen

 

 

V/. Ecce ancílla Dómini.
R/. Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave, María,
grátia plena,
Dóminus tecum.
Benedícta tu
in muliéribus,
et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei,
ora pro nobis peccatóribus,
nunc et in hora mortis nostræ. Amen

 

 

V/. Et Verbum caro factum est.
R/. Et habitávit in nobis.

Ave, María,
grátia plena,
Dóminus tecum.
Benedícta tu
in muliéribus,
et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei,
ora pro nobis peccatóribus,
nunc et in hora mortis nostræ.
Amen

 

 

 

V/. Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
R/. Ut digni efficiámur  promissiónibus Christi.

 

V/. Orémus. Grátiam tuam, quasumus, Dómine, méntibus nostris infúnde;  ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem,
ad resurrectiónis glóriam perducámur.  Per eúndem Christum Dóminum nostrum. Amen

 

MEDITACIÓN 21

LA ANUNCIACIÓN . — LA EMBAJADA DEL ÁNGEL

1.° El Ángel ante María. — El Ángel de la Encarnación, es uno de los espíritus más grandes y hermosos que rodean el Trono de Dios. — Contémplale tan magnífico, tan sublime, tan brillante y encantador, que al decir de muchos nos parecería el mismo Dios. — Considera la importancia de la embajada que lleva a María y la dignidad de la misma, cuando el Señor no se la encarga a un hombre, como lo solía hacer en otras ocasiones, en que fueron sus embajadores Moisés, Elías, Eliseo, los profetas y patriarcas, etc..., sino que es un ángel y de los más elevados el que envía a la Santísima Virgen. — Así convenía que la que era más que ángel por su original pureza, fuera visitada por un ángel del Señor. — Y ¡cómo la visita! — Entra el Ángel en la habitación de María y la ofrece sus respetuosas reverencias — él que nunca se había postrado más que ante el trono de Dios... ahora se postra ante las plantas de María — ¿qué vería el Ángel en Ella? —

Acostumbrado a ver las maravillas del Cielo... ¿qué podría ver de maravilloso en la tierra?... Y, sin embargo, al ver a María, queda asombrado, lleno de pasmo y admiración. — Después de la belleza y hermosura de Dios nunca, ni en el mismo Cielo, había él visto algo semejante a aquella Virgen escondida en su retiro de Nazaret. — Y el mundo no la conocía..., y es que para conocerla, hay que mirarla con ojos de ángel, no con ojos de tierra.

 

2.° El saludo. — «Dios te salve, la llena de gracia!»... «El Señor es contigo y bendita eres entre todas las mujeres». — Es fruto de esta admiración... es una explosión de entusiasmo..., cada frase viene a ser un desahogo de cariño y de amor. — ¡Cuánto ama el Ángel a María!... Parece que no acierta a acabar su saludo de alabanza. — Esas palabras, en boca humana, hubieran parecido una adulación ridícula y desde luego una apasionada exageración: pero ¿qué decir de las palabras de un Ángel que no puede adular, que no puede mentir, ni exagerar? — ¿Qué será María?

 

3.° La Embajada. — El Ángel expone su objeto: la Concepción y el Nacimiento de un hijo que será el Mesías. — Pide a María su consentimiento. — Toda la creación, los hombres, los ángeles..., el mismo Dios habla ahora por boca del Ángel. — Todos esperan con anhelo, con impaciencia, la respuesta de María...; momento sublime, grandioso..., de esa palabra pende la Redención..., la salvación de la humanidad. — El Ángel va delineando la figura del Mesías..., se llamará Jesús..., será el Santo de los Santos..., será el Hijo del Altísimo, y a la vez el Hijo de María. — ¡María será verdadera Madre de Dios! — Por vez primera se oyen en este paso, los deliciosos nombres de Jesús y de María. — Ésta, ha sido hasta ahora la doncellita humilde y escondida de Nazaret. — Desde este momento será María, la Madre de Jesús. En esta embajada del Ángel, se encierra toda la fe, todos los deseos, todas las esperanzas de la humanidad; asimismo todas las grandezas y todas las riquezas de gracias de que María se veía colmada desde su Inmaculada Concepción. — Eternamente memorable será la embajada del Ángel a María.

 

4.° Tu presencia ante María. — ¿Te presentas tú ante Ella con ese entusiasmo, fervor y cariño como el Ángel? ¿Sabes estudiar, apreciar y reverenciar como él a tu Madre? — El Ángel una vez..., tú muchas veces puedes conversar con María. — ¿Lo haces así, viviendo constantemente en su presencia..., haciéndolo todo con Ella y por Ella? — Piensa en las embajadas que Dios a ti también te envía por medio de sus ángeles..., el de tu Guarda..., de tus superiores..., de la Virgen..., a veces Él mismo directamente... ¿Cómo recibes estas inspiraciones, llamamientos, toques al corazón?...

Pide a Dios ojos de ángel para conocer y estudiar bien a tu Madre..., para amarla con locura..., para vivir siempre para Ella. — Pídele deseos de cooperar a la gracia, recibiendo sus inspiraciones con espíritu de fe, vengan de donde vinieren y procurando seguirlas en todo. — Invoca al Ángel de la Anunciación y al Ángel de tu Guarda.

 

Oración para finalizar todos los días:

 

Uniéndonos a las alabanzas que se repiten en el cielo y tierra, ensalcemos a la Virgen en el misterio de la anunciación  con las palabras de Santa Brígida y renovemos nuestra consagración a ella:

 

Bendita seáis, Señora mía Virgen María, que toda vuestra alma estaba encendida sólo con el ardor del amor divino, y elevada con todo el poder de vuestras fuerzas, contemplando al altísimo Dios a quien por amarlo apasionadamente le habíais ofrecido vuestra virginidad, cuando os fue enviado por Dios el ángel, y saludándoos os anunció la voluntad del Señor. A lo que respondiendo Vos muy humildemente, confesasteis ser esclava de Dios, y el Espíritu Santo os llenó maravillosamente de toda virtud. Dios Padre envió a Vos su Hijo coeterno e igual a sí mismo, el que viniendo a Vos tomó para sí de vuestra carne y sangre un cuerpo humano, y de este modo en aquella bendita hora el Hijo de Dios se hizo en Vos Hijo vuestro, viviendo con todos sus miembros, sin perder la Majestad divina.

 

Bendita sea tu pureza

y eternamente lo sea,

pues todo un Dios se recrea

en tan graciosa belleza.

A Ti, celestial Princesa,

Virgen Sagrada María,

yo te ofrezco en este día

alma, vida y corazón.

Mírame con compasión,

no me dejes, Madre mía. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.