viernes, 3 de marzo de 2023

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y EL AGUA DEL BAUTISMO. DOM GUERANGER

 


EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y EL AGUA DEL BAUTISMO.

DOM GUERANGER

Viernes de la I semana de Cuaresma

Viernes de Témporas de Cuaresma

 

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA.— Volvamos a tratar de los penitentes en la antigüedad; el asunto será fácil a los penitentes de ahora y a nosotros mismos. Acabamos de ver por el profeta la predisposición del Señor a perdonar al pecador arrepentido. Pero ¿cómo será aplicado este perdón? ¿quién pronunciará la sentencia de absolución? El Evangelio de hoy nos lo indica. Ese desventurado paralítico de treinta y ocho años es figura del pecador empedernido; es, no obstante, curado y hele aquí que anda. ¿Qué ha ocurrido? Por de pronto escuchémosle: “Señor, dice, no tengo hombre que me sumerja en la piscina.” El agua de esta piscina le hubiera sanado pero había menester un hombre que le introdujera en ella. El Hijo de Dios será ese hombre, y cabalmente, porque se hizo hombre, somos salvos. Como hombre ha recibido el poder de perdonar los pecados y antes de subir al cielo dice a otros hombres: “A quienes perdonareis los pecados, perdonados les serán.” Serán, pues, reconciliados con Dios nuestros penitentes en virtud de ese perdón sobrenatural; y el paralítico que levantó fácilmente su camilla y la llevó a la espalda como trofeo de su curación es figura del pecador a quien la Iglesia de Jesucristo en virtud del poder divino de las llaves ha perdonado sus pecados.

 

En el siglo III del cristianismo Novaciano hereje osó enseñar que la Iglesia no tenía poder para perdonar los pecados cometidos después del bautismo. Este error fué proscrito por los concilios y santos doctores; y para mostrar a los ojos de los fieles el poder que el Hijo del hombre ha recibido para purificar toda el alma penitente pintaron en los sitios en que se congregaban los cristianos al paralítico de nuestro Evangelio yendo libre y desembarazado con la camilla a cuestas. Se halla con frecuencia esta imagen en las Catacumbas de Roma contemporáneas de la época de los mártires. Vemos clara en estos monumentos la intención que ha tenido la Iglesia con la lectura de este Evangelio, señalado desde hace tantos siglos para el presente día.

 

EL AGUA DEL BAUTISMO. — El agua de la piscina Probática, es también un símbolo; destinado por el contrario a la instrucción de los catecúmenos: Por el agua habían de ser curados, y por agua divinamente fecundada de lo alto. Este milagro con que Dios favorecía aún a la Sinagoga, curaba entre los judíos solamente el cuerpo y a un solo hombre y a raros intervalos. Pero después que el Angel del gran Consejo bajó del cielo y santificó el agua del Jordán, la piscina se halla por doquier y a cada instante su agua sana las almas desde el niño recién nacido hasta el viejo decrépito. El hombre es el ministro de esta gracia, pero es el Hijo de Dios hecho hijo del hombre quien la opera. Digamos algo también de los enfermos que el Evangelio nos representa juntos en espera de curación. Es imagen de la sociedad cristiana de nuestros días. Hay lánguidos, hombres tibios que jamás rompen francamente las amarras del mal; ciegos en que el ojo del alma está muerto; cojos cuyo andar por la senda de la salvación es vacilante; hay enfermos cuyos miembros están atrofiados, impotentes para todo género de bien; aguardan el instante propicio: Jesús se va a acercar a ellos; les va a preguntar como al paralítico: “¿queréis ser sanos”? ¡Pregunta henchida de caridad divina! Contesten, pues, con amor y confianza y serán curados.