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domingo, 2 de julio de 2023

DÍA 33. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS GLORIOSO A LA DIESTRA DEL PADRE. San Enrique de Ossó

 

DÍA 33

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS GLORIOSO A LA DIESTRA DEL PADRE

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA TRIGESIMOTERCERO

Sentimientos del Corazón de Jesús glorioso a la diestra del Padre

 

Composición de lugar. Mira a Jesús sentado en un trono de gloria inmensa a la diestra del Padre, interpelando por ti.

 

Petición. Dame, Jesús mío, el revestirme de los sentimientos y afectos de tu glorioso Corazón.

 

Punto primero. Subido es Jesús a los cielos y sentado está a la diestra de Dios, viviendo siempre, para interpelar por nosotros. He ahí, alma mía, la vida de Cristo Jesús en el cielo. Sentado a la diestra del Padre Eterno en un trono de gloria especial, recibe las adoraciones, alabanzas y bendiciones del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres, por los siglos de los siglos. Su nombre solo de Jesús es tan poderoso y glorioso, que al pronunciarlo doblan su rodilla los cielos, la tierra y los abismos. Su cuerpo un día tan destrozado, es tan hermoso y despide rayos de esplendor y de gloria tan inmensos y subidos, que su vista forma las delicias y la bienaventuranza de todos los cuerpos de los justos... Ni la muerte, ni la enfermedad, ni el dolor, ni ninguna miseria le dominará jamás, viviendo nadando en un océano de felicidad perfecta que jamás podrá perder... Oh alma mía, alégrate con la gloria de tu Salvador y de tu Cabeza, porque es gloria de los miembros. Agradece a tu Jesús tanta felicidad, que la ha preparado también para ti, porque tú la goces y seas feliz con la misma felicidad y gozo que él lo es: padece ahora un poquito con Cristo, para después reinar eternamente con Él.

 

¡Oh corazón de mi amado Jesús! Ahora sí que podrás decir mejor que el profeta: Satiabor cum apparuerit gloria tua: " Será saciado mi corazón al aparecer tu gloria", porque nada te puede impedir esta función bienaventurada y soberana. Pasaron ya los días del invierno y del dolor, y ahora solo te queda la gloria y la felicidad eternas. Dichosos trabajos, que para tu cuerpo y tu alma tanta gloria te han proporcionado.

 

Punto segundo. Vive siempre Jesús en la gloria, para interpelar al Padre por nosotros. No creas, alma mía, que Jesús está ocioso en el cielo, o que abismado en aquel abismo de gloria se ha olvidado ya de los míseros mortales: no, no es posible. Jesús vive vida eterna en verdad, ha entrado ya en el gozo pleno de su Señor; pero esto le ha hecho, si se puede hablar así, más cuidadoso de nuestra suerte. Porque no tenemos un Pontífice que no sepa qué cosa es padecer, porque ha estado entre nosotros y sabe lo que son penas; porque ha sido hecho semejante a nosotros, y apuró hasta las heces el cáliz de la amargura y del dolor: por esto no nos deja huérfanos y se quedó con las llagas, para recordar mejor lo que le costamos y presentarlas al Padre para doblar e inclinar mejor su clemencia. Y como si esto no le bastara a su cuidadoso corazón paternal, ha querido obrar un prodigio continuo e inefable, multiplicándose acá en la tierra para quedarse sacramentado en el augusto Sacramento del altar, en tantos lugares como habitase el hombre, mostrándose tan regaladamente enamorado de nosotros como si no pudiese vivir feliz sin la compañía del hombre. Y el hombre ¡oh Jesús mío! os paga estas finezas de amor divino con ingratitudes, olvido, injurias, sacrilegios... ¿Qué es el hombre, Cristo mío, para que así te acuerdes de él, y le visites y le acompañes, y no contento con interpelar por él siempre en el cielo glorioso, te multiplicas sacramentado para hacerlo también desde todas partes del mundo, desde los rincones del Sagrario? ¡Oh fineza nunca oída! ¡Oh amor incomprensible de mi Jesús! ¡Oh caridad infinita de un Corazón Divino!... Sean, Jesús mío, tus oraciones tan eficaces para mí, que me conviertan, y viva y muera consumido de amor por Ti. Amén.

 

Afectos. ¡Cuánto me gozo, Jesús mío de mi corazón, al recordar que eres para mí Pontífice y Abogado Padre y Protector desde este hermoso cielo y desde el Sagrario! Siempre, al pedir en tu nombre una gracia al Padre, daré una mirada al Sagrario y al cielo, y uniré mis súplicas e intenciones de tu corazón adorable. ¿Qué sé yo lo que me conviene, Señor? Acaso si me dieras lo que te pido y anhela mi corazón sería para perdición de mi alma, pues no conozco el plan de tu providencia sobre mí. Solo sé, Jesús mío, que por muchas tribulaciones, a tu ejemplo, he de entrar en el reino de la gloria. Solo sé que debo pasar por el fuego y el agua antes de llegar y gozar del refrigerio, pero sé que tú me amas, corazón de Jesús mío, más que mi padre y mi madre y todos los que me aman y quieren bien y me lo pueden querer. Por lo mismo, descansaré en tu providencia y amor, no queriendo violentar las trazas admirables de tu providencia paternal, sino tan solo conocerlas para adorarlas, amarlas y seguirlas dócilmente, exactamente. No quiero adelantar el reloj de tu providencia adorable, sino mirarlo y observarlo para hacer en cada hora lo que tú me señales, pues esto será lo mejor para mi alma y para mi gloria, porque sé que me amas y todo lo ordenas para mi bien. Haga yo, pues, siempre tu voluntad soberana así en la tierra como en el cielo, y haz de mí lo que quisieres, porque está todo mi bien en contentaros. Amén.

 

Jaculatoria. Ámete yo más que a mí, y a todas las cosas en ti, ¡oh Corazón de Jesús!

 

Obsequio. Me dejaré en todas las cosas en manos de Jesucristo mi Padre y Dios, porque esto es lo más acertado.

 

EJEMPLO

 

San Luis, rey de Francia, tenía gran fe en este Divino Sacramento. Celebrándose misa en la capilla real sucedió que, al elevar la Hostia consagrada, apareció a los ojos de todo el pueblo Jesucristo, en forma de un hermoso niño. Rogado el sacerdote de no retirar las manos hasta que el rey fuese sabedor del milagroso suceso, para que tuviese también el consuelo de hallarse presente a tal espectáculo, corrieron algunos de sus cortesano a su sala para enterarle; el señor rey les respondió de esta suerte: "Vaya enhorabuena a mirar semejantes prodigios quien no crea que Jesucristo está presente en la Hostia consagrada, que yo lo creo más firmemente que si lo viera con mis ojos", y no quiso salir de su estancia.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

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***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

sábado, 1 de julio de 2023

DÍA 32. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN SU ASCENSIÓN.San Enrique de Ossó

DÍA 32

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN SU ASCENSIÓN.

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA TRIGESIMOSEGUNDO

Sentimientos del Corazón de Jesús en su Ascensión.

 

Composición de lugar. Mira a Jesús subiendo por los aires al cielo con nube de gloria y majestad.

 

Petición. Corazón de Jesús, hazme vivir vida celestial.

 

Punto primero. "Por última vez Cristo apareció a sus Apóstoles y les dijo: Id por todo el mundo predicando el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo: mas el que no creyere, será condenado. Y el Señor Jesús, después de haberles hablado, los llevó fuera a Betania; y elevadas sus manos les bendijo. Y sucedió que mientras los bendijo, se apartó de ellos y era elevado a los cielos, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios. Y los mismos adorándole se volvieron a Jerusalén con gozo grande. Y estaban siempre en el templo alabando y bendiciendo a Dios. Y ellos anduvieron y predicaron en todas partes, cooperando el Señor y confirmando la palabra con los milagros consiguientes." He ahí, alma mía, el fin de la carrera de Jesús en este mundo. Cumplida la voluntad del Padre en todas las cosas, consumada la grande obra de la Redención de todo el género humano, fundada la Iglesia, instituidos los Sacramentos, instruidos los apóstoles en todo lo que debían hacer después de haberles prometido que estaría con ellos hasta la consumación de los siglos en el Sacramento del altar, en su doctrina, en su ejemplo y con su gracia, y que les enviaría el Espíritu Santo y les enseñaría y completaría todas estas cosas, se sube Jesús a los cielos desde el monte Olivete con grandísima gloria y majestad. - Mírale al buen Jesús glorioso subir por su propia virtud por los aires, y sentarse a la diestra de Dios Padre, como rey inmortal y de todos los siglos, acompañado de millares de ángeles y de justos que le aclaman en su subida por su Rey y Señor. - Asóciate tú también a este triunfo y toma parte en él, y con gozo grande bate palmas y da vivas a tu Jesús adorado, porque recoge hoy los laureles de su victoria y va a ocupar su trono y la posesión de su reino, preparándote también tu lugar y trono de gloria si le imitas en la constancia del padecer. Mira cómo todo se pasa. ¿Quién conoce a Cristo en este paso si le compara con el Ecce Homo o juzgado de los jueces, atado como un facineroso, azotado y coronado de espinas, con la cruz a cuestas o muriendo por fin en la cruz? Dichosos tormentos que ya pasaron y tanta gloria eterna le han alcanzado. Anímate, alma mía, a padecer con Cristo para reinar eternamente con Éé. Ánimo, que todo se pasa. No seas boba. Más vale breve penar y eterno gozar con Cristo, que breve gozar y eterno penar.

 

Punto segundo. "Y comiendo les mandó a los apóstoles Jesús que no se apartasen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, que oísteis (dijo) por mi boca. Porque Juan bautizó en agua, mas vosotros bautizados seréis con el Espíritu Santo no después de muchos días. Recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que sobrevendrá a vosotros y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra. Y dicho esto, viéndolo ellos, se elevó y una nube lo quitó de sus ojos y se volvieron a Jerusalén y todos ellos eran perseverantes unánimemente en la oración con las mujeres y María, madre de Jesús y sus hermanos."

 

¡Oh Corazón de Cristo glorioso, que subes a los cielos a gozar del reino de tu gloria que te ganaste con tus trabajos! permíteme que me queje dulcemente de ti con tu siervo Agustín: Fuiste consolador mío y no te despediste de mí; subiendo a lo alto diste la bendición a los tuyos y yo no lo oí; los ángeles prometieron que volverías otra vez al mundo y yo no lo oí... Mas me consuela que tú me viste, y te acordaste de mí y rogaste a tu Padre en el cielo por mí, repitiéndole: "Padre mío, yo quiero que donde estoy yo esté mi siervo que me diste". ¡Oh amabilísimo Jesús mío! al considerar que los ángeles y los hombres, los cielos y la tierra y los abismos se estremecen por el peso inmenso de vuestra gloria, mi corazón no puede contener su gozo. No quiero en la tierra otro placer que contemplar las delicias y grandezas de vuestra gloria, que un día ha de ser mi gloria. En mis tristezas y desmayos, en mis combates y desamparos, me bastará, Jesús mío, levantar mis ojos al cielo y fijarlos en la gloria de vuestro corazón y de vuestro cuerpo, y oír cómo me dice: "Ánimo, hija mía, no puede ser más el siervo que el señor. Si padeces un poquito por mí en la tierra, reinarás conmigo eternamente en la gloria. Arriba, pues, tu corazón con Jesús. Esfuérzate y obra varonilmente, que todo se pasa menos la gloria que alcanzarás con tus penas.

 

Afectos. Tú has dicho, Jesús mío, que donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón. Si tú eres mi tesoro, Jesús mío y todas mis cosas, fuerza es que donde tú estás allí esté mi corazón, esto es, en el cielo, por los deseos y el amor. Más aún, Jesús mío; si tu corazón es mi corazón, debe estar mi corazón en el cielo contigo, amándote y adorándote entrañado en ti, que eres mi tesoro, el corazón de mi corazón. ¡Cómo, pues, puedo vivir olvidado de ti, Jesús mío! ¡Cómo puede vivir mi corazón divagando por este destierro y por este mundo miserable, poniendo mi afecto en las criaturas, que solo pueden darme lo que tienen, esto es, miseria y dolor! ¡Bien clamas, Corazón de Jesús mío, a los prevaricadores que vuelvan al corazón, porque fuera de él no pueden hallar paz y felicidad! ¡Oh Dios de mi corazón! ¡Oh corazón de mi Dios! ¡Tesoro y corazón de mi corazón! Haz que no ame más que a ti, y por ti, y mi conversación sea en los cielos, y mis suspiros y mis amores y empiece aquí en la tierra a llevar la vida que eternamente me ha de hacer feliz. No me dejes a merced de las pasiones de mi corazón. Reina y gobierna mi alma y no permitas que nadie te robe tu tesoro, que es mi corazón, que tuyo es por gracia, tuyo por naturaleza, tuyo por elección. ¡Ojalá lo sea eternamente!

 

Jaculatoria. Oh hermoso cielo, donde reina mi Jesús, ¿cuándo te poseeré?

 

Obsequio. Desapegaré mi corazón de las criaturas, mirando en todas las cosas a la eternidad.

 

EJEMPLO

 

Celebrando san Piamón la santa misa, vio al lado del altar a un ángel de bellísimo aspecto, que tenía en la mano un libro de oro, y en él escribía los nombres de todos aquellos monjes que se llegaban al altar para recibir el cuerpo glorioso del Redentor. Pero observó que, al acercarse algunos a la Sagrada Comunión, tenía el ángel suspensa la pluma, y no escribía sus nombres. Acabado el Santo Sacrificio, llamó el santo a todos los religiosos cuyos nombres no había escrito el ángel; pidió a cada uno exacta cuenta de su conciencia, y halló que estaban manchados con culpas graves. Les indujo a todos a verdadera penitencia, y volviendo después a ofrecer el Santo Sacrificio, vio que el ángel escribía también los nombres de éstos en el libro de la vida.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

Querido hermano, si te ha gustado este video, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.

viernes, 30 de junio de 2023

DÍA 31. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA RESURRECCIÓN. San Enrique de Ossó

DÍA 31

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA RESURRECCIÓN

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA TRIGESIMOPRIMERO

Sentimientos del Corazón de Jesús en la resurrección

 

Composición de lugar. Contempla a Jesús glorioso saliendo del sepulcro.

 

Petición. Dame, Jesús, a sentir lo que tu corazón sintió en este paso.

 

Punto primero. Después que el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y sepultado y su alma bajó al limbo a visitar y alegrar a los santos padres, cumplidos los tres días decretados por el Padre, resucitó glorioso de entre los muertos, para nunca más padecer ni morir. Contempla a ese guerrero invencible triunfante de la muerte, del infierno y del pecado, y más resplandeciente que el sol, y dotado de los dotes de los cuerpos gloriosos: impasible, ágil, sutil, claro. Mírale cómo duerme su cuerpo, todo desfigurado y ensangrentado y llagado, en el sepulcro, descansando de la batalla campal y trabajo y lucha inmensa que había sostenido con el pecado. Al llegar la hora, oye cómo le clama el alma de Cristo, que había ido al limbo a consolar y sacar a los santos padres de su prisión, y acompañada de miles de ángeles y santos y justos le grita al oído: "Surge, levántate, tú, cuerpo mío, que duermes, y te iluminaré con mi gloria". Y en un instante aparece aquel cuerpo más hermoso y resplandeciente que el sol, y el alma gloriosa de Cristo, mejor que cuando el sol embiste una nube opaca que la transforma en otro sol, lo transforma en cuerpo glorioso, claro, sutil, ágil, impasible. Contempla con gran gozo los himnos que cantan a Cristo glorioso los ángeles y justos, y acaba dándole gracias por todo lo que padeció por tu amor, y formando coro con ellos, repite alborozado: ¡Gloria, bendición, claridad, loor, alabanza y acción de gracias al Cordero de Dios muerto por los pecados del mundo, y ahora glorioso y triunfante para nunca más morir! Digno eres de estar sentado a la diestra del Padre y recibir las adoraciones, los homenajes, los servicios y alabanzas de todos los ángeles y hombres, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Punto segundo. Entra, alma mía, en el corazón de Cristo vuelto a la vida, y nueva vida, y pídele te dé a sentir sus afectos y su gozo en este paso, cuando rotos todos los nudos que impedían que la gloria del alma beatificada redundase en el cuerpo pasible, obraba con holgura cumplida la Divinidad en la humanidad. ¡Qué golpe qué inundación, qué océano de paz y de ventura se derramaría en este Corazón y en este cuerpo!... Si según los dolores habían de ser las consolaciones, es imposible que nadie las pueda medir. Ya no padecerá más humillaciones, ignominias, ni desprecios, ni dolor, ni pena. Pasó el tiempo de la tristeza y de la agonía: hoy todo es gloria, bienandanza y paz. Es día del Señor, día que lo ha hecho el Señor para glorificar a su hijo muy amado y muy abatido... Mira al corazón de Cristo cómo no descansa ni reposa glorificado ya, apareciéndose a su Santísima Madre para hacerle participar de su gozo, toda vez que más que todos lo había sido de su dolor. Mira que castos abrazos se dan, que enhorabuenas por esta glorificación la madre y el hijo, que forman como una sola alma, un solo corazón... Mírale apareciéndose el mismo día a la enamorada Magdalena, a las devotas mujeres, a Pedro, perjuro arrepentido, a los discípulos de Emaús desconsolados, a los discípulos, y por fin consolándoles y enseñándoles por espacio de cuarenta días, hablándoles en diversas ocasiones del reino de Dios, comiendo con ellos y dándoles muestras las más regaladas y patentes de su inmenso amor... ¡Oh corazón de Cristo! Verdaderamente eres corazón de padre, de amigo, de esposo, de Dios. Sí, largo eres en premiar a tus siervos y por eso los pruebas para que después sea mayor su gloria. Dame que te imite en tus dolores, para que sea partícipe de tu gloria. Amén.

 

Afectos. Admitidme, Jesús mío, a la gloria de vuestra Resurrección, dejando el sepulcro de mis pecados. ¡Oh! resucite con vos a nueva vida para nunca más morir. Dame un corazón nuevo, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud. No busque torcidamente mis gustos y mis deseos, pues no es conforme a tu espíritu. Ande yo en novedad de vida para agradarte y complacerte. Si tú eres mi modelo y mi ejemplar, oh Jesús mío, esto con justicia exiges de mí, que no vaya en pos de las criaturas y de las cosas de la tierra, sino busque las del cielo, donde Tú reinas coronado de gloria. ¡Oh qué mal me hacen este cuerpo y estos sentidos y pasiones, esta carne viciada, que, terrenos como son, solo buscan su complacencia y felicidad en la tierra! ¡Oh Jesús glorioso! elévame hacia ti. ¡Hazme desabrido y amargo todo lo de este destierro, y solo suspire por Ti, gloria consumada de mi alma y de mi cuerpo! ¡Jesús mío y todas las cosas! Tú todo mío por gracia y después por gloria; y yo todo tuyo por amor y gracia en ti, transformado por unión de voluntades y afectos, para que no viva yo, sino Tú, mi vida y mi Jesús, en mí. Amén.

 

Jaculatoria. Crea en mí un corazón puro, y renueva en mí un espíritu recto, Jesús glorioso.

 

Obsequio. Andaré en la presencia de Dios y en su servicio con espíritu de fe.

 

EJEMPLO.

 

Tan grande era el amor de Dios que ardía en el corazón de la seráfica virgen santa Teresa de Jesús, que le parecía le metían una saeta en sus entrañas y en su corazón, y no sabía ni qué hacer ni qué querer; solo hallaba alivio a su mal dando quejidos amorosos; no queriendo, por otra parte, se le acabase pena tan sabrosa, pues no hallaba en la vida deleite alguno que tanto contento le diese.

 

Y este divino fuego crecía tanto a medida que iba recibiendo mayores mercedes, que no fue posible estar por más tiempo encerrado en su corazón, por lo que un serafín, con un dardo de oro, de cuando en cuando abría un cráter en aquel volcán ardoroso, para dar paso a los incendios de amor.

 

Oigamos como refiere la misma Santa, uno de estos maravillosos hechos, acaecido poco antes de emprender la obra de la Reforma Carmelitana.

 

"Quiso el Señor que viese alguna veces esta visión: vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo con forma corporal; lo que no suele ser sino por maravilla. Aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido, que parecía de los ángeles muy subidos que parece todos se abrasa. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan  grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad, que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento."

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.