sábado, 30 de septiembre de 2023

DÍA 1. LA ANUNCIACIÓN. HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR

DÍA 1. LA ANUNCIACIÓN. HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

DÍA PRIMERO

HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR (Lc 1,38)

 

PUNTO 1º- Hallábase María Santísima recogida en su aposento, pidiendo, como enseñan los Santos Doctores, por la redención del género humano, cuando un paraninfo celestial, rompiendo los aires y rodeado de celestiales resplandores, desciende hasta ella y la saluda con las siguientes palabras: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres. María Santísima, joven doncella, la más humilde entre todas las criaturas, se llena de asombro al oír esta salutación. No podía concebir, que un enviado del cielo, un ángel del Señor la saludara con tanta veneración y respeto prodigándole al mismo tiempo tantos y tan grandes elogios. Esto sucede siempre a las almas humildes y sencillas, las cuales, cuanto más se confunden y anonadan, tanto más se extrañan de que Dios se acuerde de ellas para ensalzarlas ante los ojos de los hombres. ¿Te sucede a ti esto también, alma mía, cuando Dios o los mismos hombres; te prodigan por cualquier medio grandes elogios? ¿Te juzgas indigna de ellos, atribuyéndolos tal vez a adulación, si vienen de parte de los hombres y a favor, que no mereces, si vienen de parte de Dios? Si así no lo hicieres, júzgate la más desgraciada de todas las criaturas, pues te falta la virtud de la humildad, que es la base de todas las otras. Y ten presente que todo el que se ensalza en este mundo será humillado y abatido en el otro. 

PUNTO 2º- El ángel del Señor, viendo la turbación de María, sobrecogida por estas alabanzas, volvió a decirle: No temas, María, pues has hallado gracia delante de Dios. He aquí, que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, que se llamará Jesús. El asombro de María Santísima, lejos de disminuirse, fue en aumento al escuchar estas nuevas palabras. ¿Cómo puede ser esto -decía ella- siendo así, que yo he consagrado al Eterno mi virginidad? ¿He de perderla yo, sólo por quitar esta nota de aparente infamia, que pesa sobre mí, aunque por ello consiguiera todos los reinos del mundo? No; esto no es posible. Tales eran en aquellos momentos, los sentimientos del corazón de María, aunque no los expresó todos con las palabras, Pues bien, alma mía; María Santísima te da ejemplo de una nueva virtud en este momento. Te da ejemplo de amor a la pureza, desistiendo de ser madre del Hijo Eterno de Dios, si esto le ha de costar el perderla. Y tú buscas los placeres y los regalos, sin que nada se te prometa por ellos, antes bien exponiéndote a perder la gracia de Dios, ¿No te confundes, viendo la pureza heroica de María, mientras tú apenas tienes fuerza para resistir una ligera tentación? Ten presente que, si no imitas sus ejemplos, tampoco disfrutarás de su gloria en el cielo. 

 

PUNTO 3º- El Ángel del Señor espera la respuesta de María para volverse con la nueva al cielo. No se verifica el misterio de la Encarnación sin que ella preste antes su consentimiento. ¿Por ventura, Virgen bendita, gemirá siempre la humanidad bajo el peso del pecado, por no ceder tú a los ruegos del mundo celestial enviado por el Eterno para la salud del mundo? No, ciertamente; pues María, que sólo deseaba cumplir la voluntad de Dios, habiéndole antes asegurado el ángel, que no perdería su virginidad, pues el Espíritu Santo descenderá sobre ella, pronuncia llena de santa confusión estas palabras: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. De este modo debes conducirte tú siempre, alma mía, ante cualquier manifestación de la voluntad divina. Si bien debes evitar todo lo que redunda en alabanza propia, no debes por esto jamás impedir que se cumpla en ti esa misma divina voluntad. Basta para perfeccionarte espiritualmente que estés dispuesta siempre a acatarla, lo mismo en las cosas agradables, que en las desagradables pues no debemos nosotros escoger el modo de servir a Dios, sino dejar que Él nos conduzca según las disposiciones de su infinita Providencia.  

  

ORACIÓN PARA ESTE DÍA AL HIJO DE DIOS

ANTES DE HUMANARSE

Eterno Hijo de Dios, divino Verbo, ¡que por salvar a los pecadores consientes en descender del cielo y venir a la tierra en forma de hombre miserable! ¡Cuándo podré yo pagar la fineza del amor que me manifiestas con este acto tan grande de humillación! Aunque me confundiera con el polvo, reconociendo sin cesar tu inmensa bondad, no haría nada aún para mostrarte mi agradecimiento; esto es, un agradecimiento digno de esta infinita abnegación. Tú vienes al mundo y te haces hombre para hacer al hombre divino; y yo olvidado de este acto incomprensible de bondad, te desprecio, haciéndome esclavo de mis propias pasiones. Suplícote, Rey mío, que te compadezcas de mi miseria, y que lejos de abandonarme al ímpetu de mis pasiones y de dejarme sepultado en el abismo de las culpas, que he cometido, me tiendas amoroso tu mano, elevándome hasta Ti, que eres mi eterno bien. Esta gracia te pido por intercesión de tu Madre, que has escogido en la tierra, María Santísima, la cual, llena de gracia te ha complacido en el tiempo y en la eternidad. 

 

Obsequio a María: Besar tres veces el suelo con humildad. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

viernes, 29 de septiembre de 2023

DÍA 30.- DEL PRIMER GRADO DE LA HUMILDAD: LIBRARNOS DE LA PROPIA VOLUNTAD Y LOS MALOS DESEOS

MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA PEDIR LA HUMILDAD

de San Alfonso María de Ligorio

en su obra “Práctica de amor a Jesucristo”

 

¡Oh Verbo encarnado!, os ruego por los méritos de vuestra santa humildad, que os hizo abrazar tantas injurias e ignominias por amor nuestro, que me libréis de la soberbia y me comuniquéis una partecita de vuestra humildad.

Y ¿cómo podría yo quejarme de los oprobios que se me hicieren, cuando tantas veces me hice reo del infierno? Jesús mío, por los merecimientos de tantos desprecios como sufristeis en vuestra pasión, dadme la gracia de vivir y morir humillado en esa tierra, como vos vivisteis y moristeis humillado por mí.

Por amor vuestro quisiera verme despreciado y abandonado de todos, pero sin vos nada puedo.

Os amo, soberano bien mío; os amo, amador de mi alma; os amo y propongo sufrir por vos afrentas y persecuciones, traiciones, dolores, sequedades y desamparos; me contento, único amor de mi alma, con no ser de vos abandonado.

No permitáis que me aparte nunca de vos.

Dadme deseo de complaceros, fervor para amaros, paz en los trabajos y en todas las adversidades, y dadme resignación y paciencia.

Apiadaos de mí; nada merezco, pero todo lo espero de vos, que me redimisteis con vuestra sangre.

También lo espero todo de vos, Reina y Madre mía, María, que sois refugio de pecadores. Amén.

 

DÍA 30

DEL PRIMER GRADO DE LA HUMILDAD:

LIBRARNOS DE LA PROPIA VOLUNTAD

Y LOS MALOS DESEOS

De la Regla de san Benito, abad

 

En cuanto a la voluntad propia, la Escritura nos prohíbe hacerla cuando dice: “Apártate de tus voluntades” (Si 18,30). Además pedimos a Dios en la Oración que se haga en nosotros su voluntad. Justamente, pues, se nos enseña a no hacer nuestra voluntad cuidándonos de lo que la Escritura nos advierte: “Hay caminos que parecen rectos a los hombres, pero su término se hunde en lo profundo del infierno” (Pr 16,25), y temiendo también, lo que se dice de los negligentes: “Se han corrompido y se han hecho abominables en sus deseos” (Sal 13,1).

En cuanto a los deseos de la carne, creamos que Dios está siempre presente, pues el Profeta dice al Señor: “Ante ti, están todos mis deseos” (Sal 37,10).

Debemos, pues, cuidarnos del mal deseo, porque la muerte está apostada a la entrada del deleite. Por eso, la Escritura nos da este precepto: “No vayas en pos de tus concupiscencias” (Si 18,30).

Luego, si “los ojos del Señor vigilan a buenos y malos” (Pr 15,3), 27 y “el Señor mira siempre desde el cielo a los hijos de los hombres, para ver si hay alguno inteligente y que busque a Dios” (Sal 13,2), y si los ángeles que nos están asignados, anuncian día y noche nuestras obras al Señor, hay que estar atentos, hermanos, en todo tiempo, como dice el Profeta en el salmo, no sea que Dios nos mire en algún momento y vea que nos hemos inclinado al mal y nos hemos hecho inútiles, y perdonándonos en esta vida, porque es piadoso y espera que nos convirtamos, nos diga en la vida futura: “Esto hiciste y callé” (Sal 49,21).

 

JACULATORIA: Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del Corazón de Cristo para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.

 

PROPÓSITO: Hacer un acto concreto de humildad o pequeño sacrificio en acción de gracias por las gracias recibidas durante este mes.

 

 

***

Para finalizar cada día

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Benito y San Bernardo, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

EL OFICIO DE SAN MIGUEL. Dom Prospero Gueranger

 


EL OFICIO DE SAN MIGUEL.

Dom Prospero Gueranger

 

29 de septiembre

DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

 

EL OFICIO DE SAN MIGUEL. — El oficio tampoco podía conservar recuerdo de la dedicación: los oficios antiguos de las dedicaciones celebraban, en efecto, al santo en cuyo honor se consagraba una iglesia y no el edificio material en que era honrado. No tenían, pues, nada de impersonal, sino que, al contrario, revestían un carácter muy especificado.

 

El oficio de San Miguel puede contarse entre las más bellas composiciones de nuestra Liturgia. Nos hace contemplar unas veces al príncipe de la milicia celestial y jefe de todos los ángeles buenos, otras al ministro de Dios que asiste al juicio particular de cada alma finada, y otras al intermediario que lleva al altar de la liturgia celeste las oraciones del pueblo fiel.

 

EL ÁNGEL TURIFERARIO. — Las primeras Víspeperas empiezan con la antífona Stetit Angelus, cuyo texto se repite en el Ofertorio de la Misa del día: “El ángel se puso de pie junto al ara del templo, teniendo en su mano un incensario de oro, y le dieron muchos perfumes: y subió el humo de los perfumes a la presencia de Dios.” La Oración de la bendición del incienso en la Misa solemne nos da el nombre de este ángel turiferario: es “el bienaventurado Arcángel Miguel”. El libro del Apocalipsis, de donde están tomados estos textos litúrgicos, nos enseña que los perfumes que suben a la presencia de Dios, son la oración de los justos: “el humo de los perfumes encendidos de las oraciones de los santos subió de mano del ángel a la presencia de Dios”

 

EL MEDIADOR DE LA ORACIÓN EUCARÍSTICA.— Es también San Miguel quien presenta al Padre la oblación del Justo por excelencia, pues a Miguel se nombra en la misteriosa oración del Canon de la Misa, en la que la santa Iglesia pide a Dios que lleve la oblación sagrada, por manos del Angel santo, al altar sublime, a la presencia de la divina Majestad. Y, en efecto, llama poderosamente la atención el poderlo comprobar en los antiguos textos litúrgicos romanos: A San Miguel se le llama con frecuencia el “Santo Angel”: el Angel por excelencia.

 

Ahora bien, es muy probable que la revisión del texto del Canon, en el que el singular Angelí tui reemplazó al plural Angelorum tuorum, se terminase siendo pontífice el Papa Gelasio. Y, precisamente por el mismo tiempo, a fines del siglo v, fué cuando “el Angel” se apareció al Obispo de Siponto junto al monte Gargano.

 

VOCACIÓN CONTEMPLATIVA DE LOS ANGELES. — De manera que la Iglesia considera a San Miguel como el mediador de su oración litúrgica: está entre Dios y los hombres. Dios, que distribuyó con un orden admirable las jerarquías invisibles, emplea por opulencia en la alabanza de su gloria el ministerio de estos espíritus celestes, que están mirando continuamente la cara adorable del Padre y que saben, mejor que los hombres, adorar y contemplar la belleza de sus perfecciones infinitas. Mi-Ka-El: “¿Quién como Dios?” Expresa este nombre por sí solo, en su brevedad, la más completa alabanza, la adoración más perfecta, el agradecimiento más acabado de la superioridad divina, y la confesión más humilde de la nada de la criatura.

 

La Iglesia de la tierra invita también a los espíritus celestiales a bendecir al Señor, a cantarle, a alabarle, y a ensalzarle sin cesar. Esta vocación contemplativa de los ángeles es el modelo de la nuestra, como nos lo recuerda un bellísimo prefacio del sacramentarlo de San León: “Es verdaderamente digno… darte gracias, a ti, que nos enseñas por tu Apóstol que nuestra vida es trasladada al cielo; que con amor nos ordenas transportarnos en espíritu allá donde sirven los que nosotros veneramos, y dirigirnos a las cumbres que en la fiesta del bienaventurado Arcángel Miguel contemplamos con amor, por Jesucristo Nuestro Señor.”

 

AUXILIAR DEL GÉNERO HUMANO. — Pero la Iglesia sabe también que a estos divinos espíritus, entregados al servicio de Dios, les ha sido a la vez confiado un ministerio cerca de aquellos que tienen que recoger la herencia de la salvación, y así, sin esperar a la fiesta del 2 de octubre, consagrada de modo más especial a los Angeles custodios, desde hoy pide ya a San Miguel y a sus ángeles que nos defiendan en el combate3. Y pide, finalmente, a San Miguel que se acuerde de nosotros y ruegue al Hijo de Dios para que no perezcamos en el día terrible del juicio. El día temible del juicio, el gran Arcángel, abanderado de la milicia celestial, introducirá nuestra causa ante el Altísimo y nos hará entrar ^ en la luz santa.

 

PLEGARIA. — En la lucha contra los poderes del mal, podemos dirigir ya desde ahora al Arcángel, la oración de exorcismo que León XIII insertó en el Ritual de la Iglesia Romana:

 

“Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha contra los principados, potestades, jefes de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos. Ven en auxilio de los hombres, que Dios hizo a imagen y semejanza suya y rescató a alto precio de la tiranía del demonio.

 

“La Santa Iglesia te venera como custodio y patrón; Dios te confió las almas de los rescatados para colocarlas en la felicidad del cielo. Pide al Dios de la paz que aplaste al diablo debajo de nuestros pies para quitarle el poder de retener a los hombres cautivos y hacer daño a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones en la presencia del Altísimo para que lleguen cuanto antes las misericordias del Señor y para que el dragón, la antigua serpiente que se llama Diablo y Satanás, sea precipitado y encadenado en el infierno, y no seduzca ya jamás a las naciones. Amén.”