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martes, 7 de diciembre de 2021

HOMENAJE A LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN SU FIESTA. San Enrique de Ossó

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA CON SAN ENRIQUE DE OSSÓ.

 

Por la señal de la santa cruz….

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh María Inmaculada, Virgen y Madre de Dios y Madre mía de mi alma! vos sois ya en el primer instante de vuestra Concepción más hermosa que la hermosura, más graciosa que la gracia, más santa que la santidad, más pura en cuerpo y alma que todos los ángeles y todos los hombres: solo Dios es más puro que vos. Confieso, Madre querida, que no bastan todas las lenguas angélicas y humanas para pregonar dignamente vuestras excelencias, privilegios y gracias. Permitidme, pues, a lo menos, Virgen Inmaculada, que mi corazón se goce, mi espíritu se regocije y mi mente se extasíe contemplando vuestra Inmaculada Concepción, cifra de todas vuestras glorias, y exclame alborozado con los ángeles y los hombres y con la misma Trinidad Beatísima: Toda hermosa sois ¡oh María! y mancha original no hay en vos; vos sola llena de gracia, vos sola inmaculada, vos sola perfecta y adornada desde el primer instante con el cúmulo y grandeza de todas las gracias, virtudes y privilegios celestiales. Vuestra Concepción Inmaculada ¡oh María!, es el misterio de vuestras insondables grandezas y la prerrogativa más amada de vuestro corazón. Alcanzadme, pues, que, venerando este misterio, los venere todos y consiga el entero perdón de todos mis pecados, una perfecta pureza de alma y cuerpo, la perseverancia y el aumento en el amor de Dios y de vos, y la gracia especial que solicito en esta novena. Amén.

 

Unos segundos de silencio

 

Bendita sea tu pureza

Y eternamente lo sea,

Pues todo un Dios se recrea

En tan graciosa belleza.

A ti, celestial Princesa,

Virgen sagrada María,

Te ofrezco desde este día

Alma, vida y corazón,

Mírame con compasión,

No me dejes, Madre mía.

 

Meditación propia del día.

8 de diciembre

MEDITACIÓN PARA EL DÍA

DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Punto primero. María Inmaculada a sus hijos. –“Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios, porque me ha revestido con el ropaje de salud, de justicia y de alegría, como esposa ataviada con sus joyas. Venid a mí todos los que me amáis, y os contaré cuántas y cuán grandes cosas ha hecho el Señor omnipotente en mi alma, porque llenó en mí su misericordia”. Con estas palabras, hijo mío, te convido con la Iglesia a celebrar mis glorias en este día grande y santo, el más grande y glorioso para mi corazón, porque en este día, en el primer instante de mi Inmaculada Concepción, fui preservada inmune de toda mancha de pecado original, por singular privilegio de Dios y en vista de los méritos de Jesucristo, salvador del género humano. Esta es la verdad dogmática o artículo de fe que todos debéis creer firmemente, después que mi pontífice, el inmortal Pio IX, la definió solemnemente el día 8 de diciembre de 1854. Sí, hijo mío, asóciate con todo el gozo de tu alma al gozo sincero y solemne y universal con que celebra esta mi fiesta, la primera y más amada de mi corazón, la santa Madre Iglesia, y procura sacar gran provecho de esta bella verdad, de esta solemnidad excelsa, singular. A este fin, considera, hijo mío, como yo fui preservada inmune de toda mancha de pecado original, por singular privilegio de Dios omnipotente. Todos, hijo mío, habéis sido, a lo menos un instante, pecadores, hijos de ira, de maldición, objeto de horror a los ojos de Dios. Todos habéis estado sujetos a la serpiente infernal y habéis sido sus esclavos, y vuestra alma hermosa ha sido afeada por la culpa original. Todos fuisteis anegados en las aguas de la culpa del diluvio universal, menos yo, que como arca santa floté sobre la superficie de sus aguas cenagosas y no fui anegada en este universal naufragio. Mas, para esto fue necesario un singular privilegio de Dios, y Dios, que me amaba más que a todos los ángeles y santos, me hizo esta gracia. Tú también, hijo mío, por una singular providencia de Dios fuiste llamado a la luz de la fe, a la gracia del santo bautismo. ¡Cuántos herejes e idólatras no han tenido esta gracia, este privilegio! ¿Qué has hecho, qué haces, qué debes hacer para corresponder a esta fineza de predilección de tu Dios? ¿Has sabido, a lo menos, después de purificado, conservar esta gracia? ¿Eres puro, eres santo, o a lo menos pecador arrepentido?

Punto segundo. Mi Concepción Inmaculada, hijo mío, es el fundamento de todas mis grandezas, excelencias, gracias y glorias. Un edificio, por magnífico y precioso que sea, si no tiene buen fundamento siempre está en peligro de ruina; pero si tiene buen fundamento, subsiste y puede edificarse sobre él cuanto convenga. Pon por fundamento de mis glorias que he sido Inmaculada desde el primer instante de mi Concepción, y todas las gracias y privilegios que edificó el poder, sabiduría y amor de Dios sobre mí, tienen un buen asiento y conveniente explicación. Llámame Reina de los ángeles y de los hombres, llena de gracia, enemiga irreconciliable de la serpiente infernal y aplastadora de su cabeza, abismo de las gracias y Madre de Dios; todo se explica, todo sienta bien en mi alma. Si no hubiese sido Inmaculada, nada de esto se puede decir bien. Viste o adorna de pedrerías a una estatua preciosa que sea de oro; si le pones los pies de sucio barro, cuanto más la hermosees, si no corriges este defecto, peor lo harás. Pues así, hijo mío, por más que me reconocieras adornada de todos los tesoros y gracias del Rey de la gloria, si pusieres mis pies, mis fundamentos amasados y hechos de sucio barro del pecado original, más me afearías. Si mis pies son de oro purísimo, bien está que me adornes con ricas preseas. Más aún, hijo mío: si estuviese en la mano de un buen hijo el escoger para madre suya la madre más noble, más rica, más pura, más agraciada y santa, ¿podría caber en su entendimiento sano, que estando en su mano así escogerla con solo querer, la escogiese fea, necia, haraposa y mala? pues Cristo Jesús, Hijo de Dios e hijo de mis entrañas, que me poseyó ya en los principios de sus caminos, podía escogerme toda bella, hermosa, pura, agraciada y santa, porque es infinitamente poderoso, sabio y bueno. ¿Pudo hacerlo? ¿Supo hacerlo? ¿Era decoroso hacerlo? Luego lo hizo, luego me crió toda pura, toda santa, toda hermosa. Así discurrían, hijo mío, tus buenos padres, para quienes este misterio de mi Concepción Inmaculada fue misterio del corazón antes que misterio de fe: misterio de amor y de buen sentido católico, antes que misterio de creencia dogmática. Yo soy escogida con mi hijo Jesús y para mi hijo Jesús en otro orden de cosas y de predestinación que en el común de los hombres. Yo soy María, toda de Jesús y toda para Jesús, Hijo de Dios, y por ende Inmaculada siempre, purísima siempre, toda hermosa y santa. Dime, pues, siempre y repítelo muchas veces en este día, el más feliz y glorioso de mi vida, si quieres contentarme: Toda hermosa sois ¡oh María! y mancha original no hay en vos, y procura, para más agradarme, conservar también tu alma pura y limpia de todo pecado.

Punto tercero. Los hijos de María a su Madre. –Ave María purísima: sin pecado concebida. ¡Qué día más hermoso es el día de mi amada Madre María Inmaculada en su Concepción! ¡Qué día más santo, más alegre, más lleno de gozo purísimo que se derrama en los senos más íntimos de los corazones de todos los católicos y en especial de los españoles que os aclamamos por nuestra patrona! ¡Qué inmenso rio de celestial dulzor y amor penetra en todas las almas que os aman! Nuestros campos ¡oh María! se ven ya tapizados de verde alfombra, nuestras casas llenas se ven de luz y claridad, la atmósfera es más diáfana y trasparente, la luna más bella, las estrellas más brillantes, el sol más espléndido, y todo nos anuncia el día grande que ha hecho el Señor de su Madre Inmaculada, porque todos nos alegremos y gocemos en él. Salve ¡oh María Inmaculada! vida, dulzura, gloria, honor y esperanza nuestra. Salve ¡oh María Inmaculada! llena de gracia desde el primer instante de tu Purísima Concepción. Salve ¡María Inmaculada! adornada desde el primer instante con todas las gracias, dones, prerrogativas y privilegios de la divina largueza de Dios entre todos los ángeles y santos. Salve ¡María Inmaculada! vencedora de Satanás, quebrantadora de su cabeza, terror del infierno y de todos los que obran la iniquidad. Por tu santa e Inmaculada Concepción, ¡oh Virgen María! líbranos de todo pecado a todos tus hijos y de la muerte eterna. No permitas que el demonio con sus engaños nos seduzca, ni con sus asechanzas nos haga caer en pecado. Aplástale la cabeza, y que nunca nos pueda dañar. Haz que tengamos un perpetuo horror a todo pecado y a toda ocasión de pecar, porque solo el pecado es el único mal, el sumo mal, el verdadero mal. ¡Oh bendita entre todas las criaturas, Inmaculada María! Vos sois nuestra gloria y nuestro honor. Aceptad, pues, nuestros pequeños obsequios de amor hacia vos: aceptad nuestras súplicas, y por la inmensa bondad de que rebosa vuestro corazón maternal, guardadnos, como a hijos vuestros muy queridos, como a la niña de vuestros ojos, en lo más recóndito de ese vuestro Inmaculado corazón. Nosotros queremos a toda costa agradaros, contentaros, honraros y glorificaros, Madre querida: por esto unimos en este día inmaculado nuestro gozo y nuestras alabanzas a las de todos los ángeles y santos del cielo y tierra, y os proclamamos Inmaculada, purísima, sin mancha de pecado ni de imperfección. Bendita seáis siempre ¡oh Virgen Inmaculada! por todos. Bendito sea vuestro santo nombre, bendito vuestro dulcísimo corazón; bendita vuestra alma purísima y santísima; bendita vuestra santa e Inmaculada Concepción. ¡Oh, María! ¡Oh, Virgen! ¡Oh, Madre! salvad y defended a la Iglesia y al sumo pontífice, que así os honran y adornan vuestra cabeza con hermosa corona de estrellas. Salvad a España, la hija primogénita de vuestra Concepción, ya que sois su excelsa patrona. Salvad al mundo; salvadnos, que perecemos ¡oh María Inmaculada! ¡Viva vuestra Concepción Inmaculada!

Jaculatoria. ¡Oh María Inmaculada! Haced que todos los que honramos vuestra Concepción, sintamos y experimentemos vuestra ayuda y protección.

Obsequio. Repetiré hoy doce veces a lo menos: Toda hermosa eres ¡oh María! y mancha original no hay en ti. ¡Viva la Inmaculada Concepción de María!

 

Terminada la meditación se concluye con estas oraciones.

 

HOMENAJE DE PIEDAD FILIAL A MARÍA

1.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Hija del Padre celestial, y os consagro mi alma con todas sus potencias. Hacedme puro y santo. Avemaría.

2.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Madre del único Hijo de Dios, y os consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Hacedme puro y santo. Avemaría.

3.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a esposa del Espíritu Santo, y os consagro mi corazón con todos sus afectos. Dignaos alcanzarme de la Santísima Trinidad las gracias que necesito para salvarme. Hacedme puro y santo. Avemaría.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Inmaculada María! vos nacisteis de la boca del Altísimo toda pura, hermosa, agraciada y santa, primogénita entre todas las criaturas, rutilante como la aurora, bella como la luna, escogida como el sol. Obra maestra del poder, sabiduría y amor de Dios, fuisteis, oh María, morada de todas las gracias del Espíritu Santo, paraíso de todas las delicias del Eterno, casa y arca de la Sabiduría increada, digno habitáculo preparado para Sí, por altísimo prodigio de la naturaleza y de la gracia, sois ¡oh María! el lirio entre espinas, la rosa siempre viva, la zarza de Moisés, el retoño de gracia, la tierra virginal y siempre bendita de la que se formó el nuevo Adán, Jesucristo. Vos sois la paloma siempre pura, la Jerusalén santa, el trono excelso de Dios, templo divinísimo, tesoro de inmortalidad, paraíso ameno de inocencia, cedro incorruptible, huerto cerrado, ciudad de Dios y milagro inefable de su omnipotencia. Vos sois el arca de Noé, la escala de Jacob, la torre inexpugnable de David, la fuente sellada y la única hija de vida, reparadora de todo el humano linaje. Vos sola ¡oh Inmaculada María!, aplastasteis la cabeza de la serpiente infernal con vuestro pie inmaculado y triunfasteis siempre de sus iras. Haced, pues, oh querida Madre mía, que todos los que nos gozamos y os honramos en el misterio de vuestra Inmaculada Concepción, libres de toda culpa, vivamos en justicia, muramos en gracia y consigamos la gloria por vos, oh María Inmaculada. Amén.

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

lunes, 6 de diciembre de 2021

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN. San Enrique de Ossó. Día 9

DÍA 9

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA CON SAN ENRIQUE DE OSSÓ.

 

Por la señal de la santa cruz….

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh María Inmaculada, Virgen y Madre de Dios y Madre mía de mi alma! vos sois ya en el primer instante de vuestra Concepción más hermosa que la hermosura, más graciosa que la gracia, más santa que la santidad, más pura en cuerpo y alma que todos los ángeles y todos los hombres: solo Dios es más puro que vos. Confieso, Madre querida, que no bastan todas las lenguas angélicas y humanas para pregonar dignamente vuestras excelencias, privilegios y gracias. Permitidme, pues, a lo menos, Virgen Inmaculada, que mi corazón se goce, mi espíritu se regocije y mi mente se extasíe contemplando vuestra Inmaculada Concepción, cifra de todas vuestras glorias, y exclame alborozado con los ángeles y los hombres y con la misma Trinidad Beatísima: Toda hermosa sois ¡oh María! y mancha original no hay en vos; vos sola llena de gracia, vos sola inmaculada, vos sola perfecta y adornada desde el primer instante con el cúmulo y grandeza de todas las gracias, virtudes y privilegios celestiales. Vuestra Concepción Inmaculada ¡oh María!, es el misterio de vuestras insondables grandezas y la prerrogativa más amada de vuestro corazón. Alcanzadme, pues, que, venerando este misterio, los venere todos y consiga el entero perdón de todos mis pecados, una perfecta pureza de alma y cuerpo, la perseverancia y el aumento en el amor de Dios y de vos, y la gracia especial que solicito en esta novena. Amén.

 

Unos segundos de silencio

 

Bendita sea tu pureza

Y eternamente lo sea,

Pues todo un Dios se recrea

En tan graciosa belleza.

A ti, celestial Princesa,

Virgen sagrada María,

Te ofrezco desde este día

Alma, vida y corazón,

Mírame con compasión,

No me dejes, Madre mía.

 

Meditación propia del día.

 

MEDITACIÓN DÍA 9º

Composición de lugar. Represéntate aquel grande portento de que nos habla san Juan, esto es, a una mujer vestida del sol, calzada de la luna y coronada su cabeza con corona de doce estrellas.

Petición. Dame, Dios mío, gracia eficaz para admirar, amar e imitar como debo a María en su Inmaculada Concepción.

Punto primero. María a sus hijos. –No es contrario, hijo mío, sino muy conforme a la mente del inspirado evangelista san Juan el entender o significar por las doce estrellas con que aparecí coronada, las doce tribus de Israel o la plenitud de la santa Iglesia de Jesucristo; porque así como los apóstoles fueron mi primer honor y corona, y los primeros defensores y propagadores de mi honor, así toda la Iglesia es como el mejor trofeo de mis conquistas, y toda la Iglesia se esmera en defender mi honor, en propagar mi culto en todo el mundo. Yo, hijo mío, con mi sacrificio, más costoso que el de Abraham, compré el derecho de Madre de todos los redimidos. Yo os compré con la sangre de mi Hijo, y con los dolores del Calvario os di a luz para hacerme con todos los fieles una corona de hijitos, más numerosos que las estrellas del cielo y las arenas del mar. La Iglesia, hijo mío, nació en mi seno con Jesús fundador y cabeza de ella: tomó nueva vida en el Calvario con mis dolores, y se engrandeció y se mantiene bajo el calor y sombra de mis alas maternales. Mi habitación fue siempre desde el primer instante de mi Concepción Inmaculada, en la plenitud de los santos (Eccl. XXIV), y yo sostengo a los santos en su plenitud, esto es, les doy virtud para que no caigan, los méritos para que no perezcan, la fortaleza para que perseveren; reprimo a los demonios para que no les dañen, y desarmo a mi divino Hijo para que no los castigue. Con el calor que me presta mi amor maternal coopero, hijo mío, a que nazcan en la Iglesia los fieles y sean miembros vivos de Jesucristo mi hijo. Por eso la Iglesia siempre ha defendido mi honor desde los apóstoles al Concilio de Éfeso, desde el Concilio de Éfeso hasta el inmortal Pio IX, que definió el dogma de mi Concepción Inmaculada. Toda la Iglesia y todo el mundo, hijo mío, están llenos de mis glorias y me llaman su Madre, su señora, su Reina, su Inmaculada. El que me honra, tendrá la vida eterna (Eccl. XXIV); no lo olvides, hijo mío, y esfuérzate con todo ahínco para ser mi corona por toda la eternidad, por la fiel correspondencia a la gracia que yo te alcanzo. Óyeme.

Punto segundo. Los hijos de María a su Madre. –¡Cuán hermosa aparecéis a mi alma ¡oh María! al contemplaros coronada con la esplendente corona de los doce apóstoles y con la corona con que os coronan todos los justos que ha habido y habrá en la Iglesia de Dios vuestro Hijo! ¡Cuán bella y agraciada sois ¡oh María Inmaculada! al admiraros calzada de la luna, como Reina, señora, protectora y ornamento de toda la Iglesia católica! ¡Cuán exaltada sobre todos los ángeles y los hombres, aparecéis a mis ojos ¡oh María! al contemplaros ya en el primer instante de vuestra Concepción Inmaculada, vestida del Sol de justicia, envuelta y abismada en medio de sus infinitos resplandores de gloria, de lumbre, de gracia y de caridad! Bien se vislumbran en este portento, Madre querida, los designios amorosos de toda la Trinidad Beatísima. El poder del Padre al aparecer vos como un grande portento o prodigio que solo pudo obrar su omnipotencia. La sabiduría del Hijo con la lumbre de la fe, de la sabiduría y de la gracia; y el amor del Espíritu Santo en ese fuego, luz y calor inmensos que os presta el Sol divino al vestiros con sus galas. Enemistades perpetuas, cabales y eternas debía haber necesariamente entre la serpiente infernal y vos desde el primer instante. Porque ¿qué tiene que ver la luz con las tinieblas? ¿Qué amistad podía haber entre el asqueroso negrillo, reptil ponzoñoso e inmundo que se arrastra por el cieno y por el suelo y que solo vive en la región del desamor y de las tinieblas, con vos, que andáis sobre las alas de los purísimos serafines, pues sois su Reina y estáis siempre vestida del sol y aparecéis como brillante aurora para ahuyentar las tinieblas del mundo? Si venís a derrocar su imperio y a lanzar al infierno a Satanás con toda su caterva de espíritus inmundos, y vuestro inmaculado pie los pisara y aplastara su cabeza y su poderío, ¿qué os pueden hacer? Si Dios está siempre con vos, ¿qué podrá todo el infierno contra vos? nada, sino salir descalabrado siempre. Loor, pues y bendición, y claridad, y alabanza sempiterna sea a tu Concepción Inmaculada ¡oh María! Triunfaste perpetuamente, perfectamente, completamente del poder de Luzbel, y en vano, retorciéndose en su derrota, tratará de armar asechanzas a tu calcañar, pues solo le servirá para su mayor vergüenza y exterminio. Gloria, pues ¡oh María! a tu Concepción Inmaculada. Permíteme que venga a celebrarla en el cielo un día. Amén.

Jaculatoria. ¡Oh María Inmaculada! Ya que soy todo vuestro, guardadme y defendedme como cosa y propiedad vuestra.

Obsequio. Rezaré doce Avemarías, con la Coronilla de las doce estrellas.

 

Terminada la meditación se concluye con estas oraciones.

 

HOMENAJE DE PIEDAD FILIAL A MARÍA

1.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Hija del Padre celestial, y os consagro mi alma con todas sus potencias. Hacedme puro y santo. Avemaría.

2.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Madre del único Hijo de Dios, y os consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Hacedme puro y santo. Avemaría.

3.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a esposa del Espíritu Santo, y os consagro mi corazón con todos sus afectos. Dignaos alcanzarme de la Santísima Trinidad las gracias que necesito para salvarme. Hacedme puro y santo. Avemaría.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Inmaculada María! vos nacisteis de la boca del Altísimo toda pura, hermosa, agraciada y santa, primogénita entre todas las criaturas, rutilante como la aurora, bella como la luna, escogida como el sol. Obra maestra del poder, sabiduría y amor de Dios, fuisteis, oh María, morada de todas las gracias del Espíritu Santo, paraíso de todas las delicias del Eterno, casa y arca de la Sabiduría increada, digno habitáculo preparado para Sí, por altísimo prodigio de la naturaleza y de la gracia, sois ¡oh María! el lirio entre espinas, la rosa siempre viva, la zarza de Moisés, el retoño de gracia, la tierra virginal y siempre bendita de la que se formó el nuevo Adán, Jesucristo. Vos sois la paloma siempre pura, la Jerusalén santa, el trono excelso de Dios, templo divinísimo, tesoro de inmortalidad, paraíso ameno de inocencia, cedro incorruptible, huerto cerrado, ciudad de Dios y milagro inefable de su omnipotencia. Vos sois el arca de Noé, la escala de Jacob, la torre inexpugnable de David, la fuente sellada y la única hija de vida, reparadora de todo el humano linaje. Vos sola ¡oh Inmaculada María!, aplastasteis la cabeza de la serpiente infernal con vuestro pie inmaculado y triunfasteis siempre de sus iras. Haced, pues, oh querida Madre mía, que todos los que nos gozamos y os honramos en el misterio de vuestra Inmaculada Concepción, libres de toda culpa, vivamos en justicia, muramos en gracia y consigamos la gloria por vos, oh María Inmaculada. Amén.

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

domingo, 5 de diciembre de 2021

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN. San Enrique de Ossó. Día 8

DÍA 8

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA CON SAN ENRIQUE DE OSSÓ.

 

Por la señal de la santa cruz….

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh María Inmaculada, Virgen y Madre de Dios y Madre mía de mi alma! vos sois ya en el primer instante de vuestra Concepción más hermosa que la hermosura, más graciosa que la gracia, más santa que la santidad, más pura en cuerpo y alma que todos los ángeles y todos los hombres: solo Dios es más puro que vos. Confieso, Madre querida, que no bastan todas las lenguas angélicas y humanas para pregonar dignamente vuestras excelencias, privilegios y gracias. Permitidme, pues, a lo menos, Virgen Inmaculada, que mi corazón se goce, mi espíritu se regocije y mi mente se extasíe contemplando vuestra Inmaculada Concepción, cifra de todas vuestras glorias, y exclame alborozado con los ángeles y los hombres y con la misma Trinidad Beatísima: Toda hermosa sois ¡oh María! y mancha original no hay en vos; vos sola llena de gracia, vos sola inmaculada, vos sola perfecta y adornada desde el primer instante con el cúmulo y grandeza de todas las gracias, virtudes y privilegios celestiales. Vuestra Concepción Inmaculada ¡oh María!, es el misterio de vuestras insondables grandezas y la prerrogativa más amada de vuestro corazón. Alcanzadme, pues, que, venerando este misterio, los venere todos y consiga el entero perdón de todos mis pecados, una perfecta pureza de alma y cuerpo, la perseverancia y el aumento en el amor de Dios y de vos, y la gracia especial que solicito en esta novena. Amén.

 

Unos segundos de silencio

 

Bendita sea tu pureza

Y eternamente lo sea,

Pues todo un Dios se recrea

En tan graciosa belleza.

A ti, celestial Princesa,

Virgen sagrada María,

Te ofrezco desde este día

Alma, vida y corazón,

Mírame con compasión,

No me dejes, Madre mía.

 

Meditación propia del día.

 

MEDITACIÓN DÍA 8º

Composición de lugar. Represéntate aquel grande portento de que nos habla san Juan, esto es, a una mujer vestida del sol, calzada de la luna y coronada su cabeza con corona de doce estrellas.

Petición. Dame, Dios mío, gracia eficaz para admirar, amar e imitar como debo a María en su Inmaculada Concepción.

Punto primero. María a sus hijos. –Pondera, hijo mío, que no solo aparecí como portento grande en mi Concepción, vestida del sol y calzada de la luna, sino también orlada mi cabeza con brillante corona de doce estrellas, que representan los doce apóstoles y la plenitud de todos los fieles de la Iglesia. Los santos apóstoles, hijo mío, fueron mi principal gozo, y mi corona, el más insigne trofeo de mi triunfo sobre Satán. Mi hijo Jesús, al abandonar este mundo, quiso encomendarme al apóstol san Juan como Madre suya, y al tomarme Juan como cosa suya quiso, digo, que representase principalmente a los doce apóstoles. Por esto Juan bebió en el pecho de mi Hijo y en mis lecciones maternales los conceptos más sublimes de su divino evangelio; así como san Lucas, como secretario, aprendió de mis labios la tierna historia de la infancia de Jesús que narra en su evangelio. Todos los apóstoles acudían a mí, después de la muerte de mi Hijo y de su Ascensión a los cielos, como a la silla inmaculada de la Sabiduría, como a la maestra de la Iglesia, como al cetro de la verdadera fe, como a la confidente de Jesús y partícipe de sus secretos, como a la Madre de Jesús. Por esto los apóstoles, hijo mío, fueron los principales defensores y propagadores de mis glorias, de mis prerrogativas. Ebion, Cerinto, Valentino, Saturnino, Basilides, fueron condenados por sus errores, y fueron los apóstoles los primeros en enseñar el catecismo de mis glorias como de Virgen Inmaculada y Madre, de la cual nació Jesús, Hijo de Dios. Los indios, de boca de santo Tomás; los españoles, de boca de san Jaime; los griegos, por la de san Juan, san Pedro y san Pablo; los italianos por la de san Pedro, san Pablo y Bernabé, y así todas las naciones aprendieron mis glorias, mis privilegios, mis gracias por medio de los apóstoles. En toda la tierra resonó la voz de los apóstoles, y hasta los más remotos confines del globo se hizo sentir su palabra, que anunciaba la verdad de mis glorias, de mis privilegios y de mis gracias. Los apóstoles, hijo mío, sembraron por todas partes la semilla de mi devoción, plantaron y cultivaron las raíces de esta devoción que después creció inmensamente y esparció sus ramas hasta cubrir con su benéfica sombra todo el orbe, cumpliéndose aquellas palabras de los sagrados libros, esto es, que yo, María, soy como el terebinto que extendió sus ramas por todas partes, produciendo frutos de honor y de honestidad. Imita a los apóstoles, hijo mío, en propagar mi devoción y mis glorias, y vendrás a verme en el cielo.

Punto segundo. Los hijos de María a su Madre. –Verdaderamente, Madre Inmaculada, son los apóstoles las doce esplendentes estrellas de vuestra bella corona, no solo en el primer instante de vuestra Concepción sin mancha, sino también en el último instante de vuestra vida, cuando los contemplo rodeando vuestro lecho en el momento de vuestra muerte y de vuestra sepultura para dar testimonio de vuestra gloriosa Asunción en cuerpo y alma a los cielos. Como fueron vuestro gozo y corona para proclamar las grandezas de vuestra Concepción Inmaculada, lo fueron así mismo a vuestra muerte por otro prodigio inaudito, para significarnos cuánto debemos honraros y amaros. Sea también yo ¡oh Virgen Inmaculada! una estrella de vuestra corona por mis virtudes y sobre todo por la pureza perfecta de cuerpo y alma, que es la virtud predilecta de Jesús y de vos. Yo me congratulo, Virgen sagrada, con vos, por el honor y gloria que os dieron los apóstoles por todo el mundo, y os pido me hagáis partícipe de su celo por vuestra gloria, para que yo también propague vuestras glorias, según mis fuerzas y la gracia que recibo de vos. Purificad mis labios, alumbrad mi mente, santificad mi alma y llenad de celo mi corazón y de pureza mi espíritu para que pueda dignamente alabaros y salir victorioso de todas las tentaciones de mis enemigos, en especial de los que combaten la pureza de mi cuerpo y alma. Mirad a la Iglesia que plantaron y regaron los apóstoles con su sangre, cuán ferozmente es perseguida de vuestros enemigos, que la quieren poner por el suelo. Mirad cómo son perseguidos, calumniados y despreciados los sucesores de los apóstoles, los obispos, sacerdotes, y más que todos, el sumo pontífice, vicario de Jesucristo, propagadores todos de vuestras glorias. Yo los recomiendo fervorosamente a todos, ¡Madre querida! a vuestro amor y defensa maternal. ¡Oh María! vos que destruisteis todas las herejías y quebrantasteis la cabeza del dragón infernal en el primer instante de vuestra Concepción sin mancha, arrojad al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos, y salvadnos, que perecemos.

Jaculatoria. ¡Oh Inmaculada María! Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Obsequio. Rezaré al dar las horas el Avemaría, con la oración Bendita sea tu pureza.

 

 

Terminada la meditación se concluye con estas oraciones.

 

HOMENAJE DE PIEDAD FILIAL A MARÍA

1.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Hija del Padre celestial, y os consagro mi alma con todas sus potencias. Hacedme puro y santo. Avemaría.

2.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a Madre del único Hijo de Dios, y os consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Hacedme puro y santo. Avemaría.

3.     Yo os venero de todo mi corazón, oh Inmaculada María, Virgen santísima, como a esposa del Espíritu Santo, y os consagro mi corazón con todos sus afectos. Dignaos alcanzarme de la Santísima Trinidad las gracias que necesito para salvarme. Hacedme puro y santo. Avemaría.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Inmaculada María! vos nacisteis de la boca del Altísimo toda pura, hermosa, agraciada y santa, primogénita entre todas las criaturas, rutilante como la aurora, bella como la luna, escogida como el sol. Obra maestra del poder, sabiduría y amor de Dios, fuisteis, oh María, morada de todas las gracias del Espíritu Santo, paraíso de todas las delicias del Eterno, casa y arca de la Sabiduría increada, digno habitáculo preparado para Sí, por altísimo prodigio de la naturaleza y de la gracia, sois ¡oh María! el lirio entre espinas, la rosa siempre viva, la zarza de Moisés, el retoño de gracia, la tierra virginal y siempre bendita de la que se formó el nuevo Adán, Jesucristo. Vos sois la paloma siempre pura, la Jerusalén santa, el trono excelso de Dios, templo divinísimo, tesoro de inmortalidad, paraíso ameno de inocencia, cedro incorruptible, huerto cerrado, ciudad de Dios y milagro inefable de su omnipotencia. Vos sois el arca de Noé, la escala de Jacob, la torre inexpugnable de David, la fuente sellada y la única hija de vida, reparadora de todo el humano linaje. Vos sola ¡oh Inmaculada María!, aplastasteis la cabeza de la serpiente infernal con vuestro pie inmaculado y triunfasteis siempre de sus iras. Haced, pues, oh querida Madre mía, que todos los que nos gozamos y os honramos en el misterio de vuestra Inmaculada Concepción, libres de toda culpa, vivamos en justicia, muramos en gracia y consigamos la gloria por vos, oh María Inmaculada. Amén.

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.