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sábado, 30 de noviembre de 2024

¿QUIÉN PODRÁ REFERIRNOS LAS COSAS QUE ESCUCHARON DE BOCA DEL SEÑOR? San Agustín


 

29 de noviembre

Vigilia de San Andrés Apóstol

 

Lecciones de Maitines

 

Homilía de San Agustín, Obispo.
Tratado 37 sobre San Juan.

Como Juan era el amigo del Esposo, no buscaba su propia gloria sino que daba testimonio de la verdad. ¿Se propuso, acaso, retener a sus discípulos e impedirles ir tras del Señor? Al contrario: les mostró a Aquel que debían seguir. Ellos consideraban a su maestro como si fuese el Cordero; pero él, como si les dijera: ¿Por qué fijáis en mí vuestra atención? Yo no soy el Cordero; exclama: He aquí al Cordero de Dios. Ya antes dijo sobre Él lo mismo: He aquí el Cordero de Dios. Más ¿de qué nos aprovecha el Cordero de Dios? He aquí, añade, al que quita los pecados del mundo. Al oír esto, los discípulos que antes estaban con Juan siguieron a Jesús.

Y sigue. He aquí el Cordero de Dios. Tales son las palabras de Juan. Los dos discípulos, al oírle hablar así, se fueron en pos de Jesús. No le siguieron aún para quedarse con él; el momento en que se convirtieron en discípulos suyos es sabido, puesto que fue el mismo Jesús quien les llamó estando ellos en la barca. Uno de estos dos discípulos era Andrés, según acabáis de oír; ahora bien, Andrés era hermano de Pedro, y dice el Evangelio que habiendo visto el Señor a Pedro y Andrés en su barca, les llamó: Seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres. Y desde aquel momento, se quedaron con Él para no dejarle más.

Así, pues, en la presente ocasión, estos dos discípulos siguen a Jesús; no lo hacen todavía con el propósito de no separarse de él. Querían, con todo, ver dónde habitaba y poner en práctica lo que está escrito: Trillen tus pies las escaleras de su casa; madruga para oírle y fija tu atención en sus preceptos. Y Jesús les indicó su morada, a la cual se encaminaron, hospedándose en ella. ¡Oh, qué día tan feliz pasaron, qué noche tan dichosa! ¿Quién podrá referirnos las cosas que escucharon de boca del Señor? Edifiquémonos, también nosotros, y preparemos en nuestro corazón una morada a la cual venga el Señor a instruirnos y a departir con nosotros.

 

MUCHO DEJA QUIEN NO GUARDA NADA PARA SÍ. San Gregorio


 

30 de noviembre

 San Andrés Apóstol

 

Lecciones de Maitines

 

Homilía de San Gregorio, Papa.
Homilía 5, acerca de los Evangelios.

Habéis oído, amadísimos hermanos míos, que al primer llamamiento, Pedro y Andrés dejaron sus redes y siguieron al Redentor. No le habían visto hacer aún ningún milagro, ni nada le habían oído decir sobre el beneficio de una recompensa eterna; ello no obstante, al primer mandato del Señor, olvidan y dejan todo cuanto poseen. Pero nosotros, ¿cuántos milagros suyos no vemos?, ¿por medio de cuántas pruebas no somos aleccionados?, ¿por virtud de cuántas amenazas procura amedrentarnos? A pesar de todo, despreciamos el llamamiento del Señor.

Aquel que nos exhorta a la conversión, está ya en el cielo, ha sometido ya los gentiles al yugo de la fe, ha confundido ya la gloria del mundo, y ya nos anuncia, mediante las ruinas que con tanta frecuencia se presentan, la proximidad del día de su riguroso juicio. A pesar de ello, nuestra alma, ensoberbecida, no consiente en dejar aún de buena voluntad lo que pierde todos los días contra su propia voluntad. ¿Qué diremos amadísimos hermanos míos, qué diremos el día en que Él nos juzgue, qué diremos nosotros, que no nos apartamos del amor del siglo presente ante los preceptos del Señor, ni nos enmendamos ante sus castigos?

Pero quizás diga alguno en el secreto de su pensamiento: Esos dos pescadores, que casi nada tenían, ¿qué dejaron a la voz del Señor? Acerca de esto, amadísimos hermanos míos, antes debemos considerar el afecto de la voluntad que el valor de la cosa. Mucho deja quien no guarda nada para sí; mucho deja quien lo deja todo, por poco que tenga. Por lo contrario, nosotros poseemos con afición las cosas que nos pertenecen, y buscamos con nuestros deseos las que no son nuestras. Pedro y Andrés dejaron, pues, mucho cuando uno y otro renunciaron al deseo mismo de poseer.

 

 

miércoles, 8 de mayo de 2024

SI FUE GLORIFICADO CON SU PASIÓN, ¿CUÁNTO MÁS LO FUE MEDIANTE SU RESURRECCIÓN? SAN AGUSTÍN

 


 Vigilia de la Ascensión

Homilía de maitines

Homilía de San Agustín, Obispo.
Tratado 104 sobre San Juan, después del medio.

Nuestro Señor, el Unigénito del Padre y coeterno con Él, habiendo tomado la naturaleza de siervo, podía en esta naturaleza rogar en silencio, si hubiese sido necesario; pero de tal modo quiso presentarse a su Padre como intercesor, que constase al propio tiempo que era nuestro maestro. Por esto, aquella oración que hizo a favor nuestro, quiso que la conociésemos, para que no sólo las lecciones de un maestro tan grande, sino su misma oración al Padre sirviera para edificación de sus discípulos. Y no solo de aquellos que pudieran oírla, sino también de nosotros que habíamos de leerla.

Por lo mismo, diciendo: "Padre, viene la hora, glorifica a tu Hijo", demuestra que cuanto Él realizará o dejará que se haga en cualquier tiempo, ha sido dispuesto por Él que no está sujeto al tiempo. Ya que los sucesos que van desarrollándose en el curso de los tiempos, tienen su causa eficiente en la sabiduría de Dios, en la cual nada existe que sea temporal. De consiguiente, guardémonos de creer que esta hora haya venido conducida por la fatalidad, sino por orden de Dios que dispone los tiempos. Tampoco debe pensarse que las leyes de los astros hayan regulado la pasión de Cristo, ya que es inadmisible que los astros hayan podido hacer morir al creador de los mismos.

Algunos creen que el Hijo fue glorificado por el Padre, en el sentido de que no le perdonó, sino que le entregó a la muerte por todos nosotros. Pero si fue glorificado con su pasión, ¿cuánto más lo fue mediante su resurrección? Y a la verdad en su pasión más se manifiesta su humildad que su gloria, según el testimonio del Apóstol, que dice: Se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Después continúa y dice en cuanto a su glorificación: Por lo cual Dios le ensalzó, y le dio un nombre superior a todo nombre, para que en el nombre de Jesús se arrodillen los cielos, la tierra y los abismos, y a fin de que toda lengua confiese que nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Esta es la glorificación de nuestro Señor Jesucristo que comenzó con su resurrección.

martes, 11 de octubre de 2022

AQUÉL A QUIEN ESTÁN SUJETOS LOS ÁNGELES, ESTABA SOMETIDO A MARÍA. San Bernardo


Homilía de maitines

 

11 de octubre

LA MATERNIDAD DIVINA DE LA VIRGEN MARÍA

 

Homilía de San Bernardo, Abad.

Homilía 1 sobre las alabanzas de la Virgen Madre.

María da el nombre de Hijo al Dios y Señor de los Ángeles, cuando le dice: ¿Hijo mío, por qué has obrado así con nosotros? ¿Cuál de los Ángeles se habría atrevido a ello? Bástales, y lo tienen por gran honor, el que, siendo espíritus, hayan sido elevados por gracia a la categoría de Ángeles y llamados con este nombre, según dice David: El cual hace a sus espíritus Ángeles. Pero María, consciente de su maternidad, no vacila en dar el nombre de Hijo a aquél a quien sirven los Ángeles con temor; y en cuanto a Dios, no tiene reparo en ser tratado como lo que realmente se ha dignado ser. Porque añade el Evangelista: Les estaba sometido. ¿Quién estaba sometido? ¿A quiénes? Dios a los hombres; Dios, sí, aquél a quien están sujetos los Ángeles, a quien los Principados y Potestades obedecen, estaba sometido a María.

De ambas cosas admírate; considera qué sea más admirable, si la benignísima dignación del Hijo o la excelentísima dignidad de la Madre. Ambas constituyen un milagro. Que Dios se someta a una mujer, es un acto de humildad sin igual y que una mujer mande a un Dios, puedes ver en ello una sublimidad sin par. En alabanza de las Vírgenes se canta que siguen al Cordero dondequiera que vaya. Ahora bien: ¿de qué alabanzas juzgas digna a la que le precede? Aprende, oh hombre, a obedecer; aprende, tú, que eres tierra, a estar sumiso; aprende, oh polvo, a sujetarte. Hablando de tu Hacedor, dice el Evangelista: les estaba sometido. ¡Avergüénzate, polvo soberbio! Dios se humilla, ¿y tú te exaltas? Dios se sujeta a los hombres, ¿y tú, deseando dominarlos, pretendes ser más que tu Hacedor?

Dichosa Tú, oh María, en quien no sufrieron mengua la humildad ni la virginidad: virginidad singular, que lejos de empañarse con la fecundidad, recibió de ella mayor lustre; humildad verdaderamente privilegiada, no menguada, sino realzada por la virginidad fecunda; fecundidad incomparable, acompañada a la vez de la virginidad y de la humildad. ¿Hay nada aquí que no sea admirable, extraordinario y único? Puesto a comparar tales prodigios, y de resolver qué es más de admirar, si la fecundidad de la Virgen o la virginidad de la Madre; si la excelsitud a que se eleva la maternidad, o la humildad con que acoge este encumbramiento, consideramos mucho mejor poseerlas todas a poseer tan sólo alguna de ellas. ¿Y qué tiene de particular que Dios, que a nuestros ojos, y según la Sagrada Escritura, es admirable en sus santos, haya manifestado serlo tanto en su Madre? Venerad esposos, la pureza en una carne corruptible; en cuanto a las santas Vírgenes, admirad en una Virgen la fecundidad; y nosotros, hombres todos, imitemos la humildad de la Madre de Dios.

 

viernes, 7 de octubre de 2022

MARÍA FUE LA ROSA QUE SE ATRAJO EL AFECTO DE TODOS. San Bernardo

 


MARÍA FUE LA ROSA QUE SE ATRAJO EL AFECTO DE TODOS. San Bernardo

 

Homilía de maitines

7 de octubre

Fiesta de Nuestra Señora del Rosario

 

Homilía de San Bernardo, Abad.

Sermón sobre Santa María.

Para gloria de su gracia y confusión de la humana sabiduría, dignose el Señor encarnarse en una mujer, si bien dejándola Virgen. Así restableció la semejanza por un ser semejante, curó lo contrario con lo contrario, para arrancar una espina envenenada y destruir con su poder el decreto del pecado. Eva fue la espina; María la rosa. Eva fue la espina que nos hirió; María, la rosa que se atrajo el afecto de todos. Si Eva fue espina inoculando a todos la muerte, María fue rosa curando a todos. María fue rosa blanca por la virginidad y encarnada por la caridad; blanca por la castidad de su cuerpo y encarnada por el fervor de su espíritu; blanca por perseguir la virtud, encarnada al hollar con sus plantas los vicios; blanca por la pureza de sus afectos, encarnada por su carne mortificada; blanca amando a Dios, encarnada compadeciendo al prójimo.

Del Sermón del Acueducto

El Verbo se ha hecho carne, y habita ya entre nosotros. Habita en nuestra memoria y pensamiento, y desciende hasta nuestra imaginación. ¿De qué modo? Yaciendo en el pesebre, reposando sobre un regazo virginal, predicando en la montaña, pasando las noches en oración, y dejándose colgar de la cruz y desfigurar por la muerte; libre entre los muertos, reinando en el limbo; resucitando al tercer día, mostrando a los Apóstoles las hendiduras de los clavos, señales de su victoria y subiendo en su presencia a lo más alto de los cielos. Al pensar en cualquier misterio, pienso en Dios, al cual, por todos ellos, puedo llamar mi Dios. Tengo por sabiduría el meditarlos y por prudencia su dulce recuerdo; son como la almendra del fruto producido con abundancia por la vara de Aarón; la vara que María recibió de los cielos para enriquecernos a nosotros con su fruto. Porque fue en lo más elevado, más arriba de las regiones angélicas, donde María recibió el Verbo, del mismo seno del Padre.