MISA DEL DÍA DE LA
NATIVIDAD DEL SEÑOR
Forma Extraordinaria
del Rito Romano
En el principio existía el
Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el
principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada
de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre
enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la
luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo
por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo
recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a
los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de
carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo
Carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del
Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1, 1-14.