DÍA 30
SENTIMIENTOS DE JESUCRISTO EN LA APERTURA DE SU LADO Y DE SU CORAZÓN
UN MES EN LA ESCUELA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
San Enrique de Ossó
Por la señal, etc…
¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!
Oración inicial
Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.
¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.
Hágase la meditación correspondiente al día.
DIA TRIGÉSIMO
Sentimientos de Jesucristo en la apertura de su lado y de su Corazón
Composición de lugar. Mira manar la sangre y agua del costado de Cristo.
Petición. Jesús mío, que con tanto amor nos dejáis abierto vuestro Corazón después de muerto, permitidme morar de continuo dentro de él.
Punto primero. "Los judíos, porque era la Pascua, para que no permaneciesen en la cruz los cuerpos en el sábado (porque era grande aquel día del sábado), rogaron a Pilato que se les quebrantasen las piernas y se quitasen de la cruz. Vinieron, pues, los soldados; y al primero que fue crucificado con Jesús, y al segundo, les quebraron las piernas; como le vieron ya muerto, no le quebrantaron las piernas, mas al venir a Jesús, como le vieron ya muerto no le quebraron las piernas sino que uno de los soldados con la lanza le abrió el costado, y de continuo salió sangre y agua. Y el que lo vio de testimonio, y es verdadero su testimonio. Y él sabe que dice verdad, para que vosotros creáis. Porque estas cosas fueron hechas porque se cumpliera la Escritura. No quebrantaréis hueso de él. Y a la vez otra Escritura dice: Verán al que traspasaron."
Pondera, alma mía, en este paso la malicia de los judíos y la bondad de Jesús. Ellos dirigieron la lanza para hacer esta contumelia a Cristo aun después de muerto pues no estaba satisfecha su sed de venganza después de haberle visto morir en medio de los mayores tormentos, que se ensañan con su cuerpo muerto; pero de la malicia de los hombres saca el amor de Jesús la prueba más evidente de su amor. Brota por milagro del corazón muerto de Cristo, al ser herido con la lanza, sangre y agua, de los cuales se formó la Iglesia, sus sacramentos admirables. Y nos quedó abierto el costado de Cristo para prueba evidente de su amor; para refugio de los atribulados, débiles, perseguidos y tentados; para asilo seguro y arca de salvación... ¡Oh bienaventurada lanza que tales prodigios obraste! ¡Yo te bendigo como instrumento de amor en manos de la Providencia!... ¡Ojalá me sepa aprovechar de tus beneficios! Amén.
Punto segundo. Ya tienes, alma mía, abierto el costado de Jesús; ya nada te impide ver ni penetrar en su corazón adorable. Se retiraron los soldados y los enemigos de Cristo. Cristo no tiene vida; clavado está en la cruz de pies y manos; no puede defenderse.
¿Quién te puede impedir el acercarte a él, el entrar en él? Allí solo está María, que tantas veces oyó los latidos de dolor ya en su seno, ya en sus brazos durante su vida. Solo allí está el discípulo amado, que en la última Cena reclinó su cabeza sobre este divino Corazón. Allí está María Magdalena, herida por un dardo santo de amor que salió disparado de este corazón, oyendo sus últimos amorosos latidos. Tú, pecador, que llegaste tarde y solo puedes gozarle después de muerto, no te privarán, porque son buenos y piadosos, que te aproveches en estos últimos momentos de contemplar este divino Corazón. Mira que son cortos, que luego depositarán en el sepulcro este cuerpo adorable. Acércate con gran reverencia: admira y mide la longura, la anchura de este corazón, la profundidad de la herida; toca y palpa, con profundo reconocimiento, mejor que Tomás, este precioso corazón; aplica tus labios a esta llaga del costado, y gusta de esta sangre y agua derramada por ti, y embriágate en su dulcísimo olor y sabor y suavidad. Oye, por fin, cómo este corazón difunto aún, habla, y resuenan aún los ecos de aquella voz que repite: "Venid a mí, aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón. Mirad este corazón Sacratísimo que tanto ha amado a los hombres, y tan mal tratado ha sido por ellos. Mirad este corazón traspasado, que os ha amado hasta el fin, y tan poco correspondido ha sido a su amor. Mirad cómo os he amado, cómo os amo a pesar de vuestro desvío y frialdad e ingratitud, y venid a este lugar de refugio, de amor y de dolor, que os queda abierto para siempre, para vuestro descanso, dicha y paz.
¡Oh corazón de Cristo mío! ¡Oh Jesús mío, muerto por mi amor! Permíteme, ya que dejaste las puertas abiertas al salir tu alma de esta casa de tu cuerpo, para ir a consolar a los padres del Limbo que esperaban tu venida; permíteme que yo me entre por ella aprovechando tan sabrosa ocasión, y more siempre en este lugar, principal asiento de tu amor y de tu dolor, para que solo viva y muera por tu amor, y sufra por ti todo dolor.
Graba, corazón de Cristo, con las últimas gotas de tu sangre y agua derramada por mi salud, graba en mi corazón con la pluma de la lanza, y escribe en él tu amor y tu dolor. Tu amor, para despreciar por ti todo otro amor. Tu dolor, para sufrir por ti todo dolor. Y viva y muera consumido en las llamas de tu amor, y te atraiga otros corazones que vivan y mueran solo por ti, rey de los corazones, voluntades y afectos de todas las criaturas. Amén.
Afectos. ¡Ave, corazón abierto de Jesús mi Redentor!... Tú eres, Corazón de Jesús mío, el tesoro de la Divinidad, el arca del Testamento, el trono del amor, el manantial de todas las gracias, la fuente de la vida; el asiento de la sabiduría y amor eterno. ¡Ave, corazón abierto de Jesús mi Redentor! Tú eres, corazón de Jesús mío, el océano de la divina misericordia, la puerta del paraíso, prenda de la divina alianza, templo de la eterna felicidad, refugio y morada de las almas castas, tus esposas, donde se embriagan con el vino y la miel más exquisitos. ¡Oh corazón de Jesús mío y todas las cosas! haced que mi alma esté siempre unida a vos, que vuestra voluntad sea la mía y la mía sea siempre conforme con la vuestra. ¡Oh corazón de Jesús! ¡Corazón de mi Dios y Dios de mi corazón! ¡Memorial perpetuo de todas las obras de Dios! Haz que mi vida no se ocupe sino en conocerte, amarte y servirte, para que empiece aquí en la tierra la vida que he de vivir en la eternidad. Vuestra soy, para vos nací. ¿Qué queréis, Jesús de mí?
Jaculatoria. Yo quiero vivir y morir dentro del corazón de mi adorado Jesús.
Obsequio. Haré cada día cincuenta actos de consagración a lo menos al Corazón de Jesús.
EJEMPLO
Refiere santo Tomás de Villanueva, que conoció y trató a una beata Agustina, la cual, como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así ella deseaba recibir a Jesús Sacramentado. Hacíasele tan arduo dejar un solo día sin comulgar, que habiendo en su lugar impedimento de entredicho, se iba a pie todas las mañanas por muy larga distancia a otro lugar a comulgar. Llegó, pues, el Jueves Santo y cuando ella fue a la iglesia ya estaba colocado el Señor en el monumento, y no había forma de recibir la Comunión Sagrada: empezó a derramar tantas lágrimas y dar tales gemidos y suspiros, que parecía que lloraba por algún hijo que se le acababa de morir; más cuando ella tan ansiosa así por su Dios lloraba y gemía, se le aparecieron en el aire visiblemente dos manos y en ellas el Santísimo Sacramento, de las cuales lo recibió, y se le trocaron sus amarguras en dulzuras, y sus aflicciones en regocijos y delicias.
Oración final
Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.