SANA EL SEÑOR A LA HIJA DE LA CANANEA.
JUEVES DE LA
DECIMOSEXTA SEMANA
DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS.
MEDITACIONES
PARA EL TIEMPO
DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos,
líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su
majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo,
yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que
estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos
pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y
reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de
todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer
con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre
eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para
conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
JUEVES DE LA
DECIMOSEXTA SEMANA
DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS.
SANA EL SEÑOR A LA
HIJA DE LA CANANEA.
1.- Mas ella (1) constantísima se
llegó, así como de deseos, llena de confianza, y le adoró con humildad
profunda, diciendo con una modesta vergüenza: Señor a quien obedece todo,
ayúdame, pues puedes, a mí, afligida con el trabajo de mi hija. ¡Cuántas
virtudes aquí ejercita, que deben acompañar a la oración! El cual,
respondiendo, la dice: No es justo tomar el pan de los hijos, la gracia de los
milagros, prometida a los judíos, como a hijos, y echarla a los perros, a los
gentiles, idólatras. ¡Desabrida respuesta fuera de la costumbre del Señor! ¿Qué
sueles hacer tú al oír una palabra picante? ¿Qué a una repetida repulsa? pero
¿qué hizo esta mujer?
2.- Mas ella (2), sin resentirse
(que tú no omitirías), sin queja alguna (en que prorrumpirías tú) dijo: Es así,
Señor. (Con prudencia y humildad se reputa por perra y como tal quiere ser
tratada de un Señor tan bueno.) Porque también los perrillos comen de las
migajas que caen de la mesa de sus dueños. ¡Cuánta constancia,
paciencia, prudencia, humildad y fe!
3.- Entonces Jesucristo vencido de su
constancia y humildad la dice (3), al modo de quien se admira para
instrucción de los presentes, para que cuando a una levanta, de a muchos
firmeza: ¡O mujer! no ya perra, que como mudaste el afecto, te mudo
también el nombre. Tú te reconociste perra, y Yo te reconozco por humana; que dice san
Agustín (4). Grande es tu fe. No dejan de ser grandes las virtudes que
muestra; pero es alabada su fe, que ha movido a las demás. Hágase según lo quieres.
Como si dijera: Ahí tienes a tu voluntad mi poder. Argumento grande de la
divina Bondad, en que has de esperar y estribar tú todo.
(1) Matth., 15. (2) Matth., 15. (3)
Ibid. (4) Serm. 61 de Temp.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS:
Os doy gracias,
Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis
inspirado en este rato de oración…
Todo os lo ofrezco
a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…
¡Oh Padre Eterno!
Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre
para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos
confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación
mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega
por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por
nosotros.
Todos los santos y santas de Dios,
rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano, si te ha gustado
esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
***
Ave María Purísima, sin pecado
concebida.