PRIMER
COLOQUIO
DESDE
TODA ETERNIDAD DIOS NOS HA
COLMADO
DE FAVORES.
MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD
Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS
San Juan Eudes
Para
comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios,
digamos la siguiente oración:
Profesión de Humildad
Señor Jesucristo,
nada somos,
nada podemos ni
valemos,
nada tenemos a no
ser nuestros pecados.
Somos siervos
inútiles, nacidos en la enemistad,
últimos de los
hombres,
primeros de los
pecadores.
Sea para nosotros
la vergüenza y la confusión,
y para ti, la
gloria y el honor por siempre jamás.
Señor Jesucristo,
compadécete de nosotros. Amén.
PRIMER
COLOQUIO
DESDE
TODA ETERNIDAD DIOS NOS HA
COLMADO
DE FAVORES.
1
Ante Dios que no
conoce pasado ni futuro, todas las cosas han existido siempre. Todas se hallan
presentes y visibles a su luz eterna. Por eso, desde toda eternidad, Dios puso
sus ojos misericordiosos en mí, pensó en mí con solicitud, me amó con fervor y
ternura. Con maravillosa bondad dispuso cuanto debía sucederme espiritual y
corporalmente, con las circunstancias que rodearían mi ser y mi vida, y formó
grandes designios sobre mí.
Por designio suyo
Dios me creó con las ventajas y perfecciones naturales que de él recibí y me ha
conservado en cada instante de mi vida. Quiso crear el mundo y conservarlo por
amor a mí.
El Padre eterno
tuvo el designio de enviar a su Hijo a la tierra y de entregarlo a la cruz y a
la muerte para liberarme.
Por amor a mí el
Hijo quiso encarnarse, hacer y padecer lo que hizo y padeció en este mundo.
Por amor a mí el
Espíritu Santo lo formó en las entrañas benditas de la Virgen y vino a este
mundo para ser mi luz, mi santificación, el espíritu de mi espíritu y el
corazón de mi corazón.
En una palabra,
fue designio eterno de la santa Trinidad concederme las gracias corporales y
espirituales, temporales y eternas que me ha concedido y concederá por siempre.
De manera, Dios mío, que desde toda eternidad me has llevado en tu espíritu y
en tu corazón; has pensado en mí y me has amado por una eternidad antes de que
yo pudiera pensar en ti y amarte. Tú, Dios de amor, no has existido un solo
instante sin que tuvieras el espíritu y el corazón puestos en mí. ¿Qué es el
hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él?. 1Job. 7, 17.
Y así puedo decir,
oh bondad eterna, que en cierta manera, pensaste en mí y me amaste al mismo
tiempo que pensabas en ti y te amabas a ti mismo, pues me amabas desde toda
eternidad.
¿Cómo pagaré Dios
mío, tu amor eterno hacia mí?
Ciertamente, si yo
hubiera existido desde toda eternidad hubiera debido entregarte y consagrarte
totalmente mi espíritu, mi corazón, mis pensamientos, propósitos y afectos. Y,
al menos, hubiera debido volverme y convertirme a ti con todo mi entendimiento
y voluntad apenas fui capaz de hacerlo.
Pero, por
desdicha, tendré que decir con san Agustín: Tarde empecé a amarte, bondad
eterna. San AGUSTÍN, Confes. X. 27.317
Perdóname, Dios
mío, te lo suplico. Quiero empezar ahora a amarte, servirte y honrarte con todo
mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Dame tu gracia para ello
por el amor infinito que me tienes desde toda eternidad.
2
El amor con que
Dios me ha amado desde antes de que yo existiera no solamente es eterno, sino
continuo, inmutable, perseverante. Nunca ha interrumpido su pensamiento y su
amor por mí.
Siempre tiene su
espíritu y su corazón vueltos hacia mí. El haber previsto mis ofensas e
ingratitudes no alteró su amor invariable y permanente. Si pudiéramos hablar de
momentos en la eternidad no ha habido un solo instante en que dejara de pensar
en mí con amor.
Que todas tus
criaturas te den gracias eternas por el exceso de tu bondad, por tu amor eterno
e inmutable. Muy tarde he comenzado a amarte y aún suponiendo que lo hubiera
hecho como es debido, ¡cuántas interrupciones, inconstancias, infidelidades,
frialdades, cobardías, ingratitudes y ofensas!
¡Ten misericordia,
Dios mío, de este pecador ingrato y pérfido! Quiero, en adelante, con tu
gracia, emplear todos los instantes de mi vida en tu amor y tu servicio. Quiero
disponer de tal manera mi tiempo y mis ocupaciones que todo esté consagrado a
tu gloria.
3
Dios me ama no
sólo con amor eterno, continuo e invariable sino con todo su ser. Porque él es
todo amor por mí y me ama con amor purísimo pues nada lo obligaba a amarme
antes de que yo existiera sino su sola bondad. El amor con que me ama desde
antes de mi creación es eterno, inmutable, infinito y purísimo.
Por todo ello te
doy gracias. Me humillo ante ti y te pido perdón por mi ingratitud. Deseo
ardientemente comenzar a amarte y a emplear mis fuerzas en hacerte amar y
honrar, únicamente por tu amor y tu gloria. Te ruego que destruyas en mí cuanto
pueda entrabar este propósito y dame la gracia para realizarlo, por la
intercesión de la santa Virgen, de los ángeles y de los santos.
Como jaculatoria
diré hoy con la mayor frecuencia posible: ¡A ti la alabanza, la gloria y el
amor, santa Trinidad!, para agradecerle todos sus beneficios y para consagrarme
enteramente a su alabanza, a su gloria y a su amor.
Para
finalizar cada día:
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros,
líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame
Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo,
líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia,
líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús
dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo
y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga
caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí
se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo.
Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con
tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste
hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda
nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu
ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la
tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
***
Sagrado Corazón de
Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón
de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca
san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles
Custodios, rogad por nosotros.
San Juan Eudes,
ruega por nosotros.
Todos los santos y
santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano,
si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
***
Ave María
Purísima, sin pecado concebida.