11 de Septiembre
SANTOS PROTO Y JACINTO
Os digo,
habrá más fiesta en el cielo por un pecador que haga penitencia,
que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.
(Lucas 15, 7)
Los dos hermanos Proto y Jacinto, esclavos de Santa
Eugenia, y bautizados con ella por el obispo Hilario, se dedicaron al estudio
de las Sagradas Escrituras. Después de haber permanecido algún tiempo en un
monasterio de Egipto, edificando allí a todos por su humildad y santidad,
siguieron a Santa Eugenia hasta Roma. Llegados a esta ciudad bajo el reinado de
Juliano, fueron detenidos, cruelmente flagelados y finalmente decapitados.
MEDITACIÓN SOBRE
TRES MANERAS DE HACER PENITENCIA
I. La penitencia debe ser interior: para esto el
pecador debe ofrecer a Dios un corazón contrito y humillado, recibir con
paciencia y resignación todas las aflicciones que se le envían, y hacerlas
servir para la expiación de sus pecados. Sufrirás con paciencia si consideras
que esos dolores pasajeros pueden librarte de los suplicios eternos que has
merecido. El pecador es, él mismo, la causa de sus sufrimientos. No
podemos imputar a Dios ninguno de los males que sufrimos; nosotros mismos somos
sus autores (Salviano).
II. Prívate, por espíritu de penitencia, de los
placeres que no están prohibidos por la ley de Dios. No mereces el goce que se
encuentra en la posesión de las cosas creadas, después de haber abusado tanto
de ellas para ofender al Señor. Para las almas inocentes son los placeres
permitidos; en cuanto a los pecadores, deben ellos hacer penitencia y
persuadirse de que Dios les prolonga la vida sólo para darles tiempo de expiar
sus pecados.
III. Pero no es suficiente; todavía hay que imponerse
mortificaciones corporales para expiar el placer que se ha gustado en ofender a
Dios. Los santos siempre han practicado estas austeridades; en sus biografías
no se habla sino de vigilias, ayunos, cilicios y disciplinas. ¿Creemos acaso
que somos nosotros más inocentes de lo que eran ellos? El camino del cielo no
es más ancho ni más cómodo para nosotros que lo fue para ellos. No nos
engañemos: hagamos penitencia y no recaigamos en los mismos pecados. Donde
no hay enmienda, no hay sino vana penitencia (Tertuliano).
La penitencia.
Orad por la enmienda de los pecadores.
ORACIÓN
Señor, que la preciosa confesión de
vuestros bienaventurados mártires Proto y Jacinto reanime nuestro celo, y que
su piadosa intercesión nos proteja constantemente.
Por J. C. N. S. Amen