DÍA 28
GRATITUD DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO PARA CON SUS BIENHECHORES
MES DE NOVIEMBRE
EN SUFRAGIO DE
LAS BENDITAS ALMAS
DEL PURGATORIO
Francisco Vitali
Por la señal…
ORACIÓN INICIAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Se lee lo propio de cada día.
DÍA 28
MEDITACIÓN
Gratitud de las almas del Purgatorio para con sus bienhechores
La Sagrada Escritura refiere que el Sumo Sacerdote Onías y el gran Profeta Jeremías habiendo muerto no olvidaron por esto a sus hermanos que aún quedaban en la tierra, sino que el primero fue visto con las manos extendidas suplicar fervorosamente al Dios de Israel por su pueblo y del segundo, dice el Sagrado Texto, que rogaba mucho por su patria. El interés que manifestaron estos insignes campeones de la antigua alianza en el seno de Abrahán no es sino una imagen de la solicitud y del empeño que siente la iglesia purgante por la iglesia militante, a favor de la cual desde aquel lugar de seguridad y de pena, dirige incesantemente al trono del Eterno las más ardientes súplicas. Se puede decir que este sea el oficio de las benditas almas del Purgatorio, rogar siempre, siempre rogar por nosotros; y nosotros, ¿no rogaremos también por ellas? No solamente los vínculos de la religión y de la caridad en que consiste la comunión de los santos, sino mucho más los sentimientos de gratitud y de reconocimiento impelen a aquellas almas a recompensar los sufragios de los hombres con una variada multiplicación de socorros. En el Purgatorio no hay tanta diversidad de afectos, ni tanta distracción de pensamientos, como en el mundo; uno sólo es allí el pensamiento, esto es, Dios; uno sólo el afecto hacia Dios; y cuanto concurre a este pensamiento y cuanto más prontamente satisface este afecto, atrae todos los sentimientos de aquellas fervorosísimas almas. Por lo cual, si los sufragios de los hombres les aceleran la posesión de Dios, se sienten de tal modo movidas de ternura para con sus bienhechores, que se olvidan casi de sí mismas por su bien y procuran obtener de todas maneras para ellos las más copiosas bendiciones del Cielo. ¡Oh verdaderamente dichoso el que pueda empeñar su gratitud a beneficio suyo!
Librarnos de las desgracias, aumentarnos los bienes, prolongarnos los días de la vida, estas son las principales bendiciones de la tierra que obtienen para nosotros las almas del Purgatorio. No podemos vernos exentos de todos los males, pero de muchos somos preservados, merced al auxilio divino y merced al favor de aquellas almas benditas. Nosotros les damos a ellas uno y nos devuelven ciento, unas veces visiblemente y otras sin que lo percibamos, ya en la prosperidad de las cosechas e intereses, ya en el beneficio de la concordia doméstica y de la pública reputación. He aquí por qué el hombre devoto del Purgatorio nadará en la abundancia y en la paz y gozará, dice David, de larga vida, y le conservará el Señor enteramente sano, y le vivificará en medio de la mortandad de los pueblos, y le hará dichoso no sólo en sí mismo, sino aun en su descendencia. Ved, pues, el verdadero medio de ser felices en la tierra haciendo copiosos sufragios por las almas del Purgatorio, por cuyo medio no dejaremos de alcanzar las gracias que principalmente necesitamos.
ORACIÓN
¡Oh de cuántas gracias necesitamos!, ¡oh Señor!, a todos se extiende nuestra necesidad porque nada tenemos de nosotros y la más grave miseria es que poco conocemos nuestro estado, poco o nada os pedimos, y esto mismo que pedimos no sabemos o no nos reducimos a quererlo como se debe. Mas he aquí que interponemos los más eficaces intercesores para con vuestra Divina Majestad, interponemos las almas santas del Purgatorio que tan empeñadas están por nosotros y os son tan aceptas. Desde lo profundo de su cárcel os representan nuestra indigencia e imploran de vos las gracias necesarias para remediarla. Por tanto, en consideración a ellas, usad con nosotros de vuestra generosa misericordia, que no dejaremos de recompensarles con abundante copia de sufragios que lleguen siempre al Purgatorio en su beneficio. Amén.
JACULATORIA
Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.
(x3)
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Padre nuestro… (se recita en silencio)
V. Libra, Señor, sus almas.
R. De las penas del infierno.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para ellos luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.