viernes, 28 de noviembre de 2025

1. POR QUÉ FUE INMACULADA MARÍA SANTÍSIMA. NOVENA A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, PATRONA DE ESPAÑA

DIA PRIMERO

Por qué fue Inmaculada María Santísima

 

NOVENA

A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,

PATRONA DE ESPAÑA

Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro

 

Por la señal de la santa cruz…

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA

A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.

Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.

Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.

 

Se lee y medita lo dispuesto para cada día. 

DIA PRIMERO

Por qué fue Inmaculada María Santísima

          Resolvió desde la eternidad el Eterno Padre que al nacer al mundo su Divino Hijo tuviese por madre a una mujer en lo posible digna de Él, si tal epíteto puede alguna vez aplicarse a criatura alguna en orden a su relación de este género con su Dios y Criador. Y ciertamente lo principal que pudo hacer para dar a tal Madre el grado conveniente de dignidad en orden a tal Hijo fue preservarla desde su origen de la infección general de la culpa de Adán, cuyos desastrosos efectos venía a combatir y a contrastar con los méritos de su Redención el Verbo, al tomar carne humana en sus entrañas. No pudo, ni debió consentir que morase un solo instante la culpa, en el trono que había de ocupar la gracia substancial, por medio del Autor de ella Cristo nuestro Señor. No pudo, ni debió tolerar que a la Madre del Redentor pudiese llamar, ni por un momento siquiera, cosa suya el infernal enemigo, poseyéndola él por esclava antes que como Esposa la poseyese el Espíritu Santo. Indigno de la divina Majestad hubiera parecido cederle tales primicias a su odioso rival, y no ganárselas en buena lid, como anticipada prenda de la completa victoria que sobre él debía alcanzar derramando en la cruz su Sangre preciosísima.

Potuit, decuit, fecit: esta sencilla gradación de términos bastó al grande Escoto para dejar triunfante, en ardorosa polémica teológica, sobre todos sus impugnadores esta pía creencia, cuando no pasaba aún de la categoría de tal. “¿Pudo (decía) conceder Dios a María este privilegio? Es indudable, ¿Fue decoroso para su honor de Hijo concedérselo a su Madre? Indudable también. Luego (concluía), hubo de concedérselo, y se lo concedió”. Y nadie alcanzó a responder palabra a esta sólida dialéctica, salida, más aún que de la mente, del corazón del fervoroso Franciscano.

Sírvanos igualmente a nosotros para confirmarnos en la fe de esta verdad suavísima, que hoy con honor y obligación de dogma profesa ya la universal Iglesia, y aliéntenos más y más a su devoción.

Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.

Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.

Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.

 

SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA

POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA

Y DEL MUNDO ENTERO

Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)

Virgen, Patrona del Papa, (*)

Virgen, Patrona de las Españas,

Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,

Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,

Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,

Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,

Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,

Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,

Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,

Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,

Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,

Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,

Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,

Por el cristiano acierto de los gobernantes,

Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,

Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,

Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,

Por los Centros catequéticos,

Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,

Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,

Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,

Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,

Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

 

ORACIÓN

¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.

 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.