DÍA 21
Gloria que se acrecienta al Cielo con los sufragios del Purgatorio
MES DE NOVIEMBRE
EN SUFRAGIO DE
LAS BENDITAS ALMAS
DEL PURGATORIO
Francisco Vitali
Por la señal…
ORACIÓN INICIAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Se lee lo propio de cada día.
DÍA 21
MEDITACIÓN
Gloria que se acrecienta al Cielo con los sufragios del Purgatorio
Si, al decir del evangelista San Lucas, se festejaba altamente en el Cielo la conversión de un alma pecadora que puede de nuevo extraviarse del camino de la salud, ¿cuál será la gloria de aquellos dichosos moradores al introducirse en aquella patria celestial sin peligro ya de perder una de aquellas afligidas almas, la cual no se podía unir a ellas sino por medio de una dilatada y rigorosísima expiación? Esto, responde David, acrecienta inmensamente la alegría y la gloria del Paraíso y toda aquella feliz Iglesia de santos exaltará las limosnas de la tierra que, con aumentar el número de los bienaventurados, aumenta también su felicidad y su gozo; una mirada, pues, al Cielo, ¡oh cristianos!, que se regocija y alegra con nuestros sufragios y después dejemos de hacerlos sí podemos. A cada hombre, desde su nacimiento, le ha sido destinado un ángel para su custodio y guía; en el curso de la vida, cada uno de los fieles se elige algunos santos para sus especiales protectores y abogados; y entre todos ellos se entabla una confianza tan íntima y un amor tan particular que cuanto más de vocación y obsequio profesa el hombre a aquellos ángeles y a estos santos, tanto más se empeñan en procurar su salvación. Imaginémonos, por tanto, ¿cuál será el gozo espiritual y el inefable transporte de los ángeles de guarda y de los santos protectores y abogados, cuando del profundo báratro del Purgatorio venga a unirse en su compañía sus devotos clientes tan deseados y protegidos por ellos para ser felices para siempre en el Cielo? Bendecirán eternamente las misericordias del Señor que se dignó secundar sus afanes y harán resonar las bóvedas de aquella eterna mansión con las alabanzas de aquellos fieles que, merced a los sufragios, pusieron el último complemento a la felicidad de sus protegidas. ¿Quién, pues, no querrá ser tan glorificado en el Paraíso? Pero, la que más que todos rebosará de placer en la glorificación de las almas del Purgatorio será aquella en quien están fijas las miradas del Universo, esto es, María Santísima, la cual, como venía escogida como Madre de todos los hombres y en especial como Madre y Reina de las almas que están en el Purgatorio, invitará a su Hijo, invitará a su Esposo, invitará a los coros de los ángeles y a los órdenes de los Santos a alegrarse y regocijarse con ella, viendo finalmente llegar a su felicísimo reino, a su materno seno, sus fieles vasallos y las amadas prendas de su dulce amor. ¡Dichosos nosotros si podemos proporcionar a María tanto placer! Hagamos la prueba y pongamos generosamente todos los esfuerzos posibles para poner término a tan noble empeño.
ORACIÓN
Al ver, ¡oh Señor!, cómo toda la corte celestial se regocija por la libertad de las almas del Purgatorio, nuestra devoción se despierta y enardece hacia ellas por aumentar siempre más la gloria del Paraíso. Pero ¿cuánto más se alegrarán los ángeles, los santos, María Santísima y las mismas almas sacadas de tan dura prisión, si pudiesen vernos en su compañía para alabaros y bendeciros eternamente? Sea pues, para su placer y el nuestro esta la merced de la piedad que usamos, sea ésta la corona con que os dignéis remunerar nuestra devoción, ¡oh Soberano Hacedor y glorificador de los ángeles y de los hombres!, porque obtenida esta merced, esta corona, habrá obtenido cuanto de más grande puede desearse sobre la tierra, cuanto más de feliz se puede obtener en el Cielo. Amén.
JACULATORIA
Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.
(x3)
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Padre nuestro… (se recita en silencio)
V. Libra, Señor, sus almas.
R. De las penas del infierno.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para ellos luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.