domingo, 9 de noviembre de 2025

10. RESIGNACIÓN DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO. MES A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

DÍA 10

Resignación de las almas del Purgatorio

 

MES DE NOVIEMBRE

EN SUFRAGIO DE

LAS BENDITAS ALMAS

DEL PURGATORIO

Francisco Vitali

 Por la señal…

ORACIÓN INICIAL

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

DÍA 10

MEDITACIÓN

Resignación de las almas del Purgatorio

Conocer que Dios es el último fin de la criatura racional y desgraciadamente no poderle amar, es la pena de daño que padece el réprobo en el Infierno. Amar a Dios libre y necesariamente y no poderlo gozar por demérito es la pena de daño propia del Purgatorio; y si el odio, que por carecer de la gracia tienen contra Dios los infelices condenados, forma una gran parte de sus penas, la vehemencia del amor con que las almas del Purgatorio, animadas de la gracia, suspiran por su Dios añade tanta intensidad a sus penas que casi las hace superiores a las del mismo Infierno. ¡Ah!, ciertamente que el amor no satisfecho es el más cruel tormento del corazón humano. Cuidemos, pues, ¡oh cristianos!, de arreglar un afecto tan vehemente. Por el grandísimo amor que las almas del Purgatorio tienen a Dios desean en todo instante unirse a él, mas no lo pueden conseguir hasta que no queden plenamente purificadas en las llamas; por lo cual, cuanto más suspiran por ver a Dios estimuladas por el amor, otro tanto desean no verle detenidas por sus deméritos. El amor, pues, al mismo tiempo las mueve y las detiene, las eleva y las abate, las enciende y las hiela, y con alternarse de continuo los afectos contrarios, hieren y despedazan de tal suerte su ánimo, que es mucho más cruel el fuego que las quema en lo interior, que el que las abraza por de fuera.

La paz del alma es la felicidad del hombre, y nosotros, ¿cómo amamos la paz y la procuramos con las obras? Atendido el perfecto amor a Dios, deben las almas, en este mundo, estar resignadas en sus penas, y la resignación endulza de tal modo su amargura que disgusta menos, y a veces se hace agradable lo que se padece. Pero en el Purgatorio no es así, porque por lo mismo que están aquellas almas más resignadas en la voluntad de Dios, son también más atormentadas, pues en virtud de su misma conformidad desean hacerse enteramente dignas de su amor y, conociendo que no lo son todavía, se deshacen por serlo lo más pronto posible a fuerza de sufrimientos. Por consiguiente, cuanto más padecen más desean padecer y no se sacian jamás de sus tormentos. ¿Qué especie de martirio es este tan inexplicable?, y nosotros, ¡oh cristianos!, ¿no buscaremos sino rosas y flores, divertimientos y placeres? Confundámonos, pues, y enmendémonos como es debido.

 

ORACIÓN

¡Oh cuánta confusión nos causa, ¡oh Señor!, nuestra conducta! Nosotros nos humillamos al considerar la admirable resignación de las almas del Purgatorio. ¡Ah!, por esta misma resignación dadles, ¡oh gran Dios!, la libertad. No merece ya penar quien está dispuesto a sufrir tormentos mayores. Es bien digno de vuestra gloria quien se abstendría de ella por más tiempo con tal de aún más merecerla. Aceptad, ¡oh Señor!, los generosos sentimientos de aquellas almas y sed generoso también vos con ellas, perdonando todas sus pasadas faltas y admitiéndolas en el goce de vuestra eterna felicidad. Amén. 

 

 

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.

(x3)

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

 

Padre nuestro… (se recita en silencio)

 

V. Libra, Señor, sus almas.

R. De las penas del infierno.

V. Descansen en paz.

R. Amén.

V. Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre  propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V. Dales, Señor, el descanso eterno.

R. Y brille para ellos luz perpetua.

V. Descansen en paz.

R. Amén.