2 de julio
Visitación de la Virgen María
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lucas
2, 39-45 Y en aquellos días, levantándose María, fue con prisa a la
montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
Y aconteció que cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura dio
saltos en el vientre. Y fue llena Isabel del Espíritu Santo. Y exclamó en alta
voz y dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
¿Y de dónde esto a mí, que la Madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí
luego que llegó la voz de la salutación a mis oídos, la criatura dio saltos de
gozo en mi vientre. Y bienaventurada la que creíste, porque cumplido será lo
que fue dicho de parte del Señor". (vv. 39-45)
San Ambrosio
Habiendo el
ángel anunciado cosas ocultas para confirmar la fe con su ejemplo, anunció a la
Virgen la concepción de una mujer estéril. Cuando María oyó esto, no como
incrédula del oráculo, ni como incierta del mensajero, ni como dudando del
ejemplo, sino como alegre del voto, religiosa por su oficio y transportada de
gozo, se dirigió hacia las montañas. De donde sigue: "Levantándose María
en aquellos días, se fue a las montañas". Llena ya de Dios ¿dónde había de
ir con presteza sino hacia las alturas?
Orígenes
Jesús, que
estaba en su seno, se apresuraba para santificar a Juan, encerrado aún en el
vientre de su madre. Por lo que sigue: "Con premura", etc.
San Ambrosio
La gracia
del Espíritu Santo no conoce dilaciones. Aprended, oh vírgenes, a no deteneros
en las plazas, a no mezclaros en público en conversaciones.
Teofilacto
Por esto se
fue a las montañas, porque Zacarías habitaba en las montañas. De donde sigue:
"En una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías".
San Ambrosio
Aprended,
santas mujeres, los cuidados que debéis prestar a vuestras parientas
embarazadas. María, pues, que antes estaba sola en el mayor recogimiento, no
fue detenida lejos del público por su pudor. La aspereza de las montañas no
arredró su celo, ni lo largo del camino retardó sus servicios. Aprended
también, vírgenes, de la humildad de María. Viene la cercana a la próxima, la
más joven a la más anciana. Y no sólo viene, sino que también saludó la
primera, por lo que sigue: "Y saludó a Isabel". Conviene, pues, que
cuanto más casta sea una virgen, más humilde sea y deferente para los
superiores en edad. Debe ser maestra en humildad la que profesa la castidad.
Hay también una causa de piedad, porque el superior viene al inferior para
asistirlo. María viene a Isabel, Cristo a Juan.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mathaeum, 4
O de otro
modo, la Virgen ocultaba en el fondo de su corazón lo que se le había dicho y
no lo descubrió a nadie, porque no creía que prestasen asentimiento a relatos
admirables. Antes al contrario, creía que si hablaba recibiría ultrajes como si
ocultase un crimen propio.
Griego
Por esto va
a refugiarse -o mejor dicho recurre- sólo a Isabel. Así estaba acostumbrada,
tanto por el parentesco y por conformidad de sus costumbres.
San Ambrosio
Pronto se
declaran los beneficios de la venida de María y la presencia del Señor, pues
sigue: "Y cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura dio
saltos". Advierte en esto la diferencia y la conformidad de una y otras
palabras. Isabel oyó la voz primero y San Juan recibió primero la gracia. Ella
oyó según el orden de la naturaleza y éste saltó de gozo por razón del
misterio. Aquélla sintió la venida de María, éste la venida del Señor.
Griego
El profeta
ve y oye mejor que su madre y saluda al Príncipe de los profetas. Mas no
pudiendo con palabras, lo saluda en el vientre -lo cual constituye la cúspide
de la alegría-. ¿Quién ha tenido noticias alguna vez de que alguien haya
saltado de gozo antes de nacer? La gracia insinuó cosas que eran desconocidas a
la naturaleza. El soldado, encerrado en el vientre, conoció al Señor y al Rey
que había de nacer, sin que el velo del vientre obstaculizase la mística
visión. Por tanto, vio, no con los ojos de la carne sino con los del espíritu.
Orígenes
No había
sido lleno del Espíritu Santo hasta que la que llevaba a Jesucristo en su
vientre se presentó delante de él. Entonces fue cuando -lleno del Espíritu
Santo- saltaba de gozo dentro de su madre. Y prosigue: "Y fue llena Isabel
del Espíritu Santo". No hay que dudar, pues, que la que entonces fue llena
del Espíritu Santo, lo fue por su hijo.
San Ambrosio
Aquella que
se había ocultado, porque había concebido un hijo, empezó a manifestarse porque
llevaba en su vientre un profeta. Y la que antes se avergonzaba, ahora bendice.
Por tanto, prosigue: "Y exclamó en alta voz, y dijo: Bendita tú entre las
mujeres". Exclamó en alta voz cuando advirtió la venida del Salvador,
porque creyó que su parto debía ser misterioso.
Orígenes
Dice, pues:
"Bendita tú entre las mujeres". Ninguna fue jamás tan colmada de
gracia, ni podía serlo, porque sólo ella es Madre de un fruto divino.
Beda
Fue
bendecida por Isabel del mismo modo que lo había sido por el arcángel, para que
se mostrase digna de la veneración a los ángeles y a los hombres.
Teofilacto
Pero como
había habido otras mujeres santas que habían engendrado hijos manchados por el
pecado, añade: "Y bendito el fruto de tu vientre". O de otro modo,
había dicho: "Bendita tú entre las mujeres". Y como si alguien le
preguntase el porqué, añadió la causa: "Y bendito el fruto de tu
vientre,...". Así como se dice en el Salmo 117 ( Sal 117,26-27):
"Bendito el Señor Dios, que viene en nombre del Señor, y nos
iluminó". Acostumbraba la Sagrada Escritura tomar la palabra y en el
sentido y lugar de la palabra porque.
Orígenes
Llamó al
Señor fruto del vientre de la Madre de Dios porque no procedió de varón, sino
sólo de María, pues los que tomaron la sustancia de sus padres, fruto son de
ellos.
Griego
Sólo este
fruto es bendito, porque se produce sin varón y sin pecado.
Beda
Este es el
fruto que se prometió a David: "Pondré sobre tu trono un fruto de tu
vientre" ( Sal 131,11).
Severo de Antioquía
De este pasaje -en el cual se afirma que Cristo es fruto del vientre- surge una refutación de Eutiques. En efecto, todo fruto es de la misma naturaleza que la planta de donde procede. De donde se deduce que la Virgen es de la misma naturaleza que el segundo Adán, que quita los pecados del mundo. Y aun aquellos que dicen que es fantástica apariencia la carne de Cristo, quedan confundidos con el verdadero parto de la Madre de Dios; porque el mismo fruto nace de la misma sustancia del árbol. ¿Dónde están también aquellos que dicen que Jesucristo ha pasado por la Virgen como por un acueducto? Noten en las palabras de Isabel, a quien llenó el Espíritu Santo, que Jesucristo fue fruto del vientre.
Prosigue:
"¿Y de dónde esto a mí, que la Madre de mi Señor venga a mí?"
San Ambrosio
No dice esto
como ignorando pues sabe que por gracia y operación del Espíritu Santo, la
Madre del Señor saluda a la madre del profeta para provecho de su hijo. Y para
que conste que esto no sucede en virtud de mérito humano, sino del don de la
gracia divina, dice así: "¿De dónde esto a mí?", esto es: ¿Con qué
jactancia, en virtud de qué acciones, por cuáles méritos?
Orígenes
Diciendo
esto está conforme con su hijo; porque también San Juan se considera indigno de
la venida de Jesucristo a él. Llama Madre del Señor a la que todavía es Virgen,
vaticinando así la realización de lo que se le había anunciado. La provisión de
Dios -o sea su providencia- había llevado a María a casa de Isabel para que el
testimonio de San Juan llegase desde el vientre al Señor. Y desde aquel momento
el Señor constituyó a San Juan en profeta suyo. Por lo cual sigue: "Porque
he aquí, luego que llegó la voz de tu salutación a mis oídos".
San Agustín, epistola, 57
Para decir
esto, como antes declara el evangelista, fue llena del Espíritu Santo, el cual
sin duda se lo reveló, y por ello conoció lo que significaba aquel salto del
niño; esto es, que había venido la Madre de Aquel de quien él era precursor y
el futuro manifestador. La significación de un asunto de tanta importancia pudo
ser conocido por personas mayores, no por un niño. Pues no dijo: "Saltó de
fe el niño en mi vientre", sino "Saltó de gozo". Pues vemos que
el salto no sólo es propio de los niños, sino también de los corderos, cuyos
saltos no proceden de alguna fe, ni de la religión, ni de ningún otro
conocimiento racional. Pero este saltar es nuevo e inusitado, porque tiene
lugar en el vientre, y a la venida de Aquella que había de dar a luz al
Salvador de todos. Por tanto, este saltar y -por decirlo así- este saludo dado
a la Madre del Señor -como suelen hacerse los milagros-, se hizo divinamente en
el niño y no naturalmente por el niño. Aun cuando el uso de la razón y de la
voluntad hubiera sido tan precoz en el niño, que desde el seno de su madre
hubiese podido conocer, creer y sentir, también esto debe considerarse como
obra del divino poder y uno de sus milagros, pero nunca como obra de la
naturaleza humana.
Orígenes
Había venido
la Madre del Señor a visitar a Santa Isabel para ver la concepción milagrosa
que el ángel le había anunciado, para que de ello se siguiese la credulidad
respecto del fruto más excelente que habría de nacer de la Virgen. Y
refiriéndose a esta fe, habla Santa Isabel, diciendo: "Y bienaventurada la
que creíste, porque cumplido será lo que te fue dicho de parte del Señor".
San Ambrosio
Ved que
María no dudó sino que creyó, por lo cual consiguió el fruto de la fe.
Beda
Y no debe
llamar la atención que el Señor -que había de redimir al mundo- empezase su
obra por su propia Madre, a fin de que aquella, por la que se preparaba la
salvación a todos, recibiese en prenda -la primera- el fruto de salvación.
San Ambrosio
Pero también
vosotros sois bienaventurados, porque habéis oído y creído. Cualquier alma que
cree, concibe y engendra al Verbo de Dios y conoce sus obras.
Beda
Todo el que
concibe al Verbo de Dios en su inteligencia, sube al punto por la senda del
amor a la más alta cumbre de las virtudes, puesto que puede penetrar en la
ciudad de Judá -esto es, en el alcázar de la confesión y de la alabanza- y hasta
permanecer en la perfección de la fe, de la esperanza y de la caridad
"como tres meses" en ella.
San Gregorio Magno, super. Ezech., 1,8
Fue ilustrada por el espíritu de profecía acerca de lo pasado, lo presente y lo futuro, que conoció que aquélla había creído en las promesas del ángel. Y llamándola Madre, comprendió que llevaba en su vientre al Redentor del género humano. Y prediciendo las cosas que habían de suceder, vio también lo que se seguiría en lo futuro.
46 Y dijo María:
"Mi alma engrandece al Señor". (v. 46)
San Ambrosio
Así como el
pecado empezó por las mujeres, así también las cosas buenas deben empezarse por
las mujeres; así, no parece ocioso que Isabel vaticine antes que Juan, y María
antes del nacimiento del Señor. Además, siendo María más excelsa, su profecía
es más plena.
San Basilio, in Psalmo, 33
La Santísima
Virgen, considerando la inmensidad del misterio, con intención sublime, y con
un fin muy alto y como avanzando en sus profundidades, engrandece al Señor. Por
esto prosigue: "Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor".
Griego
Como si
dijese: Las maravillas que Dios pronunció, las cumplirá en mi cuerpo; pero mi
alma no será infructuosa delante de Dios. Yo debo aportar el fruto de mi
voluntad, porque cuanto mayor es el milagro con que soy honrada, tanto mayor es
la obligación que tengo de honrar a Aquel que en mí obra cosas tan admirables.
Orígenes
Si Dios no puede recibir ni aumento ni detrimento ¿cómo es que dice María: "Mi alma engrandece al Señor"? Mas si considero que el Señor Salvador es imagen del Dios invisible, y que el alma fue hecha a su imagen, para que sea imagen de la imagen, entonces será como a imitación de aquellos que suelen pintar imágenes; cuando engrandeciere mi alma con el pensamiento, palabras y obras, la imagen de Dios se hace grande y el mismo Señor -cuya imagen está en mi alma- se engrandece.
47 "Y mi espíritu
se regocijó en Dios mi Salvador". (v. 47)
San Basilio, in Psalmo. 33
Los primeros
frutos del Espíritu Santo son la paz y la alegría. Y como la Santísima Virgen
había reunido en sí toda la gracia del Espíritu Santo, con razón añade: "Y
mi espíritu se regocijó". En el mismo sentido dice alma y espíritu. La
palabra exaltación -de tanto uso en las Sagradas Escrituras- insinúa cierto
hábito o estado del alma -alegre y feliz- en aquellos que son dignos de él. Por
eso la Virgen se regocija en el Señor con inefable latir del corazón y
transporte de gozo en la agitación de un afecto honesto. Sigue: "En Dios
mi Salvador".
Beda
Porque el
espíritu de la Virgen se alegra de la divinidad eterna del mismo Jesús -esto
es, del Salvador-, cuya carne es engendrada por una concepción temporal.
San Ambrosio
El alma de
María en verdad que engrandece al Señor, y su espíritu se regocija en Dios;
porque consagrada en alma, espíritu y cuerpo al Padre y al Hijo, venera con
piadoso afecto a un solo Dios, de quien son todas las cosas. Que el alma de
María esté en todas las cosas para engrandecer al Señor; que el espíritu de
María esté en todas las cosas para regocijarse en el Señor. Si según la carne
una sola es la Madre de Cristo, según la fe el fruto de todos es Cristo. Porque
toda alma concibe el Verbo de Dios, si, inmaculada y exenta de vicios, guarda
su castidad con pudor inviolable.
Teofilacto
Engrandece
al Señor aquel que sigue dignamente a Jesucristo, y mientras se llama
cristiano, no ofende la dignidad de Cristo, sino que practica obras grandes y
celestiales; entonces, se regocijará el espíritu -esto es, el crisma
espiritual-, o lo que es lo mismo, adelantará y no será mortificado.
San Basilio, in Psalmo, 33
Si cuando la
luz penetrare en tu corazón percibieres -por aquella oscura y breve imagen- la
constancia de los justos en amar a Dios y en despreciar las cosas corporales,
sin dificultad alguna conseguirías gozo en el Señor.
Orígenes
Primero el alma engrandece al Señor, para después alegrarse en Dios. Pues si antes no creemos, no podemos alegrarnos.