24 de julio
LO SALVÓ EN EL MAR DE MÉJICO
“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.
MES DE JULIO EN HONOR
A LA VIRGEN DEL CARMEN
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en este ejercicio consagrado a vuestra devoción, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo:
3 Avemarías
A continuación se lee el relato tomado de la obra “Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.
24 de julio
LO SALVÓ EN EL MAR DE MÉJICO
“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.
Navegando con un grupo de amigos, Don Tristán de Arellano, pariente próximo del Virrey, por los años de 1610, en Méjico de la Nueva España, les sobrecogió de repente un recio huracán, que volcó la embarcación, cogiendo a todos bajo ella, por lo cual perecieron ahogados todos los tripulantes quedando con vida únicamente Don Tristán de Arellano.
Él, al ver cómo se hundía, acudió al punto, con gran fe, a nuestra Madre Santísima del Carmen, cuyo Escapulario vestía con gran devoción desde muy niño y por cuyo medio esperaba ser socorrido y salvado por nuestra Señora.
Y, en efecto, manifestó haber estado bajo el agua más de media hora, en la cual, lleno de aflicción y congoja estrechaba contra su corazón el bendito Escapulario de María, haciendo innumerables promesas a la Santísima Virgen si le sacaba con bien de tan terrible trance.
Por fin, tras larga espera de luchar con el viento y el agua, que a él se le antojaran siglos, acudiendo varias canoas en su auxilio, logró al fin su deseada salvación, hallando, con gran estupor suyo y de sus salvadores, que, aunque todos sus vestidos estaban empapados, el Santo Escapulario permanecía seco.
Tan pronto como logró hallarse en tierra, voló al convento de los Carmelitas y, postrado ante el altar de la Virgen, hizo promesa de abandonar el mundo y consagrarse a la Santísima Virgen como hermano de obediencia para rendirle toda su vida perennes acciones de gracias a la Madre dulcísima que le librara de una muerte temporal y eterna mediante su milagroso y bendito Escapulario.
Oración final para todos los días
Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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Querido hermano comparte esta devoción con tus familiares y amigos para que muchos conozcan y amen a la Virgen.
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Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.