lunes, 8 de agosto de 2022

8 de agosto. San Juan María Vianney, confesor

 

8 de agosto. San Juan María Vianney, confesor

Juan María Vianney nació en Dardilly, diócesis de Lión, de familia de píos campesinos; dio desde su niñez indicios de santidad. A los ocho años, mientras guardaba las ovejas, acostumbraba a enseñar el rezo del rosario, de palabra y ejemplo, a los otros niños arrodillados ante una imagen de la Madre de Dios, o suplicaba a su hermana o a otro que le guardaran el rebaño para poder entregarse en un lugar solitario a la oración ante una imagen de la Virgen. Por amor a los pobres ponía sus delicias en conducirlos por grupos a su casa paterna socorriéndoles en toda forma. Para ser instruido, fue confiado al párroco de Ecully; pero encontró en el estudio muchas dificultades. Con el ayuno y la oración imploró el auxilio divino para obtener las disposiciones para aprender, y se dirigió al sepulcro de San Francisco de Regis. Tras cursar con gran dificultad la Teología, fue estimado idóneo para ordenarle sacerdote.

Nombrado vicario de la aldea de Ecully, y bajo la dirección del párroco, se esforzó en adquirir la mayor perfección en su oficio pastoral. Tres años después, se le destinó al pueblo de Ars, que al poco tiempo fue agregado a la diócesis de Belley; y allí, como un ángel venido del cielo, logró cambiar la faz de la parroquia, convirtiendo el descuido y abandono en que la encontró en florecimiento espiritual. Dedicaba muchas horas cada día a la confesión y a la dirección de conciencias; estableció la recepción frecuente de la Eucaristía, fundó pías asociaciones, e impulsó en las almas la devoción a la Inmaculada Virgen. Convencido de que es deber del pastor expiar las faltas de su rebaño, no ahorraba las oraciones, vigilias, maceraciones y ayunos. No pudiendo Satán sufrir tanta virtud, intentó al principio molestarle con diversas vejaciones, y le declaró después la guerra abierta; pero Juan María sufrió pacientemente las más atroces aflicciones.

Invitado con frecuencia por los párrocos vecinos para trabajar en la salvación de las almas a manera de misionero, ya por la predicación, ya por las confesiones, lo hallaban siempre dispuesto para ayudar a todos. Inflamado en el celo de la gloria de Dios, consiguió establecer misiones, con los actos piadosos que con ocasión de ellas se celebran, en más de cien parroquias, asegurándolas con fundaciones. Entretanto, Dios esclarecía a su servidor con carismas sobrenaturales y con el don de obrar milagros, y ello fue el origen de la célebre peregrinación que durante veinte años llevaba a Ars anualmente unas cien mil personas de toda edad y condición, no sólo de Francia y de todo Europa, sino de las más lejanas regiones de América. Consumido por los trabajos más que por la edad, se durmió en el ósculo del Señor, después de anunciar el día de su muerte, el cuatro de agosto de 1859, a la edad de 73 años. Glorificado por muchos milagros, Pío X le proclamó beato y Pío XI, Santo, con ocasión del año jubilar de 1925, y extendió su fiesta a toda la Iglesia.

Oremos.

Omnipotente y misericordioso Dios, que hiciste admirable al bienaventurado Juan María por su celo pastoral y por el constante ardor en la oración y penitencia, te rogamos nos concedas que, con su ejemplo e intercesión, podamos ganar para Cristo las almas de nuestros hermanos y con ellos conseguir la gloria eterna. Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.

 

Conmemoración de los santos Ciriaco, Largo et Esmaragdo, mártires.

Estando el diácono Ciriaco encerrado desde hacía mucho en la cárcel junto con Sisinio, Largo y Esmaragdo, obró muchos milagros, entre los cuales sobresale la curación, por sus preces, de Artemia, hija de Diocleciano, a la que liberó del demonio. Enviado a Sapor, rey de Persia, liberó a su hija Jobias del maligno espíritu, y bautizó a su padre y a 430 catecúmenos; volvió a Roma donde fue detenido por orden del emperador Maximiano y obligado a marchar delante de su carroza. Sacado de la cárcel a los cuatro días, fue rociado con pez y extendido sobre el lecho de tortura. Por último, fue matado de un hachazo, como también Largo, Esmaragdo y otros 20 compañeros, en la vía Salaría, junto a los jardines de Salustio. Sus cuerpos fueron sepultados en la misma vía el día 17º de las calendas de abril, por el presbítero Juan, y después envueltos en telas de lino y embalsamados con ungüentos preciosos el día 6º de los idus de agosto, por el papa Marcelo y la noble Lucina. Se trasladó luego a una propiedad que ésta poseía en la vía de Ostia a siete millas de la ciudad de Roma.

 

Oremos.

Oh Dios, que nos alegras con la anual solemnidad de tus santos Mártires Ciriaco, Largo y Esmaragdo, concédenos propicio que imitemos también la fortaleza que demostraron en el martirio aquellos cuyo nacimiento a la vida eterna celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.