miércoles, 31 de agosto de 2022

DÍA 1. LA HUMILIDAD ES EL CIMIENTO DE LA SANTIDAD

DÍA 1.

LA HUMILIDAD ES EL CIMIENTO

DE LA SANTIDAD

 

MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD

 

Para comenzar cada día:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, digamos la siguiente oración compuesta por santa Teresita del Niño Jesús:

 

ORACIÓN PIDIENDO LA HUMILDAD.

Santa Teresita del Niño Jesús

Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, Tú nos dijiste: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y vuestra alma encontrará descanso”. Mi alma encuentra en Ti su descanso al ver cómo te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces, me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: “Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón, manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia.

Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de los demás. Yo sé bien, Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el reino de los cielos.

Pero tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!

 

DÍA 1.

LA HUMILIDAD ES EL CIMIENTO

DE LA SANTIDAD

De la Práctica de la humildad, de S.S. el Papa León XIII

 

El fundamento de la perfección cristiana, según opinión unánime de los santos Padres, es la humildad. Para hacerse grande, dice San Agustín, es necesario empezar por hacerse pequeño. ¿Deseáis levantar el edificio de la virtud cristiana? Pues tened presente que su altura es inmensa, y, por tanto, procurad poner muy sólidos cimientos de humildad, porque quien desea alzar un edificio, empieza por cavar los cimientos proporcionados a la mole y elevación que quiere darle (Ser. X, de Ver. Dom.).

Este opúsculo os enseña a practicar la humildad; esto es, a echar los cimientos de la perfección cristiana. Ved, pues, cuánto os importa estar obligados a observar de un modo particular el mandamiento de Jesucristo de ser perfectos como el Padre celestial. Por lo cual estamos seguros de haceros un don que ha de gustaros sobremanera; porque no sólo es prenda nueva del amor que os profesamos, sino también medio eficacísimo para salvar vuestra alma, cuya salvación es el negocio más importante en que podéis ocuparos.

Y, así también, en promover más adelante la santidad de los demás, extendiendo el Reino de Jesucristo con aquellos mismos medios que Él empleó en su vida mortal, habiendo sido la humildad de corazón su carácter distintivo. Con ella lograréis vencer la soberbia del mundo y plantar en todos los corazones la mortificación y la humildad de la cruz. Y, ya que Jesucristo a la doctrina hacía preceder las obras, si vosotros, siguiendo su ejemplo, formados en la práctica de la humildad, de esa interior e inexhausta fuente de todas las virtudes, brotarán palabras de confortación, aliento y celo que confirmarán al justo en la santidad y llamarán al extraviado del camino del vicio y perdición al de la virtud y santidad.

 

 

Para finalizar cada día

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos de Dios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.