13 de agosto. Conmemoración de los Santos Hipólito y Casiano, Mártires
Hipólito, bautizado por San Lorenzo, fue detenido en su casa cuando recibía la Sagrada Comunión. Conducido ante el emperador Valeriano, e interrogado acerca de la religión que profesaba, se declaró cristiano, por lo cual fue azotado. Habiendo servido este suplicio sólo para evidenciar la constancia de su fe, le tentaron con presentes y promesas de honores. Pero siendo todo inútil, le entregaron al prefecto de la ciudad para darle la muerte. Al ir éste a casa de Hipólito para confiscar sus bienes, descubrió que todos sus moradores eran cristianos. En vano intentó que apostataran, por lo que mandó azotar con correas guarnecidas de plomos a Concordia, nodriza de Hipólito, que alentaba a los demás. A éstos, se les dio muerte fuera de la puerta Tiburtina. Hipólito, fue arrastrado por caballos por lugares cubiertos de espinas y abrojos, y así, con el cuerpo despedazado, entregó su alma a Dios. El Presbítero Justino enterró los restos del Mártir, y los de sus servidores, en el Agro Verano. El mismo día, en Imola, Casiano sufrió un terrible suplicio: le entregaron, con las manos atadas a la espalda, a los niños que tenía por discípulos, para que le pincharan y despedazaran con sus estilos de hierro. Su corona de mártir es tanto más brillante cuanto más prolongado y doloroso resultó su martirio, dada la debilidad de sus pequeños verdugos.
Oremos.
Te rogamos, oh Dios omnipotente, que la fiesta anual de tus bienaventurados Mártires, Hipólito y Casiano, aumente nuestra devoción y asegure también nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.
