miércoles, 31 de agosto de 2022

31 de agosto. San Ramón Nonato, confesor

 


31 de agosto. San Ramón Nonato, confesor

 

A Ramón se le ha llamado Nonato, por un hecho no ordinario en la naturaleza, ya que habiendo muerto antes del parto su madre, hubo que abrirle el seno para sacar a luz al niño. Hijo de una piadosa familia, vino al mundo en Portell, Cataluña. Dio desde su infancia muestras de su futura santidad; pues alejado de las diversiones de su edad y despreciando los halagos del mundo, se entregaba a la piedad, admirando el ver en aquel niño la virtud de la madurez. Más tarde se dedicó a estudiar; mas luego, por orden de su padre, se retiró al campo, donde visitaba la capilla de San Nicolás, sita cerca de Portell, para venerar una imagen de la Virgen, por la cual los fieles sienten aún gran veneración. Allí, en la plegaria, pedía a la Madre de Dios le adoptara por hijo, y le enseñara el camino de la salvación y la ciencia de los Santos.

Escuchó la Virgen su oración, y le dio a comprender cuán agradable sería para Ella verle entrar en la Orden de la Merced o de la redención de los cautivos, recién fundada por inspiración suya. Entonces se dirigió a Barcelona e ingresó en dicho instituto, dedicado a tan excelente obra de caridad para con el prójimo. Alistado en esta santa milicia, conservó siempre la castidad, que había ofrecido con voto a María. Se distinguió también en otras virtudes, en especial la de la caridad hacia los cristianos que, caídos en poder de los infieles, vivían miserablemente en el cautiverio. Enviado a África para rescatar a aquellos desventurados, libró a muchos, permaneciendo en rehenes para no ver a los que allí quedaban por falta de rescate, expuestos al peligro de apostatar. Pero como con su celo por la salvación de las almas, consiguiera con sus predicaciones convertir a Cristo a cierto número de musulmanes, los bárbaros le arrojaron a un calabozo, sometiéndole a diversos suplicios; tuvo que sufrir el martirio de verse con los labios perforados y cerrados con un candado de hierro.

La fama de santidad que le dieron estas gestas, junto a otras acciones valerosas, movió a Gregorio IX a ofrecerle un lugar en el Colegio de Cardenales de la santa Iglesia romana; pero Ramón, conservando su horror a la pompa, no dejó de practicar la humildad religiosa como cardenal. Cuando se dirigía a Roma, llegando a Cardona, cayó gravemente enfermo, y pidió los santos sacramentos de la Iglesia. Pero como se agravaba y el sacerdote tardaba, Ramón recibió el viático de manos de los ángeles, que se aparecieron bajo el aspecto de religiosos de su Orden. Después de recibirlo y de haber dado gracias, voló al Señor, el último domingo de agosto del año 1240. Surgió una discusión sobre el lugar de su sepultura, así pues, su ataúd fue colocado sobre un mulo ciego, el cual, no sin permiso de Dios, lo transportó a la capilla de San Nicolás para que fuera sepultado en el lugar donde puso los fundamentos de su vida tan santa. Allí se construyó un convento de su Orden, al cual afluyen los fieles de todas partes de Cataluña, para cumplir sus votos, tributando honor al Santo, cuya gloria se ha manifestado con diversos milagros y hechos prodigiosos.

 

Oremos.

Oh Dios, que dotaste al bienaventurado Ramón, tu confesor, de un celo admirable para librar a los fieles del cautiverio de los impíos: concédenos por su intercesión que, libres de los vínculos de nuestros pecados, practiquemos con libertad de espíritu las cosas que te son agradables. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.