domingo, 7 de agosto de 2022

7 de agosto. San Cayetano, confesor

7 de agosto. San Cayetano, confesor

Cayetano nació en Vicenza de la noble familia de Thienna, siendo ofrecido por su madre a la Virgen María. La inocencia que brilló en él desde su infancia le granjeó el renombre de santo. En Padua obtuvo el título de doctor en ambos derechos; después marchó a Roma donde Julio II le adscribió entre los Prelados; pero después de recibir el sacerdocio, el fuego del amor de Dios le impelió a dejar la corte y a consagrarse por entero al servicio divino. Fundó a expensas suyas algunos hospitales, sirviendo en persona aun a los atacados de la peste; y por su celo incansable en la salvación de las almas mereció el sobrenombre de Cazador de almas.

Para restaurar la relajada disciplina eclesiástica según el modelo de la vida apostólica, instituyó la Orden de los clérigos regulares que abandonando toda solicitud terrena, se obligasen a no poseer renta alguna y a no pedir a los fieles lo que necesitaban, contentándose con las limosnas ofrecidas espontáneamente. Con la aprobación de Clemente VII y ante el altar mayor de la basílica Vaticana, emitió sus votos solemnes junto con Juan Pedro Caraffa, obispo de Chieti, el cual después fue elegido papa con el nombre de Paulo IV, y con otros dos varones de piedad no común. En el saqueo de Roma fue maltratado por los soldados para obligarle a entregarles el dinero que había ya colocado en las arcas celestiales por manos de los pobres. Por ello sufrió golpes, torturas y la prisión con paciencia. Perseveró en la regla de vida que había abrazado, confiando en la providencia divina que nunca le abandonó, como lo testificaron algunos milagros.

Se esforzó en promover el amor del culto divino, el celo por el esplendor de la casa de Dios, la observancia de los sagrados ritos y una mayor frecuencia de la sagrada Comunión. Más de una vez pulverizó los errores y las simulaciones de los herejes. Se entregaba a la oración con tal ardor, que con frecuencia, estaba unas ocho horas, acompañada de lágrimas. Muchas veces se le vio en éxtasis, y brilló por su don de profecía. En Roma, en la noche de Navidad, recibió en sus brazos al Niño Jesús de manos de la Virgen Madre. Algunas veces castigaba su cuerpo con disciplinas durante toda la noche. Nunca se logró que mitigase la austeridad, que llegaba hasta el punto de desear morir tendido sobre la ceniza y revestido de un cilicio. La pena que le causaron las ofensas contra Dios en que incurrió la plebe amotinada, le ocasionó una enfermedad, de la cual murió en Nápoles, confortado con una celestial visión, siendo muy venerado su cuerpo en la iglesia de S. Pablo de esta ciudad. Ilustre por los muchas milagros que obró en vida y después de la muerte, el Sumo Pontífice Clemente X le inscribió en el número de los Santos.

 

Oremos.

Oh Dios, que concediste al bienaventurado Cayetano, tu Confesor, imitar la vida apostólica: otórganos por su intercesión y ejemplo, que confiemos siempre en ti, y deseemos tan sólo las cosas celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.

 

COMPENDIO DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA. San Cayetano de Thiene

MIRAD, OH SEÑOR Y PADRE SANTO. Oración de San Cayetano de Thiene

MISTERIOS GOZOSOS DEL ROSARIO DE HOY CON SAN CAYETANO DE THIENE

MISTERIOS DOLOROSOS DEL ROSARIO DE HOY CON SAN CAYETANO DE THIENE

MISTERIOS GLORIOSOS DEL ROSARIO DE HOY CON SAN CAYETANO DE THIENE


Conmemoración de S. Donato, Mártir

Donato, después del martirio de sus padres por la fe de Jesucristo, se retiró fugitivo, con un monje llamado Hilarino, a Arezzo, en Toscana, y llegó a ser Obispo de esta ciudad. Cuando, en la persecución suscitada por Juliano, el prefecto Cuadraciano les mandó adorar a los ídolos, se negaron ambos a tal abominación. Entonces, por orden y en presencia de Cuadraciano, Hilarino fue apaleado hasta la muerte. Donato fue atormentado cruelmente, y decapitado. Los cristianos dieron honorífica sepultura a su cadáver en la misma ciudad.

 

Oremos.

¡Oh Dios, gloria de tus sacerdotes!; al celebrar la fiesta de San Donato, obispo y mártir, concédenos el beneficio de su ayuda. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.