16 de agosto
SAN JOAQUÍN, PADRE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Comentario al Evangelio de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino
MATEO 1, 01
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (v. 1)
San Jerónimo, Prologus in commentario in Matthaeum
San Mateo, representado bajo la
figura de un hombre 1, empezó a escribir de Jesucristo en cuanto hombre
diciendo: "Libro de la generación, etc.".
Rábano
Con este principio manifiesta que se
propuso narrar la generación de Cristo según la carne.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Escribió el Evangelio para los
judíos, para quienes hubiera estado de más exponer la naturaleza de la
divinidad que ya conocían, pero les era necesario que se les manifestase el
misterio de la encarnación. Juan escribió el Evangelio para los gentiles que no
sabían si Dios tenía un Hijo y fue por ello preciso primero enseñarles que hay
un Hijo de Dios, que es Dios, y luego que este Hijo de Dios tomó carne.
Rábano
Aunque la generación ocupa una
pequeña parte del libro, dijo sin embargo: "Libro de la generación".
Es costumbre de los hebreos poner como título de sus libros la palabra con que
empiezan, así como el Génesis.
La glosa ordinaria
Hubiera sido más claro el sentido
diciendo: éste es el libro de la generación, pero es costumbre en muchos sobreentender
el demostrativo, como cuando leemos: "Visión de Isaías", es decir:
"Esta es la visión de Isaías". Se dice generación en singular, aunque
se enumeran sucesivamente muchas generaciones, porque todas ellas se incluyen
aquí por causa de la generación de Cristo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,3
Llama a este libro el libro de la
generación, porque toda la economía de la gracia y la raíz de todos los bienes
está en que Dios se ha hecho hombre; una vez verificado esto, lo demás se sigue
como consecuencia racional.
Remigio
Dice: "Libro de la generación
de Jesucristo", porque sabía que antes se había escrito: "Libro de la
generación de Adán", y empezó así para contraponer libro a libro, el Nuevo
Adán al Adán viejo, ya que fue reparado por el Nuevo todo cuanto el viejo había
destruido.
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
Leemos en Isaías: Su generación,
¿quién la contará? ( Is 53,8). No concluyamos de aquí que el evangelista
contradice al profeta porque éste dice que es imposible expresar lo que aquél
después empieza a narrar, toda vez que allí se habla de la generación de la
divinidad y aquí de la encarnación.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,2
No pienses que oyes cosa de poca
importancia al oír hablar de esta generación, porque es en gran manera inefable
que Dios se haya dignado nacer de una mujer y tener por progenitores a David y
a Abraham.
Remigio
Mas si alguno dijere que el profeta
aludió a la generación de la humanidad, no debe responderse a la pregunta del
profeta que ninguno, sino que muy pocos, porque realmente han hablado San Mateo
y San Lucas.
Rábano
Cuando dice de Jesucristo, expresa
su dignidad real y sacerdotal. Pues el soberano Josué 2, que en figura llevó primero este título, fue el
primero que obtuvo la jefatura del pueblo de Israel después de Moisés, y Aarón,
consagrado por la unción mística, fue el primer sacerdote de la Ley.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 45
Lo que por el don sagrado concedía
Dios a los que eran ungidos para ser reyes y sacerdotes, lo ha realizado el
Espíritu Santo en el Hombre Cristo añadiendo una purificación, pues el Espíritu
Santo purificó lo que de la Virgen María se formara para ser cuerpo del
Salvador. Esta es la unción del cuerpo del Salvador, por esto se ha llamado
Cristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Mas porque la prudencia impía de los
judíos negaba que Jesús fuese de la descendencia de David, por eso el
evangelista añade: "Hijo de David, hijo de Abraham". Pero, ¿no basta
decir hijo de sólo Abraham o de sólo David? No, porque a ambos fue hecha la
promesa de que de ellos había de nacer Cristo: a Abraham en el Génesis: "Y
en tu semilla serán bendecidas todas las naciones de la tierra" ( Gén
22,18); a David en el Salmo: "Del fruto de tu vientre pondré sobre tu
trono" ( Sal 131). Por eso lo llamó hijo de ambos, para demostrar que las
promesas hechas a ambos se habían cumplido en Cristo, y además porque Cristo
había de tener tres dignidades: rey, profeta y sacerdote. Abraham fue profeta y
sacerdote; sacerdote, como le dijo Dios en el Génesis: "Toma para mí una
vaca de tres años" ( Gén 15,9); y profeta, según lo que el Señor dice de
él al rey Abimelek en el Génesis: "Es Profeta y rogará por ti" ( Gén
20,7). David fue rey y profeta, pero no sacerdote. Cristo fue, pues, llamado
hijo de ambos, para que la triple dignidad de ambos se reconociese en él por
derecho de nacimiento.
San Ambrosio, in Lucam, c. 3
Por eso también eligió dos autores
del linaje de Cristo; uno que había recibido la promesa de la congregación de
todos los pueblos, otro que había obtenido que se le comunicara la predicción
de que de él nacería Cristo. Y así, aunque sea posterior en el orden de la
descendencia, ha sido nombrado primero, porque es más haber recibido la promesa
acerca de Cristo que aquélla acerca de la Iglesia, la misma que existe por
Cristo, puesto que el que salva es de condición más excelente que lo salvado.
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
El orden de los dos progenitores
está invertido pero por necesidad, pues si hubiera puesto primero a Abraham y
después a David, hubiera tenido que repetir otra vez el nombre de Abraham para
enlazar la serie de las generaciones.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La otra razón es que la dignidad de
rey es mayor que la de la naturaleza; y así, aunque Abraham precedía en el tiempo,
David precedía en la dignidad.
La glosa
Como según su título este libro
trata de Jesucristo, es preciso saber antes qué debemos pensar sobre Cristo,
para que así pueda exponerse mejor lo que en él se dice de Cristo.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 5,45
Todos los errores de los herejes
acerca de Jesucristo pueden reducirse a tres clases: los concernientes a su
divinidad, a su humanidad, o a ambas a la vez.
San Agustín, de haeresibus, 8 y 10
Cerinto y Ebión dijeron que
Jesucristo era un simple hombre. Insistiendo en este error Pablo de Samosata,
aseveró que Cristo no ha existido siempre, sino que su principio data sólo
desde su nacimiento de María, pues no cree que sea sino un mero hombre. Esta
herejía fue renovada después por Fotino.
San Atanasio, contra haeret
El apóstol San Juan, anticipando
desde mucho antes, con la luz del Espíritu Santo, la locura de este hombre, lo
despierta del profundo sueño de su ignorancia con el poderoso acento de su voz
diciéndole: "En el principio era el Verbo" (cap. 1). Luego el que en
el principio era con Dios no ha tenido necesidad en lo último de los tiempos de
recibir el principio de su origen del ser humano. Además dice: "Padre,
glorifícame con aquella gloria que tuve en ti antes que fuese el mundo" (cap.
17). Aprenda aquí Fotino que éste poseyó la gloria antes del principio de los
tiempos.
San Agustín, de haeresibus, 19
La perversidad de Nestorio consistía
en afirmar que el engendrado del seno de la Virgen María fue simplemente un
hombre, al que el Verbo de Dios asumió en unidad de persona y unión
inseparable, error que no podían sufrir los oídos cristianos.
San Cirilo de Alejandría, ep. 1, ad Monachos Aegypti
En su carta a los Filipenses dice el
Apóstol del Unigénito de Dios, que siendo en forma de Dios, no retuvo
ávidamente el ser igual a Dios ( Flp 2). ¿Quién es, pues, el que es en forma de
Dios? ¿Cómo se ha anonadado y humillado en forma de hombre? Podrán tal vez
decirnos los citados herejes, partiendo a Cristo en dos -en hombre y en Verbo-,
que el hombre es el que sufrió el anonadamiento, separando de él al Verbo de
Dios. Pero tendrán que demostrarnos antes que el hombre se entiende y fue en la
forma y en la igualdad de su Padre, para verificarse en él el modo de
anonadarse. Mas ninguna creatura -entendida según su propia naturaleza- es
igual al Padre. ¿Cómo, pues, se dice que se anonadó? ¿De qué altura descendió
para ser hombre? ¿Cómo se entiende que tomara la forma de siervo si desde el
principio no la tuviera? Pero dicen: "El Verbo, existiendo igual al Padre,
habitó en el hombre nacido de mujer, y éste es el anonadamiento".
Ciertamente, yo oigo al Hijo decir a los santos apóstoles: "Si alguno me
ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos
morada en él" ( Jn 17). ¿Oyes cómo dice que en los que lo aman cohabitarán
El y su Padre? ¿Y crees que nosotros decimos que se anonada y humilla, y toma
la forma de siervo porque hace morada en las almas santas de los que lo aman?
Pues, ¿y el Espíritu Santo que habita en nosotros? ¿Hemos también de creer que
realiza el misterio de humanarse?
Abad Isidoro, ad Atribium presbiterum, epist. 41,2
Mas para no enumerarlo todo
hablaremos sólo del punto capital y objetivo: es una sabia y útil disposición,
y en nada perjudica a la naturaleza inviolable, que el que era Dios se
manifieste humildemente. Pero es un mal la loca presunción que el que es humano
se promocione a sí mismo a lo sobrenatural y divino, pues si bien el rey no se
degrada obrando con humildad, jamás le será lícito al soldado hacerse oír como
reinante. Entonces, si Cristo es Dios humanado, lo humilde está en su lugar.
Pero si es simplemente un hombre, lo elevado y grande no se explica.
San Agustín, de haeresibus, 41
Algunos hacen discípulo de Noeto a
Sabelio, quien decía que Cristo era el mismo e idéntico Padre y Espíritu Santo.
San Atanasio, contra haeret
Yo refrenaré la audacia y el furor
insensato de este hombre con la autoridad de los testimonios celestiales
aduciendo, para demostrarle la persona de la sustancia propia del Hijo, no los
que él cavilosamente pretende que convienen a la humanidad asumida, sino los
que sin escrúpulo del entendimiento más perplejo confiesan todos unánimes que
competen a su divinidad. Leemos en el Génesis que dijo Dios: "Hagamos al
hombre a imagen y semejanza nuestra" ( Gén 1). Ved que habla en plural:
"Hagamos", indicando sin duda a otro a quien dirige la palabra. Pues
si fuese uno solo, el texto diría: "que lo hizo a su imagen". Pero,
habiendo otro, claramente se muestra que también fue hecho a imagen de éste.
La glosa
Otros, por el contrario, han negado
la verdadera humanidad de Cristo. Valentino pretendía que Cristo, enviado por
el Padre, se había revestido de un cuerpo espiritual o celestial y que no había
asumido nada de la Virgen María, habiendo sólo pasado por ella como por un
arroyo o canal, pero sin tomar de ella carne alguna.
San Agustín, contra Faustum, 20,7
Nosotros no creemos así. Confesamos
que Cristo ha nacido de la Virgen María, no precisamente porque de otra manera no
podría existir en verdadera carne y aparecer a los hombres, sino porque así
está consignado en la Escritura. Si a ella no creemos, no podemos ser
cristianos ni salvarnos. Y si el cuerpo asumido de una sustancia celestial o
líquida lo hubiera querido convertir en verdadera carne humana, ¿quién negaría
que lo hubiera podido hacer?
San Agustín, de haeresibus, 46
Los maniqueos dijeron que Nuestro
Señor Jesucristo era un fantasma y que no podía nacer de mujer.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 13
Pero si el cuerpo de Cristo fue un
fantasma, nos ha engañado el Señor; y si nos engaña, no es la Verdad. Pero
Cristo es la Verdad 3; entonces no fue fantasma su cuerpo.
La glosa
Y como el principio de este
Evangelio según San Lucas manifiestamente prueba que Cristo nació de mujer, con
lo que se ve claro su verdadera humanidad, quienes no lo aceptaron niegan los
principios de ambos Evangelios.
San Agustín, contra Faustum, 2,1
Fausto dice: "Cierto que el
Evangelio empezó a ser y a nombrarse desde la predicación de Cristo, que en
ningún lugar dice de sí haber nacido de los hombres. Pero la genealogía tan no
es el Evangelio, que ni siquiera su escritor se atrevió a llamarla tal. ¿Qué
es, pues, lo que escribió? "Libro de la generación de Jesucristo, hijo de
David". No es libro del Evangelio de Jesucristo, sino libro de su
generación, sigue Fausto. San Marcos, como no se cuidó de escribir la generación,
sino sólo la predicación del Hijo de Dios -que es el Evangelio-, véase cuán
adecuadamente comenzó: "Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios", para
que se vea claramente que la genealogía no es el Evangelio. En el mismo San
Mateo ( Mt 4) se lee que después de la prisión de Juan empezó Jesucristo a
predicar su Evangelio. Entonces cuanto se narra antes de este suceso, es sabido
que es genealogía y no Evangelio.
San Agustín, contra Faustum, 3,1
Yo me he atenido a Juan y a Marcos,
cuyos principios me han parecido bien y con razón, porque no introducen a
David, ni a María, ni a José. Agustín refuta a Fausto de este modo: "¿Qué
responderá entonces Fausto al Apóstol cuando dice: "Acuérdate que el Señor
Jesucristo del linaje de David, resucitó de los muertos, según mi
Evangelio?" ( 2Tim 2). Pues lo que era Evangelio del apóstol Pablo, lo era
también de los demás apóstoles y de todos los fieles encargados de la
predicación de tan gran misterio. Y así lo dice en otra parte: "Sea yo o
sean ellos (los demás predicadores del Evangelio), así predicamos y así habéis
creído" ( 1Cor 15). Entonces no todos escribieron, pero sí todos lo
predicaron.
San Agustín, de haeresibus, 49
Los arrianos no quieren admitir que
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean de una sola y misma sustancia,
naturaleza o existencia, sino que dicen que el Hijo es creatura del Padre, y el
Espíritu Santo creatura de la creatura, es decir, creado por el mismo Hijo. Y
Creen que Cristo tomó carne sin alma.
San Agustín, de Trinitate, 1,6
Pero San Juan declara que el Hijo no
solamente es Dios, sino de la misma sustancia con el Padre; ya que después de
haber dicho "y el Verbo era Dios", añade: "Todas las cosas
fueron hechas por él"; de donde resulta claro que aquél por quien todas
las cosas fueron hechas, no ha sido él mismo hecho. Y si no ha sido hecho, no
ha sido creado, y así es de la misma sustancia con el Padre, pues toda
sustancia que no es Dios, es creatura.
San Agustín, contra Felicianum, 13
No comprendo en qué nos haya
favorecido la persona del mediador, no redimiendo del todo la parte principal
de nosotros, y sí asumiendo sólo la carne que, separada del alma, ni siquiera
puede sentir el beneficio de la redención. Pues si Cristo vino a salvar lo que
había perecido, como el hombre todo es el que pereció, el hombre todo necesita
del beneficio del Salvador. Por tanto Cristo con su venida lo salvó todo
asumiendo el cuerpo y el alma.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 80
¿Qué responden además a tan claros argumentos de la Escritura evangélica que el Señor tantas veces menciona contra ellos? El de San Mateo: "Triste está mi alma hasta la muerte" ( Mt 26); el de San Juan: "Poder tengo para poner mi alma" ( Jn 10) y muchos otros semejantes. Y si dijeren que Cristo habló en parábola, tenemos las razones de los evangelistas que al narrar los hechos, así como testifican que tuvo cuerpo, dicen también que tuvo alma, por las afecciones propias sólo del alma. Así, en su narración leemos: "Y se admiró Jesús", "y se enojó" ( Mt 8; Mc 6; Lc 7). Y así otros más.
San Agustín, de haeresibus, 55
Los apolinaristas, así como los
arrianos, dijeron que Cristo había asumido la carne sola sin alma. Vencidos en
este punto por los testimonios evangélicos, se acogieron a la especie de que la
inteligencia -que es el alma racional del hombre- faltó en el alma de Cristo,
haciendo sus veces en ésta el Verbo mismo.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 80
Si así fuera, habría que creer que
el Verbo de Dios asumió a un animal con figura de cuerpo humano.
San Agustín, de haeresibus, 45
En cuanto a la carne misma, los
herejes muestran haberse apartado de la ortodoxia de la fe hasta el extremo de
decir que aquella carne y el Verbo son de una sola y misma sustancia, afirmando
porfiadamente que el Verbo se había hecho carne en el sentido de que algo del
Verbo se había mudado y convertido en carne, pero no que esta carne se hubiese
tomado de la carne de María.
San Cirilo, epistula ad Joannem Antiochenum, 28
Creemos que están locos o deliran
los que han sospechado que puede caber en la naturaleza divina del Verbo sombra
de mudanza. Lo que es siempre, permanece siempre y no se muda ni es capaz de
mutación.
San León Magno, ad Constantinopolitanos, ep. 59
Nosotros no decimos que Cristo es
hombre pero que le faltó algo perteneciente a la naturaleza humana: o el alma,
o la inteligencia racional, o la carne, no tomada de mujer sino hecha del Verbo
convertido y mudado en carne. Estos son tres errores de los herejes apolinaristas
que han presentado después tres distintas fases.
San León Magno, ad Palaestinos, ep. 124
Eutiques se fijó en el tercer error
de los apolinaristas y, después de haber negado la realidad de la carne humana
y del alma de Nuestro Señor Jesucristo, sostenía que en Cristo no había más que
una sola naturaleza, como si la divinidad misma del Verbo se hubiera convertido
en carne y alma, y el ser concebido, nacer y nutrirse y demás actos de la vida
fuesen sólo propiedades de la esencia divina que nada de esto podía recibir en
sí sin la realidad de la carne, puesto que la naturaleza del Unigénito es la
naturaleza del Padre, es la naturaleza del Espíritu Santo, impasible a la vez y
eterna. Pero si bien este hereje se aparta de la perversa doctrina de Apolinar,
para no verse obligado a admitir que la divinidad siente como cualquier ser
pasible y mortal, se atreve en cambio a decidir la unidad de naturaleza del
Verbo encarnado -es decir, del Verbo y de la carne-, con lo cual indudablemente
incurre en la locura de los maniqueos y de Marción, y cree que todos los actos
de Nuestro Señor Jesucristo no eran sino simulados y que su mismo cuerpo, con
el que se manifestó a los hombres, no era cuerpo humano real, sino sólo apariencia
de cuerpo.
San León Magno, ad Iulianum, ep. 35
Atreviéndose Eutiques a sostener en la asamblea de los obispos que antes de la encarnación hubo en Cristo dos naturalezas, pero después de la encarnación una sola, hubo necesidad de instarle con escudriñadora solicitud a que diese razón de su fe. Yo pienso que al expresarse así tenía la persuasión de que el alma asumida por el Salvador antes de nacer de la Virgen María, había hecho mansión en los cielos.
Pero semejante lenguaje no lo pueden
tolerar las conciencias ni los oídos católicos, porque el Señor, al descender
de los cielos, nada trajo consigo de nuestra condición, ni asumió alma que
hubiera existido antes, ni carne que no fuese del cuerpo de su Madre. Así que
lo condenado antes con mucha razón en Orígenes al afirmar que eran muy diversas
las vidas y acciones de las almas antes de unirse a los cuerpos, forzosamente
tenía que ser condenado en Eutiques.
Remigio
Todas estas herejías las destruyen
los evangelistas. En el principio de su Evangelio, San Mateo, al narrar la
generación de Jesucristo, por las generaciones sucesivas de los reyes de los
judíos, manifiesta que es verdadero hombre y que tuvo verdadera carne. Lo mismo
da a entender San Lucas al describir su estirpe sacerdotal. Igual hace San
Marcos cuando dice: "Principio del Evangelio de Jesucristo hijo de
Dios". Y también San Juan al empezar: "En el principio era el
Verbo", manifiestando que antes de todos los siglos fue Dios en Dios
Padre.
Notas
1. Ver Ez 1,5.
2. En hebreo existe un único nombre, Iehoshua, que en castellano puede traducirse tanto por Josué como por Jesús.
3. Referencia a Jn 14, 6.
02
Abraham engendró a Isaac. E Isaac engendró a Jacob. Y Jacob engendró a Judas y
a sus hermanos. (v. 2)
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,1
El evangelista San Mateo manifiesta
haberse propuesto narrar la generación de Jesucristo según la carne y empieza
por su genealogía. San Lucas, presentándonos más bien a Cristo como sacerdote
en la expiación de los pecados, no relata su generación desde el principio de
su Evangelio, sino desde el bautismo de Cristo, donde Juan da testimonio de El,
diciendo: "He aquí el que quita los pecados del mundo". Además, en la
genealogía de San Mateo se da a conocer que Cristo Nuestro Señor tomó sobre sí
nuestros pecados, pero en la genealogía de San Lucas se da a conocer la
abolición de nuestros pecados por El. De ahí que San Mateo trace la genealogía
descendiendo desde Adán a Cristo, y San Lucas ascendiendo desde Cristo a Adán.
Mas al describir San Mateo en orden descendente la generación humana de Cristo,
empieza desde Abraham.
San Ambrosio, in Lucam, 3,3
Abraham fue el primero que mereció
el testimonio de la fe "porque creyó a Dios y le fue imputado por
justicia" ( Rom 4,3). Así también debió ser indicado como fundador del
linaje de Cristo, porque mereció primero la promesa de la institución de la
Iglesia por estas palabras: "Y en ti serán bendecidas todas las naciones
de la tierra" ( Gén 22,18). Y a David se le concedió a su vez que Jesús
fuese llamado hijo suyo, reservándosele esta prerrogativa: que desde él se
empezase a contar la generación del Señor.
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
El evangelista San Mateo, queriendo
grabar en la memoria la generación del Señor según la carne por la serie de sus
ascendientes, empezando por Abraham, dice: "Abraham engendró a
Isaac"; y ¿por qué no menciona a Ismael, engendrado primero? Y en seguida:
"Isaac engendró a Jacob"; y ¿por qué no dijo a Esaú, que era el
primogénito? Porque por la línea de éstos no podía llegar hasta David.
La glosa
Sin embargo incluye en la
genealogía, junto con Judá, a todos sus hermanos, porque Ismael y Esaú no
permanecieron en el culto del verdadero Dios, y los hermanos de Judá formaron
parte del pueblo de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3,2
También menciona los doce patriarcas
para desvanecer el orgullo por la nobleza de los progenitores, pues muchos de
éstos nacieron de esclavas, pero todos eran igualmente patriarcas y jefes de
tribu.
La glosa
Cita asimismo nominalmente a Judá,
porque de éste y no de los otros ha descendido el Salvador.
San Anselmo
En cada uno de los ascendientes de
Cristo no sólo debemos tener en cuenta el sentido histórico, sino el alegórico
y el moral. La alegoría en lo que cada padre representa a Jesucristo, y la
moralidad porque de cada uno de ellos se forma en nosotros la virtud por la
significación del nombre o por el ejemplo. Así Abraham prefigura a Cristo en
muchos lugares, sobre todo en el nombre, porque Abraham significa "padre de
muchas gentes", y Cristo es padre de muchos fieles. Abraham, además, salió
de su familia para ir a vivir en tierra extraña, y Cristo, abandonado el pueblo
judío, salió a las naciones gentiles por medio de sus apóstoles.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Isaac se traduce risa, pero la risa
de los santos no es una necia carcajada, sino un gozo racional del corazón, y
aquí está el misterio de Cristo; pues así como aquél fue concedido para alegría
de sus padres en la ancianidad, conociéndose que no era hijo de la naturaleza,
sino de la gracia, así también Cristo fue en la plenitud de los tiempos dado a
luz por una madre judía para gozo universal, éste de una Virgen y aquél de una
anciana, ambas interrumpiendo las leyes de la naturaleza.
Remigio
Jacob significa suplantador, y de
Cristo se dice: "Has hecho caer bajo mis plantas a los que se levantaban
contra mí".
"Jacob
engendró a Judá y a sus hermanos".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Y nuestro Jacob engendró doce
apóstoles en el espíritu, no en la carne; en la palabra, no en la sangre. Pero
Judá significa "el que confiesa", porque era imagen de Cristo que
había de confesar a su Padre por estas palabras: "Doy gloria a ti, Padre,
Señor del cielo y de la tierra" ( Mt 11).
La glosa
En sentido moral Abraham significa para nosotros la virtud de la fe por su ejemplo, leyéndose de él: "Abraham creyó a Dios y le fue imputado a justicia". Isaac significa esperanza, porque se traduce risa, pues fue el gozo de sus padres. Pero la esperanza es nuestro gozo, porque nos hace aguardar los bienes eternos y gozarnos en ellos. Luego Abraham engendró a Isaac, porque la fe engendra la esperanza. Jacob significa caridad, y la caridad abraza las dos vidas: la activa por el amor del prójimo y la contemplativa por el amor de Dios. La activa está figurada en Lía, la contemplativa en Raquel. Pues Lía significa "la que trabaja", y la vida activa está en el trabajo; Raquel "principio visto", y por la vida contemplativa vemos nuestro principio, que es Dios. Nace, pues, Jacob de dos padres, porque la caridad nace de la fe y de la esperanza, porque todos amamos lo que creemos y esperamos.
03-06
Y Judas engendró de Tamar a Fares y a Zara. Y Fares
engendró a Esrom. Y Esrom engendró a Aram. Y Aram engendró a Aminadab. Y
Aminadab engendró a Naassón. Y Naassón engendró a Salmón. Y Salmón engendró de
Rahab a Booz. Y Booz engendró de Rut a Obed. Y Obed engendró a Jesé. Y Jesé
engendró a David el Rey. (vv. 3-6)
La glosa
Omitiendo a los otros hijos de
Jacob, el evangelista prosigue la generación de Judá y dice: "Y Judá
engendró a Fares y a Zara".
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
Ni Judá fue primogénito, ni ninguno
de estos dos hijos fue primogénito de Judá, sino que ya había tenido tres hijos
antes, pero les da cabida en la serie de las generaciones para llegar por medio
de ellos hasta David, y desde David a la meta de su narración.
San Jerónimo
Es de notar en la genealogía del
Salvador, que no se nombra a ninguna de las mujeres santas, sino a las
reprendidas en la Escritura, a fin de que borrase los pecados de todos,
naciendo de pecadores aquél que había venido por los pecadores. De ahí que
entre aquellas mujeres se cite a Rut la moabita.
San Ambrosio, in Lucam, 3
San Lucas prescindió de estas
mujeres para presentar inmaculada la serie de la estirpe sacerdotal. Pero la
decisión de San Mateo no es sin razón y justicia, puesto que al anunciar la
generación de Cristo según la carne, que tomaba sobre sí los pecados de todos,
sujeto a los ultrajes y sometido a los sufrimientos, no creyó que pudiera
considerarse ajeno a su santidad el rehusar la afrenta de un origen manchado.
Tampoco pensó que su Iglesia debiera avergonzarse por estar formada por
pecadores, naciendo El de pecadores. Finalmente, para bosquejar ya en sus
antepasados el beneficio de la redención y que nadie creyese que la mancha de
origen pueda ser impedimento para la virtud, ni se jactase insolentemente de la
nobleza de su persona.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3
Después de esto se ve que todos
fueron reos de pecado, pues tenemos a Tamar acusando a Judá de fornicario y
David engendró a Salomón de una mujer adúltera. Mas si la ley no fue cumplida
por los principales, menos lo hubiera sido por los menores. Así, la presencia
de Jesucristo se hizo necesaria.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Es de notar que no inútilmente San
Mateo nombró a los dos hermanos, Fares y Zara, aunque la genealogía sólo
exigiese hacer mención de Fares. En esta mención de ambos hay un misterio. En
los dos hermanos gemelos está prefigurada la doble vida de los pueblos: una
según la ley, y otra según la fe.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por Zara está significado el pueblo judío, el primero que apareció a la luz de la fe, como saliendo de una tenebrosa abertura del mundo, y por eso fue señalado con el rojo distintivo de la circuncisión, creyendo todos que ese pueblo había de ser más adelante el pueblo de Dios. Pero en su paso fue interpuesta la ley como cerca o muralla, y el pueblo judío quedó imposibilitado por la ley. Pero, por la venida de Jesucristo fue rota la valla de la ley que había entre judíos y gentiles, como dice el Apóstol: "Derribando la pared de división", resultando de aquí que el pueblo gentil, significado por Fares, después que la ley fue reformada por el mandamiento de Cristo, viniese primero a la fe, siguiéndole después el pueblo judío.
Y sigue: "Y Fares engendró a Esrom".
La glosa
Judá engendró a Fares y a Zara antes
de entrar en Egipto, al que pasaron ambos después con su padre. Y ya en Egipto
Fares engendró a Esrom; Esrom engendró a Aram; Aram engendró a Aminadab, y
Aminadab engendró a Naasón. Entonces Moisés los sacó de Egipto. Naasón fue el
jefe de la tribu de Judá al mando de Moisés por el desierto, en el que engendró
a Salmón. Este Salmón fue el príncipe de la tribu de Judá que entró con Josué
en la tierra prometida.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Creemos que por algún motivo y según
los designios de Dios se han puesto aquí los nombres de estos padres.
Y sigue: "Y Naasón
engendró a Salmón". Este Salmón, después de la muerte de su padre, entró
en la tierra prometida con Josué, como príncipe de la tribu de Judá.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salmón tomó por mujer a Rajab. De
esta Rajab se dice que fue la meretriz de Jericó que recibió en su casa a los
espías de los hijos de Israel, los escondió y además los salvó. Y como Salmón
era uno de los nobles de Israel, de la tribu de Judá, viendo la fidelidad de
Rajab, la tomó por mujer como si hubiese estado constituida en alta posición.
El nombre de Salmón, que significa "toma el vaso", parece dar a
entender que fue invitado por la providencia divina a hacer de Rajab un vaso de
elección.
"Y Salmón engendró de
Rajab a Booz".
La glosa
Este Salmón engendró en la tierra
prometida a Booz de aquella Rajab.
"Y Booz engendró de
Rut a Obed".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
He creído superfluo exponer cómo
Booz tomó por mujer a una moabita, Rut, sabiendo todos lo que la Escritura dice
sobre éstos (en el libro de Rut). Sólo diré que Rut, en premio de su fe, se
casó con Booz, porque renegó de los dioses de sus padres y adoró al Dios vivo.
Booz, recompensando esta fe, la recibió por mujer para que de tal unión
santificada naciese la descendencia real.
San Ambrosio, in Lucam, 3
¿Cómo Rut, extranjera, se casó con
un judío, y qué razón tuvo el evangelista para creer que debía mencionar en la
genealogía de Cristo esta unión prohibida textualmente por la ley? Parece
deshonroso que el Salvador procediera de una generación ilegítima, a no ser que
acudamos a la sentencia del Apóstol: "Que la ley no fue puesta para el
justo, sino para los injustos" (1 Tim 19). Rut, extranjera y moabita, a
pesar de la ley de Moisés, que prohibía tales enlaces y que excluía a los
moabitas del pueblo de Dios 1, entró a formar parte de ese pueblo porque la
santidad y pureza de sus obras la colocaron sobre la ley misma. Pasó por encima
de la ley y mereció ser contada entre los ascendientes del Señor, elegida por
el parentesco del espíritu, no de la carne. Gran ejemplo tenemos en Rut, pues
en ella estamos prefigurados todos nosotros que hemos entrado en la Iglesia del
Señor, recogidos de entre los gentiles.
San Jerónimo, epistula ad Paulinum
Rut, la moabita, realiza además el vaticinio
de Isaías cuando dice: "Envía, Señor, el Cordero dominador de la tierra,
de la piedra del desierto al monte de la hija de Sión" ( Is 16).
"Y Obed engendró a
Jesé".
La glosa
Jesé, padre de David, tiene dos nombres, y con más frecuencia es llamado Isai. Pero como el profeta no lo llama Isai, sino Jesé, diciendo: "Saldrá una vara de la raíz de Jesé" ( Is 11), el evangelista puso Jesé para demostrar que aquella profecía se ha cumplido en María y en Cristo.
"Y Jesé engendró a David el
rey".
Remigio
Es de preguntar por qué el santo
evangelista llama rey solamente a David. Sin duda para mostrarnos que David fue
el primer rey en la tribu de Judá. El mismo Cristo es Fares, el separador:
"Y separará los corderos de los cabritos" ( Mt 25). Es también Zara, el
oriente, según lo profetizado por Zacarías: "He ahí al hombre, Oriente es
su nombre" ( Zac 6). Es Esrom, la saeta, según Isaías: "Y púsome como
saeta escogida" ( Is 49).
Rábano
O el atrio, por la abundancia de su
gracia y la extensión de su caridad. Es Aram, el elegido: "He aquí mi hijo
el escogido" ( Is 42) o el excelso: "Excelso es sobre todas las
naciones el Señor" ( Sal 112). Es Aminadab, el voluntario, que dice:
"Voluntariamente me sacrificaré a ti". Es Naasón, el adivino, que
conoce lo pasado, lo presente y lo futuro; o el serpentino: "Moisés
levantó la serpiente en el desierto" ( Jn 3). Es Salmón, el sensible, que
dice: "Yo he conocido que ha salido virtud de mí" ( Lc 8).
La glosa
El recibió a Rajab, es decir, a la
Iglesia formada de gentiles, pues Rajab significa hambre, extensión, ímpetu,
porque la Iglesia tiene hambre y sed de justicia, y convierte a los filósofos y
a los reyes con la fuerza de su doctrina. Asimismo Rut se traduce como "la
que ve, la que se apresura", imagen de la Iglesia que ve a Dios por la
pureza de su corazón y se apresura y afana por recibir el premio de su vocación
celestial.
Remigio
Cristo también es Booz, en el que
está la fortaleza: "Si yo fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí
mismo" ( Jn 12). Es Obed, el que sirve: "El hijo del hombre no vino
para ser servido, sino para servir" ( Mt 20). Es Jesé, incienso:
"Fuego vine a poner sobre la tierra" ( Lc 12). Es David, el de mano
fuerte: "El Señor fuerte y poderoso" ( Sal 23), y el deseable
profetizado por Ageo: "Vendrá el deseado de todas las naciones" ( Ag
2), y el de hermoso aspecto: "Vistoso en hermosura más que los hijos de
los hombres" ( Sal 44).
La glosa
Veamos entretanto qué virtudes
representan en nosotros estos padres. La fe, la esperanza y la caridad son el
fundamento de todas las virtudes, y las demás que les siguen son un aditamento
de las primeras. Judá significa confesión, que se da de dos maneras: confesión
de la fe y confesión de los pecados. Luego, si después de tener esas tres
virtudes se incurre en pecado, es necesario no sólo la confesión de la fe, sino
la de los pecados. Después de Judá siguen Fares y Zara. Fares se traduce como separación,
Zara como oriente y Tamar como amargura, porque la confesión engendra el
apartamiento del pecado y el nacimiento de las virtudes de la amargura de la
penitencia. Después de Fares sigue Esrom, la saeta, porque apartados ya de los
pecados del siglo, debemos hacernos saetas para matar en los otros el vicio por
la corrección y herir sus corazones con el dardo del amor de Dios. Sigue Aram,
que se traduce como elegido, excelso, porque cuando el hombre se ha apartado
del mundo y ha sido provechoso para los demás, se sigue que se le considere
como elegido de Dios, sea celebrado por los hombres y puesto en lugar elevado
de virtud. Naasón significa augurio, no por la ciencia del mundo sino por la
del cielo. De ésta se gloriaba José cuando mandaba decir a sus hermanos:
"Os habéis llevado la copa de mi Señor en la que solía hacer sus
augurios". Esta copa es la Escritura divina donde se bebe la sabiduría. En
ella augura el sabio, porque ve allí lo futuro, es decir lo celestial. Sigue
Salmón, el sensible, porque después que uno estudia en la Escritura divina, se
hace sensible, es decir, adquiere el discernimiento y gusto de la razón y no
del cuerpo para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo amargo. Sigue
Booz, el fuerte, porque el instruido en las Escrituras se hace fuerte para
resistir todas las adversidades.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Este fuerte es el hijo de Rajab, de
la Iglesia, porque Rajab significa extensión, la dilatada, y a la Iglesia han
sido llamadas las gentes de todos los confines de la tierra.
La glosa
Sigue Obed, servidumbre, pues no es
apto para servir el que no es fuerte. Y esta servidumbre es engendrada de Rut,
es decir de la presteza, porque el siervo debe estar siempre pronto, nunca
perezoso.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Los que prefieren las riquezas a la
virtud, la hermosura material a la fe, y desean en la mujer propia lo que suele
buscarse en la pública, no engendran hijos obedientes a ellos ni a Dios, sino
rebeldes contra Dios y contra sus padres. De suerte tal, que los hijos de éstos
se hacen merecedores de la pena de irreligiosidad de los padres. Este Obed
engendró a Jesé, el alivio, porque el obediente a Dios y a sus padres engendra
con la bendición de Dios hijos que lo alivien.
La glosa
Jesé, es decir incienso, puesto que
sirviendo a Dios con amoroso temor, habrá en nosotros la devoción que ofrece a
Dios suavísimo incienso quemado en el fuego y deseo de nuestro corazón. Pero
después que el hombre se ha hecho siervo idóneo y sacrificio agradable a Dios,
se sigue que sea de mano fuerte, y que así como David peleó con valentía contra
sus enemigos e hizo a los idumeos tributarios, someta él los hombres carnales a
Dios con la palabra y el ejemplo.
Notas
1. Los moabitas son un conjunto de tribus emparentadas con los israelitas. Sin embargo el antagonismo entre los dos pueblos que los llevó frecuentemente a la guerra, hizo que se tomaran medidas muy severas sobre los matrimonios. Dice la Escritura: "El ammonita y el moabita no serán admitidos en la asamblea de Yahveh; ni aun en la décima generación serán admitidos en la asamblea de Yahveh" ( Dt 23,4). Sin embargo los matrimonios de moabitas e israelitas no eran del todo inexistentes (ver Esd 9,1; Neh 13,23).
07-08
Y David, el Rey, engendró a Salomón, de la que fue de
Urías. Y Salomón engendró a Roboam. Y Roboam engendró a Abiá. Y Abiá engendró a
Asá. Y Asá engendró a Josafat. (vv. 7-8)
La glosa
Termina el evangelista la serie de
la generación de Cristo en el segundo período, que comprende a los reyes, y
empieza por David. "David, el Rey, engendró a Salomón, de la que fue de
Urías".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
En las generaciones enumeradas por
San Mateo está significada la admisión por Cristo de todos nuestros pecados. Y
por eso desciende de David por Salomón, con cuya madre pecó aquél. San Lucas
asciende hasta David por Natán, de cuyo profeta se sirvió Dios para castigar el
pecado de aquél, porque en la genealogía trazada por San Lucas está significada
la expiación de los pecados.
San Agustín, retractationum libri, 12,26
Debió decirse, sin embargo, el
nombre del profeta, para que no se creyera que son una misma persona éste y el
hijo de David, siendo otra distinta, si bien con el mismo nombre.
Remigio
Podría preguntarse: ¿por qué el
evangelista no citó a Betsabé por su nombre y sí a las demás mujeres? Pero
éstas, aunque reprensibles, se hicieron recomendables por alguna virtud, y
Betsabé no sólo fue cómplice de adulterio, sino del asesinato de su marido. Por
eso no la citó por su propio nombre en la genealogía del Señor.
La glosa
Calla el nombre de Betsabé y nombra
a Urías para que todos recuerden el crimen gravísimo que cometió contra éste.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Pero la excelencia del santo David
sobre todos está en haberse reconocido hombre y haber procurado lavar con
lágrimas de penitencia el pecado de haber robado la mujer de Urías. Con esto
muestra que nadie debe confiar en la propia virtud, porque tenemos un gran
enemigo, invencible para nosotros sin la ayuda o favor de Dios. Encontrarás
muchas veces en personajes ilustres graves pecados como prueba y enseñanza de
que como hombres se rindieron a la tentación, para que nunca se creyesen más
que hombres por sus cualidades relevantes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salomón se traduce como el pacífico, porque después de sometidos todos los pueblos inmediatos, que le pagaban tributo, tuvo un reinado pacífico. "Y Salomón engendró a Roboam". Roboam significa de la muchedumbre del pueblo, porque la muchedumbre engendra la sedición, y los pecados cometidos por la multitud casi siempre quedan impunes. Por eso con pocos se conserva mejor la disciplina de un Estado.
08-11
Y Josafat engendró a Joram. Y Joram engendró a Ozías. Y
Ozías engendró a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz engendró a Ezequías.
Y Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón. Y Amón engendró a
Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la transmigración de
Babilonia. (vv. 8-11)
San Jerónimo
En el segundo libro de los Reyes se lee
que Joram engendró a Ocozías. Muerto éste, Yehosebá, hija del rey Joram,
hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de su hermano, y lo libró de la matanza
de Atalía. A Joás lo sucedió en el reino su hijo Amasías, después del cual
reinó el hijo de éste, Azarías, que es el llamado Ozías, a quien sucedió su
hijo Joatam. De esto se ve, según la verdad histórica, que el evangelista pasó
por alto tres reyes intermedios, puesto que Joram no engendró a Ozías, sino a
Ocozías y a los demás arriba enumerados. Pero como el propósito del evangelista
era poner en distintos períodos las tres series de catorce cada una, y Joram se
había enlazado con la familia de la impía Jezabel, su memoria desaparece hasta
la tercera generación, o sea hasta Ozías, como indigno de figurar en la santa
genealogía.
San Hilario, in Matthaeum, 1
Pero una vez lavada la mancha de
haberse mezclado con familia gentil, vuelve a aparecer en la cuarta generación
la estirpe de los reyes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La insinuación del Espíritu Santo
por el profeta de exterminar a todo varón de la familia de Ajab y de Jezabel
fue ejecutada por Jehú, hijo de Jananí, a quien fue prometido que sus hijos se
sentarían en el solio del reino de Israel hasta la cuarta generación. Y así,
cuanta bendición recayó sobre Jehú por haber vengado al Señor en la familia de
Ajab, tamaña maldición descendió sobre la casa de Joram por causa de la hija
del impío Ajab y Jezabel, siendo omitidos en la serie de los reyes todos sus
hijos hasta la cuarta generación. Y el pecado de éste pasó a sus hijos según
estaba escrito: "Vengaré los pecados de los padres en los hijos hasta la
tercera y cuarta generación" ( Ex 20,5). Ved, pues, cuán peligroso es el
matrimonio con raza de impíos.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 85
No sin razón fueron eliminados de
entre los demás reyes Ocozías, Joás y Amasías, ya que su impiedad continuó sin
intermisión. Si Salomón fue dejado en paz en su reino por méritos de su padre y
Roboam por causa de su hijo, aquellos tres, obrando inicuamente, fueron
borrados de la serie de los reyes, pues la mejor prueba de la perdición de una
raza es que la malignidad se manifieste con carácter permanente.
"Y Ozías engendró a
Joatam, y Joatam engendró a Acaz, y Acaz engendró a Ezequías".
La glosa
Al cual, encontrándose sin hijos, se
le dijo: "Dispón de tu casa, porque morirás" ( Is 38). Y lloró no
porque deseara mayor longevidad, pues sabía que Salomón agradó al Señor por no
haber pedido más años de vida, sino porque temía que la promesa de Dios no se
cumpliera pues era del linaje de David, por el que había de venir el Cristo, y
se encontraba sin hijos.
"Y Ezequías engendró
a Manasés y Manasés engendró a Amón y Amón engendró a Josías y Josías engendró
a Jeconías y sus hermanos en el destierro de Babilonia".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Esta serie de reyes no se halla así
consignada en el libro de los Reyes, sino en este orden: Josías engendró a
Eliakim (llamado después Joaquín), y Joaquín engendró a Jeconías. Pero Joaquín
fue borrado del número de los reyes por no haber sido elegido por el pueblo de
Dios, sino impuesto por el faraón. Y si fue justo que se borrasen de la
genealogía tres reyes por haberse mezclado con la familia de Ajab, ¿no es
asimismo justa la eliminación de Joaquín, a quien el Faraón había impuesto al
pueblo por la violencia? Y así Jeconías (hijo de Joaquín y nieto de Josías)
sustituyó a su padre en el número de los reyes como hijo de Josías.
San Jerónimo
O de otra manera, debe saberse que
el primer Jeconías es el mismo que Joaquín y el segundo es el hijo, no el
padre, y que el nombre del primero se escribe con k y m y el segundo con ch y n,
escritura que por un error de los copistas y por la distancia de los tiempos
confundieron después los escritores griegos y latinos.
San Ambrosio, in Lucam, 2
Los libros de los Reyes indican dos
llamados Joaquín, pues en el segundo libro de los Reyes se lee: "Durmió
Joaquín con sus padres y reinó por él Joaquín su hijo" ( 2Re 24,6). Y el Joaquín
hijo es al que dio Jeremías el nombre de Jeconías. Con razón no quiso San Mateo
discrepar del profeta y nombrar en un mismo tiempo a Joaquín y Jeconías, porque
así nos demostró mayor fruto para nosotros de la bondad del Señor, que no buscó
en los hombres la nobleza de origen, sino que quiso nacer de cautivos del
pecado, como convenía al que venía a predicar la redención de los cautivos. No
ha suprimido, pues, el evangelista uno de los dos reyes, sino que ha citado a
ambos por el nombre de Jeconías que les era común.
Remigio
Pero, ¿por qué el evangelista dice
que éstos han nacido en el destierro, habiendo nacido antes de verificarse
éste? Porque nacieron para ser llevados cautivos de entre todos los de su
pueblo por sus propios pecados y los de los otros, y como Dios tenía la
presciencia de tal cautividad, el evangelista dice que nacieron en el
destierro. Es de notar que los que el santo evangelista pone juntos en la
genealogía del Señor se asemejaron por su estimación o por su infamia. Así,
Judas y sus hermanos fueron laudables por su estimación. Fares y Zara, Jeconías
y sus hermanos, por el contrario, se hicieron notables por su infamia.
La Glosa
En sentido místico, David es Cristo
que ha vencido a Goliat, el diablo. Urías, que se traduce como mi luz es Dios,
es el diablo que dice: "Semejante seré al Altísimo" ( Is 14,14) con
quien unida la Iglesia, Cristo empezó a amarla desde el alto solio de la
majestad de su Padre y después de embellecerla se desposó con ella. O también
Urías es el pueblo judío que se gloriaba de poseer la luz por la ley, pero
Cristo le quitó esa ley enseñando más bien que hablaba de sí mismo. Betsabé es el
pozo de la hartura, es decir la abundancia de la gracia espiritual.
Remigio
O también Betsabé significa el séptimo
pozo, o el pozo del juramento, en el que está prefigurada la fuente del
bautismo, en el que se recibe el Espíritu Santo con sus siete dones y se abjura
del diablo. Es también Cristo el Salomón pacífico, según el apóstol: "El
es nuestra paz" ( Ef 2,14). Es Roboam, extensión del pueblo, según San
Mateo: "Vendrán muchos del Oriente y del Occidente" ( Mt 8,11).
Rábano
O también pueblo impetuoso, porque
ha convertido rápidamente los pueblos a la fe.
Remigio
Es también Abiá, el Padre Señor:
"Uno es vuestro padre que está en los cielos" ( Mt 23,9). Y San Juan:
"Vosotros me llamáis Maestro y Señor" ( Jn 13,13). Es también Asá, el
que levanta, el que alza.: "El que quita el pecado del mundo" ( Jn
1,29). Es Josafat, el que juzga: "Todo el juicio ha dado al Hijo" ( Jn
5,22). Es Joram, e l excelso, el elevado: "Ninguno subió al cielo, sino el
que descendió del cielo" ( Jn 3,13). Es Ozías, el robusto del Señor:
"El Señor es mi fortaleza y mi alabanza" ( Sal 117,14). Es Joatam, el
consumado, el perfecto según el Apóstol: "Cristo es el fin de la ley"
( Rom 10,4). Es Acaz, el que convierte: "Convertíos a mí" ( Zac 1,3).
Rábano
O el que comprende, "porque
nadie conoce al Padre sino el Hijo" ( Mt 11,27).
Remigio
Es Ezequías, el Señor fuerte, el
Señor ha confortado, según el texto de San Juan: "Tened confianza, que yo
he vencido al mundo" ( Jn 16,33). Es Manasés, el olvidadizo: "No me
acordaré más de vuestros pecados" ( Ez 18,22). Es Amón, el fiel:
"Fiel es el Señor en todas sus palabras" ( Sal 144,17). Es Josías, donde
está el incienso del Señor: "Puesto en agonía, oraba con mayor
vehemencia" ( Lc 22,44).
Rábano
El incienso significa la oración,
según testimonio del salmista: "Suba derecha mi oración como un perfume en
tu presencia" ( Sal 140,2). O la salud del Señor, según Isaías: "Mi
salud será para siempre" ( Is 51,8).
Remigio
Es Jeconías, el que prepara o
preparación del Señor: "Y si me fuere, yo os aparejaré lugar" ( Jn
14,3).
La glosa
En sentido moral después de David sigue Salomón, que se traduce como el pacífico, pues alguien tiene verdadera paz desde el momento en que apacigua sus ilegítimas costumbres y se dispone a la tranquilidad eterna cuando sirve a Dios y convierte a otros a El. Sigue Roboam, es decir extensión del pueblo, porque después que el hombre no tiene en sí pasiones que vencer, debe extender su caridad a los otros y atraerlos consigo, como pueblo de Dios, a la contemplación de lo celestial. Sigue Abiá, el Padre Señor, porque con tales precedentes puede ya confesarse públicamente hijo de Dios, y entonces ser Asá, el que levanta, y de virtud en virtud subir hasta Dios, su Padre. Luego será Josafat, el que juzga, para juzgar a otros y que no lo juzgue nadie. Y así se hace Joram, el excelso, el elevado, como si habitase en la morada celestial, de donde resulta Ozías, el robusto del Señor, como atribuyendo a Dios toda su fuerza y perseverancia en su propósito. Viene luego Joatam, el perfecto, porque cada día adelanta más en la perfección; y de esta manera se hace Acaz, el que comprende, porque con sus buenas obras aumenta su conocimiento según el Salmo: "Anunciaron las obras de Dios y entendieron los hechos de El" ( Sal 63, 10). Sigue Ezequías, el Señor fuerte, porque él conoce todo su poder y así, convertido a su amor, se hace Manasés, el olvidadizo, dando al olvido todo lo temporal. De ahí resulta Amón, el fiel, porque el que desprecia lo temporal, a nadie defrauda en lo suyo. Por último se hace Josías, la salvación del Señor, porque la espera con toda seguridad.
12-15
Y después de la transmigración de Babilonia, Jeconías
engendró a Salatiel. Y Salatiel engendró a Zorobabel. Y Zorobabel engendró a
Abiud. Y Abiud engendró a Eliakim. Y Eliakim engendró a Azor. Y Azor engendró a
Sadoq. Y Sadoq engendró a Aquim. Y Aquim engendró a Eliud. Y Eliud engendró a
Eleazar. Y Eleazar engendró a Matán. Y Matán engendró a Jacob. (vv. 12-15)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Después del destierro pone el evangelista
entre los particulares primeramente a Jeconías.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Del que dice Jeremías: "Escribe
que este hombre será estéril, pues no habrá de su linaje varón que se siente
sobre el solio de David" ( Jer 22,30). Pero si Cristo ha reinado y Cristo
es de la raza de Jeconías, ¿cómo dice el profeta que no reinará varón alguno de
la descendencia de Jeconías? ¿Entonces ha mentido el profeta? No, por cierto.
El profeta no niega la descendencia de Jeconías, y por tanto Cristo es de su
posteridad. Pero el haber reinado Cristo no contradice al profeta, porque
Cristo no reinó como los reyes del siglo, puesto que él mismo dijo: "Mi
reino no es de este mundo" ( Jn 18,36).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Respecto a Salatiel, no hemos leído
nada ni bueno ni malo, sin embargo suponemos que fue un hombre santo, y en el
destierro suponemos que constantemente suplicó a Dios en favor del afligido
Israel, y que por lo tanto fue llamado Salatiel, que significa la súplica de
Dios. "Y Salatiel engendró a Zorobabel", que se traduce por corriente
pospuesta, o de la confusión, o aquí, el maestro de Babilonia. He leído, pero
no sé si sea cierto, que tanto el linaje sacerdotal como el real estaban unidos
en Zorobabel; y que fue por medio de él que los hijos de Israel regresaron a su
propio país. Pues en una discusión entre tres personajes defendiendo su propia
opinión, uno de los cuales era Zorobabel, prevaleció la de éste, a saber, que
la Verdad era más fuerte que todas las cosas; y gracias a esto Darío permitió
que los hijos de Israel regresen a su país. Y por ello, después de esta
providencia divina, fue justamente llamado Zorobabel, el maestro de Babilonia.
Pues, ¿qué doctrina hay más grande que mostrar que la Verdad es la señora de
todas las cosas?
La glosa
Pero esto parece contradecir a la
genealogía que se lee en el libro de las Crónicas, según la cual Jeconías
engendró a Salatiel y a Fadaia, y Fadaia a Zorobabel, y Zorobabel a Mesullam,
Ananías y Salomit, hermana de éstos. Pero conocemos de muchas alteraciones en
las Crónicas por error de los copistas. De ahí las muchas e interminables
cuestiones que ocurren sobre genealogías y que el apóstol nos manda evitar.
También puede decirse que Salatiel y Fadaia son una misma persona con dos
nombres, o que eran hermanos y tuvieron hijos de un mismo nombre, y que el
historiador siguió la genealogía de Zorobabel, hijo de Fadaia, y no la de
Zorobabel, hijo de Salatiel. Desde Abiud hasta José no encontramos genealogía
en las Crónicas, pero sí leemos haber otros muchos anales entre los hebreos que
se llamaban Palabras de los días y que Herodes, rey idumeo, mandó quemar para
que la genealogía de los reyes se confundiese. Tal vez José había leído allí
los nombres de sus padres, o los había retenido de cualquier modo en la memoria
por lo que el evangelista podía saber la serie de esta generación. Como quiera
que sea, es de notar que el primer Jeconías se traduce como resurrección del Señor,
y el segundo como preparación del Señor. Ambos caracteres convienen a Cristo,
que dice: "Yo soy la resurrección y la vida" ( Jn 11,25), y también:
"Voy a prepararos el lugar" ( Jn 14,2). Le conviene asimismo el de
Salatiel, Dios mi perfección: "Padre Santo, guarda a aquellos que me
diste" ( Jn 17,11).
Remigio
Es también Zorobabel, maestro de confusión:
"Vuestro maestro come con los publicanos y pecadores" ( Mt 9,11). Es
Abiud, ese mi padre: "Yo y el Padre somos una misma cosa" ( Jn
10,30). Es Eliakim, Dios que resucita: "Le resucitaré en el último
día" ( Jn 6,40). Es Azor, el ayudado: "El que me envió conmigo
está" ( Jn 8,29). Es Sadoq, el justo o justificado: "Fue entregado el
justo por los injustos" ( 1Pe 3,18). Es Aquim, ése mi hermano: "El
que hiciese la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano" ( Mt 12,50). Es
Eliud, ése mi Dios: "Señor mío y Dios mío" ( Jn 20,28).
La glosa
Es Eleazar, Dios mío ayudador:
"Mi Dios, mi ayudador" ( Sal 17,3). Es Matán, el que enriquece o el
enriquecido: "Dio dones a los hombres" ( Ef 4,8) y también: "De
tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito" ( Jn 3,16).
Remigio
Es Jacob, el suplantador, porque no
sólo ha engañado El mismo al diablo, sino que ha dado a sus hijos la habilidad
de éste: "Veis que os ha dado el poder de pisar sobre serpientes" ( Lc
10,19). Es José, el que añade, el que aumenta: "He venido para que tengan
vida, y para que la tengan en más abundancia" ( Jn 10,10).
Rábano
Pero veamos la significación en sentido moral de estos ascendientes del Señor. Después de Jeconías, preparación del Señor, sigue Salatiel, Dios mi petición, porque el que está preparado no busca sino solo a Dios. Pero entre tanto se hace Zorobabel, es decir maestro de Babilonia, de los hombres terrenales, a los que hace conocer que nuestro padre es Dios -es lo que significa Abiud-, y entonces aquel pueblo se levantará de los vicios, por lo que sigue Eliakim, resurrección. Así se eleva a la buena operación con la ayuda de la gracia, siendo Azor, el ayudado. Se hace después Sadoq, el justo, y entonces resulta fiel por el amor del prójimo, según la significación de Aquim, ése mi hermano, o por el amor de Dios, que se traduce por Eliud, Dios mío. Luego viene Eleazar, Dios mi ayudador, porque reconoce que Dios lo es de él. El fin a que tiende lo manifiesta bien Matán, don o donante, pues espera a Dios como remunerador. Y así como luchó al principio con sus pasiones y las subyugó, así luchará también al fin de su vida y se hará Jacob, y así llegar a José, es decir al cúmulo de las virtudes.
16
Y Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual
nació Jesús, que es llamado el Cristo. (v. 16)
La glosa
Después de todas las generaciones,
el evangelista pone la generación de José, por virtud de la cual se insertan
todas las otras, diciendo: "Y Jacob engendró a José".
San Jerónimo
Juliano Augusto 1 nos objeta la discordancia de los evangelistas sobre
este punto, porque San Mateo llama a José hijo de Jacob, y San Lucas hijo de
Helí. Ignora, sin duda, que la Escritura suele llamar padre al que lo es por
naturaleza y al que lo es según la ley. Dios ordena por Moisés en el
Deuteronomio ( Dt 25), que si un hermano o pariente muere sin hijos, otro
hermano o pariente tome a la viuda del difunto para darle descendencia. Este
punto ha sido cumplidamente debatido por el historiador Africano, y Eusebio de
Cesarea, en su libro De la discordancia de los Evangelios.
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Matán y Melkí tuvieron cada uno, en
distintos tiempos, un hijo de una misma mujer, llamada Jesca. Matán,
descendiente de David por Salomón, la había tomado primero por mujer y dejando
un hijo llamado Jacob, murió. Como la ley permitía a la viuda casarse con otro,
Melkí, del mismo origen que Matán, de la misma tribu, aunque no de la misma
familia, tomó por mujer a la viuda de Matán, de la que tuvo otro hijo llamado
Helí. Y así Jacob y Helí, de distintos padres, resultan hermanos del mismo
vientre. El primero de éstos, Jacob, tomando conforme a la ley a la viuda de su
hermano, muerto sin hijos, engendró a José, hijo suyo según la naturaleza. Por
eso leemos: "Y Jacob engendró a José". Pero, según la ley, José
resulta hijo también de Helí, cuya mujer había tomado su hermano Jacob para
darle descendencia. Así encontramos recta y completa la genealogía que enumera
San Mateo y la que describe San Lucas, quien con la expresión más adecuada
designó la sucesión legal establecida en favor del difunto, como por cierta
especie de adopción, teniendo buen cuidado de no nombrar siquiera la palabra generación
en esta clase de sucesiones.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,2
La palabra hijo cuadra mejor al que
solamente lo es por adopción que la de engendrado, puesto que José no había
nacido de Helí. Así, cuando San Mateo dijo al empezar la genealogía: "Y
Abraham engendró a Isaac", y al terminarla en José: "Jacob engendró a
José", expresó claramente que a éste lo había producido su padre según el
orden de las generaciones, y que José no había sido adoptado sino engendrado
por él. Aunque también San Lucas pudiera haber dicho que José había sido engendrado
por Helí, tal expresión no debe confundirnos, porque nadie en absoluto dice del
adoptado que ha sido engendrado según la carne, sino por el afecto.
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Mas no se crea que nosotros hemos
inventado esta opinión a nuestro antojo o por una ligereza, sin estar abonada
por testimonio de ningún autor. Los mismos parientes de nuestro Salvador según
la carne, la trasmitieron por tradición, ya por deseo de hacer ver tan
importante nacimiento, ya para testificar la verdad de los hechos.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
Con razón San Lucas, exponiendo la
generación de Jesucristo -no desde el principio del Evangelio, sino desde el
bautismo de éste- y presentándonoslo como el sacerdote en la expiación de
nuestros pecados, se encargó de narrar su origen por la adopción legal, porque
por la adopción nos convertimos en hijos de Dios, creyendo en el Hijo de Dios.
Mas por la generación carnal que San Mateo refiere, el Hijo de Dios se nos
muestra más bien como hecho hombre por nosotros. Por lo demás, bastante da a
entender San Lucas al llamar a José hijo de Helí por adopción, como llama a
Adán hijo de Dios, en el sentido de que por la gracia que después pecando
perdió, Dios lo había constituido como hijo en el paraíso.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Después de consignar todos los
antepasados de Cristo terminando por José, dice el evangelista: "Esposo de
María", indicando que por María ha puesto en la genealogía también a José.
San Jerónimo
Al oír "esposo", no te
ocurra la sospecha de unión marital alguna, recordando la costumbre de la
Escritura que a las esposas las llama mujeres casadas y a los esposos maridos.
Genadio, de ecclesiasticis dogmatibus, 10,2
El Hijo de Dios nació del hombre -es
decir, de María-, pero no por hombre -esto es, por obra de varón-, como Ebión
afirma. Por eso el evangelista añade con marcada intención: "De la que
nació Jesús".
San Agustín, de haeresibus, 2
Esto es contrario a la afirmación de
Valentino, quien dijo que Cristo no había asumido nada de la Virgen, sino que
había pasado por ella como por un arroyo o un canal.
San Agustín, contra Faustum, 26,7
Por qué quiso Dios tomar carne en el
vientre de una mujer, queda en sus sublimes designios: tal vez para dignificar
de este modo los dos sexos, asumiendo la forma de varón y naciendo de mujer, o
por otra causa que no me atrevería a decir.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 49
Lo que por el don sagrado concedía
Dios a los que eran ungidos para ser reyes y sacerdotes, lo ha realizado el
Espíritu Santo en el Hombre Cristo añadiendo una purificación, pues el Espíritu
Santo purificó lo que de la Virgen María se formara para ser cuerpo del
Salvador. Esta es la unción del cuerpo del Salvador, por esto se ha llamado
Cristo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,1
No era lícito, sin embargo, que José
creyese que debía separarse por eso de la compañía de María, porque Ella no dio
a luz a Jesucristo por haber cohabitado con él, sino permaneciendo siempre
Virgen. Este ejemplo dice con gran elocuencia a los casados, que aun cuando por
común consentimiento guarden continencia, puede permanecer el vínculo del
matrimonio, no por la mezcla corporal de los sexos, sino por la unión de los
corazones, tanto más cuanto que a José y a María pudo nacerles un hijo sin
relación carnal.
San Agustín, de nuptiis et concupiscentia, 1,11
Todos los bienes del matrimonio se
cumplen en los padres de Cristo: la fe, la prole y el sacramento. La prole es
nuestro Señor Jesucristo, la fe porque no ha habido adulterio, y el sacramento
porque no ha habido separación.
S. Jerónimo
Pero preguntará el lector diligente:
No siendo José padre del Salvador, ¿qué puede interesar la genealogía
continuada hasta José? Responderé a este reparo, que no es costumbre de la
Escritura insertar la sucesión de las mujeres en las genealogías. Además, José
y María fueron de la misma tribu, por lo que según la ley estaba obligado a
tomarla como parienta, y ambos son empadronados juntos en Belén, como
descendientes que eran de una misma estirpe.
San Agustín, de nuptiis et concupiscentia, 1,11
La genealogía tuvo que ser
continuada hasta José para que en aquel singular matrimonio no quedase rebajada
la preeminencia de su sexo, sin perjudicar por eso a la verdad, puesto que
tanto José como María eran de la estirpe de David.
San Agustín, contra Faustum, 13,9
Nosotros, pues, creemos que también
María fue de la estirpe de David, porque creemos a las Escrituras, que dicen
que Cristo es del linaje de David según la carne ( Rom 1,3), así como que María
que fue su Madre, no por cohabitación con varón, sino permaneciendo siempre
virgen ( Mt 1,18; Lc 1,34-35).
Concilio de Efeso, c. 6
Hay que precaverse aquí contra el
error de Nestorio, que dice: cuando la Escritura divina tiene que hablar acerca
del nacimiento de Cristo, que es de la Virgen María, o acerca de su muerte,
nunca le da el nombre de Dios, sino los de Cristo, Hijo o Señor, tres términos
significativos de las dos naturalezas, que unas veces se refieren a la divina,
otras a la humana, y algunas a ambas a la vez. He aquí una prueba: "Jacob
engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado el
Cristo". Dios el Verbo no ha necesitado de un segundo nacimiento de mujer
para existir.
San Agustín, contra Felicianum, 11 y 12
Pero no fue una persona el Hijo de
Dios y otra el Hijo del hombre, sino una misma persona, Cristo, Hijo a la vez
de Dios y del hombre. Así como en un mismo individuo una cosa es el alma y otra
cosa es el cuerpo, en el mediador entre Dios y los hombres una cosa fue el Hijo
de Dios y otra el Hijo del hombre. Pero Cristo Señor, que era lo uno y lo otro,
fue un solo individuo, con distinción de naturalezas en unidad de personas. Mas
objeta el hereje: "No sé cómo enseñáis que ha nacido en el tiempo el mismo
que decís coeterno con el Padre, puesto que el nacer es como cierto movimiento
de un ser que no existe antes de nacer y al cual el nacer lo trae al acto de
existir, de donde se infiere que el que ya existía no ha podido nacer, y si
pudo nacer no existía antes". A lo que contesta Agustín: Supongamos -como
muchos quieren- que hay en el mundo un alma general que de tal suerte vivifica
todos los gérmenes por cierta operación inefable, que queda siempre distinta de
las sustancias engendradas. Indudablemente esta alma, cuando haya llegado al
útero -para formar la materia pasiva según las funciones que haya después de
ejercer-, hace que sea con ella una misma persona aquel ser que sabemos no
tiene la misma naturaleza que ella, resultando entonces, por la acción del alma
en la materia pasiva, de dos diversas sustancias -el alma y el cuerpo- un solo
hombre. En tal sentido decimos que nace del útero la misma alma que al venir al
útero decimos que ha dado vida al ser concebido.
Notas
1. En su De dissonantia evangelistarum. Juliano es un emperador romano conocido como el Apóstata (331-363 d.C.).