XIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Comentario al Evangelio de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino
Lucas
17, 11-19 Y aconteció que yendo El a Jerusalén, pasaba por medio de
Samaria y de Galilea. Y entrando en una aldea, salieron a El diez hombres
leprosos, que se pararon de lejos. Y alzaron la voz diciendo: "Jesús,
maestro, ten misericordia de nosotros". Y cuando los vio, dijo: "Id y
mostraos a los sacerdotes". Y aconteció, que mientras iban quedaron
limpios. Y uno de ellos cuando vio que había quedado limpio volvió glorificando
a Dios a grandes voces. Y se postró en tierra a los pies de Jesús, dándole
gracias; y éste era samaritano. Y respondió Jesús, y dijo: "¿Por ventura
no son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? No hubo quien
volviese, y diera gloria a Dios, sino este extranjero". Y le dijo:
"Levántate, vete, que tu fe te ha hecho salvo". (vv. 11-19)
San Ambrosio
Después de
la parábola antedicha, son reprendidos los ingratos. Dice pues: "Y
aconteció que yendo Jesús a Jerusalén", etc.
Tito Bostrense
Para dar a
conocer que los samaritanos son benévolos mientras los judíos son
desagradecidos a los beneficios que se les había dispensado. Había enemistad
entre los samaritanos y los judíos, la que el Señor se proponía disipar,
pasando entre ellos para unirlos en un hombre nuevo.
San Cirilo
Después de
la parábola manifiesta el Salvador su gloria para suscitar la fe de Israel.
Prosigue: "Y entrando en una aldea salieron a El diez hombres
leprosos", expulsados de las ciudades y de las aldeas y considerados como
inmundos por la ley de Moisés.
Tito Bostrense, in Cat. graec. Patr
Ellos hablaban entre sí, porque los unía la desgracia común y se presentaron donde Jesús había de pasar, estando inquietos por verle venir. Y prosigue: "Que se pararon de lejos", porque la ley de los judíos considera a la lepra como enfermedad inmunda. Pero la ley del Evangelio no considera como inmunda la lepra externa, sino la interna.
Teofilacto
Esperan
desde lejos como avergonzados por la impureza que tenían sobre sí. Creían que
Jesucristo los rechazaría también, como hacían los demás. Por esto se
detuvieron a lo lejos, pero se acercaron por sus ruegos. El Señor siempre está
cerca de los que le invocan con verdad ( Sal 145,18). Prosigue: "Y alzaron
la voz diciendo: Jesús, maestro, ten misericordia de nosotros".
Tito, ut sup
Invocan el
nombre de Jesús y obtienen lo que desean, porque Jesús quiere decir Salvador.
Dicen: "Apiádate de nosotros", porque conocen la magnitud de su poder
y no le piden oro ni plata, sino la salud y purificación de su cuerpo.
Teofilacto
Y no le
piden sencillamente, ni le ruegan como mortal. Le llaman maestro, esto es,
Señor, con lo que casi dan a entender que lo consideran como Dios. Pero El les
manda que se presenten a los sacerdotes, por lo que sigue: "Cuando El los
vio les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes", porque éstos veían si habían
sido curados o no de la lepra.
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
La ley
también mandaba que los curados de la lepra ofreciesen un sacrificio en acción
de gracias por la curación.
Teofilacto
Al mandarles
que fuesen a los sacerdotes ya les daba a conocer que debían ser curados. Por
esto sigue: "Y aconteció que mientras iban quedaron limpios".
San Cirilo, ut sup
Los
príncipes de los judíos, émulos de la gloria de Jesús, podían conocer que
habían sido curados de una manera inesperada y admirable, siendo Jesucristo
quien les había concedido la salud.
Teofilacto
Siendo ellos
diez, nueve que eran israelitas fueron desagradecidos y el forastero, que era
samaritano, volvió expresando su gratitud. Por esto sigue: "Y uno de ellos
volvió glorificando a Dios a grandes voces".
Tito, ut sup
Le dio confianza para aproximarse la curación obtenida. Por esto sigue: "Y se postró en tierra a los pies de Jesús, dándole gracias", manifestando así con su postración y sus ruegos su fe y su gratitud.
Prosigue:
"Y éste era samaritano".
Teofilacto
De aquí se
puede deducir que nada impide el que cualquiera agrade a Dios, aun cuando
proceda de raza profana, con tal que obre con buen propósito. Y ninguno de los
que nacen de padres santos se ensoberbezca, porque los nueve que eran
israelitas fueron precisamente los desagradecidos. Por esto sigue: "Y
respondió Jesús y dijo: ¿Por ventura no son diez?", etc.
Tito Bostrense
En esto se
da a conocer lo prontos que estaban a aceptar la fe los extraños, mientras que
Israel andaba en ello perezoso. Por esto sigue: "Y le dijo: Levántate;
vete, que tu fe te ha hecho salvo".
San Agustín, De quaest Evang. 2,40
En sentido
espiritual puede creerse que son leprosos los que, no teniendo conocimiento de
la verdadera fe, admiten las diferentes doctrinas del error, no ocultan su
ignorancia, sino que aparentan tener un grande conocimiento y muestran un
lenguaje jactancioso. La lepra es un mal de color. La mezcla desordenada de
verdades y de errores en la discusión o discurso del hombre, semejante a los
diferentes colores de un mismo cuerpo, significa la lepra que mancha y hace
distintos a los cuerpos humanos, como con tintes de colores verdaderos y
falsos. Estos no deben ser admitidos en la Iglesia, de modo que colocados a lo
lejos, si es posible, rueguen a Cristo con grandes voces. Respecto a que le
llamaron maestro, creo que dieron a entender en ello, que la lepra es una
doctrina falsa que el buen maestro hace desaparecer. No se sabe que el Señor
mandase a los sacerdotes a otros, a quienes había concedido beneficios
corporales, más que a los leprosos. Y es que el sacerdocio de los judíos
figuraba el sacerdocio que está en la Iglesia. Los demás vicios los sana y
corrige interiormente el Señor mismo, en la conciencia; mientras que el poder
de administrar los Sacramentos y el de la predicación, ha sido concedido a la
Iglesia. Cuando los leprosos iban, quedaron limpios, porque los gentiles, a
quienes vino San Pedro, no habiendo recibido aún el sacramento del Bautismo,
por el cual se viene espiritualmente a los sacerdotes, son declarados limpios
por la infusión del Espíritu Santo. Por tanto, todo el que se asocia a la
doctrina íntegra y verdadera de la Iglesia, aunque se manifieste que no se ha
manchado con el error -que es como la lepra-, será, sin embargo, ingrato con el
Señor, que lo cura, si no se postra para darle gracias con piadosa humildad, y
se hará semejante a aquellos de quienes dice el Apóstol ( Rom 1,21), que,
habiendo conocido a Dios, no le confesaron como tal, ni le dieron gracias.
Estos tales, pues, como imperfectos, serán del número nueve, porque necesitan
de uno más para formar cierta unidad y ser diez. Y aquel que dio gracias fue
alabado porque representaba la unidad de la Iglesia. Y como aquéllos eran judíos,
se declaró que habían perdido por la soberbia el reino de los cielos, en donde
la unidad se conserva principalmente. En cambio, éste, que era samaritano, que
quiere decir custodio, dando lo que había recibido a Aquel de quien lo recibió,
según las palabras del Salmo ( Sal 58,10): "Guardaré mi fortaleza para
ti", conservó la unidad del reino con su humilde reconocimiento.
Beda
Cayó con la faz sobre la tierra porque se acordó del mal que había hecho y se avergonzó. Y Jesús le mandó que se levantase y se fuese, porque al que se prosterna conociendo humildemente su debilidad, merece que la palabra divina le consuele y le mande adelantar en el camino de obras más santas. Si la fe salvó a aquel que se había postrado a dar gracias, la malicia perdió a los que no se cuidaron de dar gloria a Dios por los beneficios recibidos. Por estos hechos se da a conocer que debe aumentarse la fe por medio de la humildad, como se explica en la parábola anterior.