COMPRENDED
VUESTRA GRANDEZA Y TENED LÁSTIMA DE VOSOTRAS
¡Oh,
almas redimidas por la sangre de Jesu! ¡Comprended vuestra grandeza y tened
lástima de vosotras! ¿Cómo es posible que entendiendo esto no procuréis quitar
este estiércol de este cristal? ¡Oh, Jesús, qué pena da ver un alma separada de
esta luz!... Oí a un hombre espiritual que nada de lo que hacía un hombre en
pecado mortal le extrañaba; al contrario, se extrañaba de lo que no hacía. Dios
por su misericordia nos libre de tan gran mal, pues mientras vivimos nada
merece el nombre de mal más que el pecado pues acarrea males eternos para sin
fin (I M 2, 14).