¿QUIÉN NO QUERRÁ JUEZ TAN
JUSTO?
¡Oh hijos de los hombres!, ¿hasta cuándo seréis duros de corazón (1), y
le tendréis para ser contra este mansísimo Jesús? ¿Qué es esto? ¿Por ventura
permanecerá nuestra maldad contra El? No, que se acaba la vida del hombre como
la flor del heno y ha de venir el Hijo de la Virgen a dar aquella terrible
sentenca (2). ¡Oh poderoso Dios mío! Pues aunque no queramos nos habéis de
juzgar, ¿por qué no miramos lo que nos importa teneros contento para aquella
hora? Mas ¿quién, quién no querrá Juez tan justo? ¡Bienaventurados los que en
aquel temeroso punto se alegraren con Vos, oh Dios y Señor mío! (E III, 2)